viernes, 30 de noviembre de 2018


ELECCIONES EN BRASIL

En Brasil no se trataba de elegir entre opciones políticas, sino entre dos modelos de sociedad radicalmente opuestos: elegir a quien respeta la democracia representativa o apoyar a quien desprecia el sistema de libertades. Escribía Enrique Krauze: “Brasil está a punto de cometer un suicidio político y cultural”.
El Partido de los Trabajadores de Lula y Dilma Rousseff salió del gobierno con las revueltas de 2016, asediado por la crisis económica, las acusaciones de corrupción y la complicidad de algunos poderes del Estado, después de 14 años y haber ganado las últimas cuatro elecciones.
Con una crisis institucional seria y una agresiva campaña electoral que ha polarizado a la población en dos bloques irreconciliables, parte de esa población ha olvidado que el Partido de los Trabajadores no tocó la fiscalidad de las rentas altas, no nacionalizó empresas, ayudó económicamente a la iniciativa privada y treinta millones de personas salieron de la miseria, pero buena parte de ellos han olvidado su origen y quien gestionó las políticas que les sacaron de la miseria y se consideran hoy “nuevas clases medias” o “nuevas clases trabajadores”. Con Lula en la cárcel condenado por corrupción e inhabilitado para presentarse en estas elecciones, la herencia del Partido de los Trabajadores, sus éxitos y sus errores, los ha recogido Fernando Haddad, que fuera Ministro de Educación con Lula da Silva. El juez que condenó a Lula será el próximo Ministro de Justicia.
En la 1ª vuelta, Jair Bolsonaro, capitán del Ejército retirado, de 63 años, líder del Partido Social Liberal (PSL) obtenía el 46% de los votos y Haddad el 30%. La victoria a la Presidencia en la 1ª vuelta sólo la consiguió Fernando Henrique Cardoso en 1994 y 1998, del Partido de la Social Democracia Brasileña. En la segunda vuelta, el 28 de octubre, Bolsonaro ganaba la Presidencia de la República Federativa de Brasil con el 55 % delos votos, mientras Fernando Haddad obtenía el 44,8%.
La sociedad brasileña parece manifestarse cansada de los partidos políticos tradicionales, de la corrupción y de la violencia y ha optado por un personaje autoritario, racista, machista, ultra liberal en lo económico y con soluciones extremas para atajar los problemas: 60.000 personas mueren de forma violenta en Brasil cada año y en las cárceles hay 700.000 presos en condiciones de hacinamiento. Cuando la izquierda fue acusada de corrupción, se quebraron muchas esperanzas y el Partido de los Trabajadores acumuló mucho odio en su contra, que se ha manifestado en las urnas. Bolsonaro ha sabido explotar ese odio al Partido de los Trabajadores. Hoy se discute la bondad del proteccionismo para la industria nacional, las políticas distributivas y los programas sociales de inclusión.
Exacerbar el nacionalismo, agitar el odio, la intolerancia y despreciar los derechos humanos, como ha hecho Bolsonaro, no es la fórmula para enfrentarse a la crisis que vive Brasil, con un Parlamento atomizado, muy conservador, donde la mayoría de los partidos no actúan como proyectos ideológicos. Aunque  el Partido de los Trabajadores tiene 57 diputados, el heterogéneo  Partido Social Liberal de Bolsonaro con 52 tiene más potenciales aliados.
Jair Bolsonaro, el líder fanfarrón que desprecia las libertades, que no duda en defender la tortura y que justifica la dictadura que se mantuvo en Brasil entre 1964 y 1985, era casi un desconocido, aunque haya sido Diputado durante los últimos 27 años. Defensor de la familia tradicional, contrario a la llamada “ideología de género”, que califica de estiércol a los derechos humanos, ha obtenido el apoyo de amplios sectores de la sociedad, incluidos los descontentos del sistema, la clase alta, la clase media tradicional y las grandes empresa (un grupo de empresarios parece haber financiado la difusión de mensajes contra el Partido de los Trabajadores a través de whatsApp).
Con el apoyo recibido en las urnas y su deriva autoritaria, Bolsonaro puede poner en riesgo el Estado de derecho y la democracia en Brasil, país que debiera ser uno de los protagonistas de la comunidad internacional del siglo XXI; no es la solución al cansancio de la población ante la corrupción, la crisis institucional y los problemas estructurales de una economía mal gestionada en los últimos años.
Las elecciones se han celebrado en un clima de descrédito de las instituciones políticas, con el expresidente Lula en la cárcel, con Dilma Rousseff  víctima de un impeachment y con un presidente saliente, Michel Temer, incapaz de enfrentarse a la gobernabilidad del país. Se rompieron las costuras de un pacto que quiso hacer posible el Partido de los Trabajadores. La actual crisis política, económica y social, solo ha beneficiado a la extrema derecha.  
Para la gestión de la economía, Bolsonaro ha elegido a Paulo Guedes, un entusiasta de las teorías económicas ultraliberales de la Escuela de Chicago cuyo objetivo es reducir al máximo todo lo público, incluyendo la privatización del sistema de pensiones.
Bolsonaro, casado tres veces, ha recibido el apoyo expreso y determinante de las Iglesias Evangélicas, poderosas corporaciones que aglutinan negocios y a 42 millones de fieles.
El Presidente del Tribunal Supremo Federal ha declarado: “El futuro presidente debe respetar a las instituciones, a la democracia, al Estado de derecho, al Poder Judicial y al Congreso Nacional”.
Personajes siniestros como Bolsonaro utilizan la libertad que les otorga el sistema, para insultar y descalificar a la oposición y al diferente.
Publicado en Diario Montañés: 10.11.18

