domingo, 22 de enero de 2023

Notas de cuando leí “PASIONES CARNALES. LOS AMORES DE LOS REYES QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE ESPAÑA” de MARTA ROBLES.

La escritora escribe sobre nuestra historia, aireando las pasiones, vicios y anécdotas de los reyes de España; la sombra de las pasiones reales desde don Rodrigo, último rey visigodo, hasta Alfonso XIII. Esta la historia que airea Marta Robles con humor y, también, con rigor histórico en veinticuatro episodios. Son las debilidades sexuales y amorosas de los reyes y reinas de 12 siglos de nuestra historia.

­Todos los reyes, reinas y poderosos son humanos, tienen pasiones en torno a las cuales hay toda clase de sentimientos: amor, traición, odio, lealtad, celos, ambición, ganas de matar...

Dice la autora que la ambición y el amor se juntan en la historia de nuestros reyes, porque el matrimonio no era más que una extensión del contrato de los propios reinados. Ahí no había amor, solo los intereses de los reinos para buscar alianzas o hacerse poderosos.

Alfonso X el Sabio era el rey al que más le gustaba lo que ahora llamaríamos farándula, rodeado de juglares y, sobre todo, juglaresas y soldaderas (las prostitutas de la época). Una de ellas, su amiga María la Balteira, fue fundamental en su reinado porque jugó un papel clave a su favor cuando se sublevaron los reyes moros de Murcia y Granada, tributarios de Castilla.

Nuestros reyes más adictos al sexo fueron Felipe IV y Alfonso XIII. Al primero le daba igual la condición de sus amantes con tal de que las relaciones fueran cortas, solo tuvo una más larga con la Calderona. Felipe IV se obsesionó con una monja y Alfonso XIII era un devoto del porno y contribuyó a los guiones de veinte películas, a razón de seis mil pesetas por cada una de ellas, que pagaba la casa real. Luego le gustaba recrearlos con su amante, la actriz Carmen Ruiz Moragas.

Y el mejor rey de nuestra historia, quizá fue Carlos III. Se casó con María Amalia de Sajonia y cuando ella murió no volvió a tener relaciones, porque tenía miedo a perder la cabeza como su padre, Felipe V.

El pene más feo de la realeza fue el de Fernando VII. Era fino en la base y gordo en la cabeza, como una seta. Eso hizo costosas sus relaciones sexuales. Fernando VII era un tipo horroroso por todas partes, ignominia pura para la historia de España. Fue el rey deseado y fue el rey felón.

Felipe II fue un gran rey, pero la imagen que tenemos es de un rey que cumple las normas de manera férrea, siempre vestido de negro. Lo curioso es que este rey se casó cuatro veces, tuvo infinidad de amantes y una colección de pintura erótica que le encargó a Tiziano donde las protagonistas tenían su propio rostro y el de su amante Isabel de Osorio.

Isabel II fue una niña desprotegida. Dicen que era una ninfómana, pero en realidad todos los borbones (o casi todos) tuvieron mucha afición al sexo. Ella, además, era bulímica; la ansiedad la lleva tanto al sexo como a la comida. Luego se casó, por obligación de Estado, con un hombre al que no le gustaban las mujeres... En cualquier caso, Isabel II hizo lo que le dio la gana.

Alfonso XII fue el primer rey que se casó por amor. Murió joven y se le lloró mucho. Se casó por amor con María de las Mercedes, por eso el pueblo lo celebró mucho, pero ya tenía una relación con la cantante Elena Sanz, que siguió después.

El libro descubre cómo afectan las relaciones más íntimas y personales de los reyes y otros poderosos a la historia de España y demuestra que, lejos del puritanismo de alguna historia oficial, sus protagonistas -acompañados por sus consejeros, validos, ministros, cortesanos, esposas, concubinas e hijos legítimos o ilegítimos- no solo batallaron y gobernaron, sino que además gozaron y se divirtieron mucho más que el resto de los mortales. 

 

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