martes, 27 de julio de 2021


“El enigma Kungsholm” novela de José Yoldi

Se trata de una novela negra con una trama inspirada en la ingeniería financiera desde un gran despacho de servicios jurídicos y financieros, expertos en ingeniería fiscal, de los que ayudan a pagar menos impuestos y a operar desde los límites de la legalidad o fuera de ella: plusvalías inmobiliarias, fraude del IVA por facturas ficticias, las recalificaciones, trama de blanqueo de dinero del narcotráfico y asesinato de un abogado. Y detrás de todo ello, la investigación de una periodista que conoce bien los entresijos de la policía y las limitaciones de trabajar en un diario demasiado vinculado con el poder.  

Estamos en el Madrid de 1991. Leandro, el conserje de un inmueble del Paseo de Recoletos, encuentra el cadáver de un hombre en el patio de luces. Se trata del cadáver de Ildefonso Cortázar, un abogado de prestigio que lleva los asuntos de Kunghsholm, una multinacional sueca que ha desembarcado en el mercado inmobiliario español. ¿Se trata de un suicidio o de un asesinato. Ha caído desde la sala de juntas de la empresa, en el quinto piso.

El autor dice que la historia que cuenta está inspirada en un suceso que él cubrió como periodista a comienzos de los años 1990.

En la novela, Paz Guerra, una joven periodista de investigación del imaginario diario La Crónica, intenta descifrar el enigma.  El abogado fallecido estaba en todas las salsas de los negocios madrileños y nadie quiere que éstas sean investigadas. Cortázar se sentaba en el consejo de administración de un banco junto a Fermín Fernández Román, el consejero delegado de La Crónica.

La investigación en la que se empeña la reportera la lleva a un mundo de poderosos: banqueros de rapiña, constructores que  no quieren dejar un hueco de España sin su ladrillo, políticos encantados de codearse con la Beautiful y directivos de periódicos que navegan entre dos aguas, pero que saben cuál es el agua más segura para sus intereses.

Yoldi es un profesional de la información judicial y conoce de lo que escribe. Por ello los personajes de su novela: jueces, fiscales, abogados, policías y forenses son muy creíbles, como lo son los periodistas que aparecen en el texto, desde el reportero Kiko Merino, que acosa a las becarias, hasta el director, pasando por el jefe directo de Paz Guerra, el cuarentón Agustín Cantero.

La inteligente Paz Guerra ganará la batalla, aunque conoce que no será un triunfo total.

 

jueves, 22 de julio de 2021


Notas después de leer “El café sobre el volcán” de Francisco Uzcanga.

El Berlín de entreguerras fue un hervidero artístico. Y su epicentro se situaba en el Romanisches Café. No es extraño que las visitas guiadas de la época se detuvieran a sus puertas y lo calificaran como «el olimpo de las artes inútiles, la sede de la bohemia berlinesa». Los visitantes podían encontrarse, con más o menos frecuencia, a personajes capitales en la cultura del siglo XX. De Stefan Zweig a Marlene Dietrich, de Albert Einstein a Sylvia von Harden, de Billy Wilder a Carola Neher, de Otto Dix a Else Lasker-Schüler, de Bertolt Brecht a Käthe Kollwitz, de Josep Pla a Egon Erwin Kisch, y también a Joseph Roth, Kurt Tucholsky, Alfred Döblin, Walter Benjamin, Heinrich Mann....

La crónica del Berlín de entreguerras arranca en 1922 y acaba en el fatídico año 1933. Este libro recrea el ambiente del café y nos avanza momentos de las vidas de sus más ilustres clientes, todas ellas atravesadas por los intensos dilemas que sacudieron la primera mitad del siglo XX, como la Primera Guerra Mundial o el auge del fascismo. Los nazis como el siniestro Goebbels, escritor frustrado, situarán a este café en su punto de mira.

"Los judíos bolcheviques están sentados en el Romanisches Café y urden ahí sus siniestros planes revolucionarios; por la noche invaden los locales de esparcimiento de la Kurfürstendamm, se dejan incitar al baile por orquestas de negros y se ríen de las miserias de la época". El autor de la frase es Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler.