viernes, 23 de noviembre de 2018


José Ortega (1921 - 1990), fue un importante pintor representante del realismo socialista de la posguerra española y uno de los miembros más importantes del grupo Estampa Popular, del que fue fundador. ​
Su ideología y actividad política, fue militante del Partido Comunista de España, le llevó a la cárcel y al exilio.

lunes, 19 de noviembre de 2018

JULIO LÓPEZ (1930 – 2018). Un enorme escultor en la mejor tradición realista no exenta de emoción y de contenidos poéticos. Es autor, por ejemplo, de las medallas de todos los Premios Cervantes.

martes, 13 de noviembre de 2018


Notas de cuando leí “Recordarán tu nombre” de Lorenzo Silva
En “Recordarán tu nombre”,  Lorenzo Silva narra en primera persona cómo descubrió un momento heroico, trágico y olvidado de la historia española. En la historia de la sublevación militar en Barcelona el 19 de julio de 1936, cuando el general Goded desafía la legalidad republicana y frente a esa actitud, está la decisión del general Aranguren, el máximo responsable de la Guardia Civil, que optó por defender la legalidad y la democracia.
"Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor". Con estas palabras respondía ese 19 de julio Aranguren a la petición de adhesión a los sublevados que le hacía el general Manuel Goded, el que fuera su compañero de armas en la Segunda Guerra de Marruecos y ahora jefe del alzamiento en Barcelona, en una llamada telefónica a su puesto de mando en la Conselleria de Gobernación de la Generalitat Catalana, que tenía las competencias de orden público.
Lorenzo Silva nos acerca a esta historia de un héroe olvidado. Un hombre que fue capaz de anteponer la lealtad y su sentido del deber a las órdenes de quienes acabarían haciéndose con el poder.
La negativa del general José Aranguren a colaborar con el alzamiento de 1936, acabaría costándole la vida.
La figura del general José Aranguren, asegura Lorenzo Silva, “cambió la historia de España” porque hizo fracasar el golpe de estado del 36 en Barcelona. “De haber triunfado el golpe en Cataluña, la República hubiera quedado sin conexión con Francia y la guerra hubiera durado mes y medio”.
Dos nacionalistas catalanes como Frederic Escofet, entonces comisario general de Orden Público de la Generalitat, y el diputado Rubió y Tudurí, admiten en sus memorias que "fue la Guardia Civil la que decidió la jornada y, si se hubiera ido con los rebeldes, el golpe habría triunfado".
Lorenzo Silva nos cuenta la historia del general Aranguren con hechos documentados y acreditados.
Dice Lorenzo Silva: "La Historia se ve mejor a través de los ojos de los derrotados; no de los bandos derrotados, sino de las personas derrotadas, que suele haberlas en los dos bandos”.
A Silva le agarró la historia de Aranguren cuando vio su fotografía y vio en ella la cara de su abuelo Manuel, que no fue guardia civil sino guardia de seguridad, "y no lo mataron, pero sí le echaron de la policía y su vida quedó truncada también por la guerra".