Cuando se acaba la lectura uno se pregunta qué hubiera sido de Europa si toda esa explosión de talento hubiera seguido reuniéndose en el Romanisches Café, divirtiéndose, sableándose, criticándose y generando tal explosión de creatividad.

Algo similar ocurre cuando uno estudia el exilio español después de la Guerra Civil y se pregunta que hubiera sido de España con la presencia de todo aquel capital humano que tuvo salir del país.

Resultan muy interesantes sus explicaciones sobre la inflación de 1923, que enlaza con el asesinato de Walther Rathenau y sus observaciones sobre los motivos que auparon a Hitler al poder.

El Berlín de los años veinte es también el Berlín de la emancipación de las mujeres, a las que la ausencia de los padres y esposos durante la Gran Guerra había demostrado que no sólo era posible vivir sin hombres, sino también que podían ejercer con éxito los diversos roles y cargos que su ausencia había dejado vacantes. Nos imaginamos a las mujeres de aquel Berlín, caminando apresuradas durante el día con el corte de pelo a lo bubi y zapatos planos para salir luego por la noche con un cigarrillo con boquilla, liberadas por fin de la faja de sus madres y abuelas, descaradas, libertinas y tremendamente vivas.

El éxito y el papel emblemático del Romanisches Café se explican por su función de reunir entre sus paredes a todo aquel universo cultural en efervescencia, incluyendo, por supuesto, a los ansiados mecenas. El Romanisches Café no tardaría en tener también una mesa para la Gestapo.

En marzo de 1933, una patrulla nazi entró y destrozó el mobiliario.

En 1943 una bomba aliada se lo llevó definitivamente.

“El Romanisches encarnó el Berlín de aquella época. Es decir, todo aquello que odiaban los nazis: el cosmopolitismo, la modernidad, la literatura de asfalto…”, asegura el autor.

Un libro documentado y de lectura muy recomendable.

 

domingo, 18 de julio de 2021


 “Pueblo”, talla del gran maestro del informalismo Martín Chirino en madera de pinsapo y lava roja de 1951.

martes, 13 de julio de 2021

Yasmina Khadra es el pseudónimo del escritor argelino Mohammed Moulessehoul. Es el autor de títulos como “Morituri”, “Lo que sueñan los lobos”,” El escritor”, “Las golondrinas de Kabul”, “El atentado” o “Lo que el día debe a la noche”. 

Notas después de leer “Dios no vive en La Habana” de Yasmina Khadra.

Los nuevos aires en La Habana no parecen afectar a Juan del Monte Jonava. A sus sesenta años, sigue cantando sones, rumbas y boleros en el café Buena Vista como lleva haciendo desde hace décadas: levantando la pasión del público con su voz, especialmente de las turistas extranjeras. Se le conoce como Don Fuego. Pero los tiempos están cambiando y la privatización del Buena Vista le deja en la calle sin empleo. Don Fuego piensa que, dada su reputación, alguien le contratará, pero las oportunidades no llegan como el esperaba. Nadie le llama, salvo para algún bolo de telonero El encuentro con Mayensi, una joven misteriosa e inestable que huye de la Policía, recién llegada a La Habana en busca de empleo, dará un vuelco a su existencia. Recupera la pasión y las ganas de vivir. Pero la extraña actitud de Mayensi puede hacer que la felicidad recuperada sea solo un paréntesis. Con la música cubana de fondo y el sonido de las olas, Yasmina Khadra nos adentra en el país de los contrastes y los sueños sin cumplir.

Cuba es la protagonista de la historia. El autor argelino narra la vida cotidiana de miseria y supervivencia de la mayoría de los cubanos y el contraste con las fiestas que se organizan para los dirigentes, la actuación de los chivatos de la Policía y el funcionamiento de la burocracia del régimen.

Una novela que se lee de un tirón, con el sabor de ese ambiente cubano que resuena al compás de su música.