El general Aranguren, con su negativa a quebrantar su sentido del deber, "demostró que la barbarie era opcional", no necesaria, aunque conduciéndose así se expusiera a la persecución, a "un juicio deleznable" revestido de apariencia de legalidad y, al final, a una ejecución vergonzante para un hombre de honor: fusilado el 22 abril del 1939 en una silla, porque las lesiones producto de un accidente de coche le impedían ponerse en pie.
Lorenzo Silva considera que "la sociedad española es rehén" todavía de algunos de los discursos o relatos que sobreviven en los dos bandos. De ahí que demande que, desde un lado, se suelte lastre con la figura de Franco, alguien absolutamente "irrecuperable" en su opinión, como denota el hecho de que mandara fusilar, aunque fuera sentado, a quien fuera antiguo compañero de armas, de origen ferrolano como él, medio pariente y hasta amigo.
Aranguren y Franco tuvieron un trato estrecho cuando coincidieron durante unos meses en 1932 en Galicia, el primero como jefe de la Guardia Civil en Galicia y el segundo como mando de la 15ª Brigada de Infantería de Galicia. Con frecuencia cada uno visitaba al otro en su domicilio acompañado de su familia, pero eso no impidió a Franco fusilar a Aranguren tras el triunfo nacional y desoír todas las peticiones de clemencia de la familia: "Cuando Franco ordena que lo fusilen, ordena fusilar a alguien cuyos hijos conoce, conoce a quienes iba a dejar huérfanos".

miércoles, 7 de noviembre de 2018


MICHAELINA WAUTIER (1604 – 1689)
Autorretrato de 1649
Su obra se expone en el espectacular MAS (Museum aan de Stroom o Museo de la corriente) de Amberes hasta principios de septiembre.
Trabajó fuera de los límites impuestos y reservados a la mujer con una obra no muy extensa, quizá unos treinta cuadros.
Era miembro de una influyente familia de comerciantes. Se instaló en Bruselas en 1643 y allí vivió. Permaneció soltera, no tuvo hijos y mantuvo siempre una muy holgada posición económica.

domingo, 4 de noviembre de 2018


EL PODEROSO CARDENAL CISNEROS

Nació en 1436 en Torrelaguna (Madrid), desarrolló su carrera eclesiástica en Alcalá de Henares, Salamanca y Roma y en 1484 decide hacerse monje pasando a ser Fray Francisco. Por mediación del Cardenal Mendoza ocupa en 1492 el puesto de confesor y consejero de la reina Isabel, comenzando así su actividad política y compatibilizando su experiencia como jurista con su vocación de teólogo.
Elegido Provincial de los Franciscanos en 1494, accede un año después al arzobispado de Toledo al morir el Cardenal Mendoza, ocupando un cargo de enorme significación y dignidad tanto en el ámbito eclesiástico como en el político. Toledo era la silla episcopal más rica después de Roma, y allí tuvo que enfrentarse a las banderías de los nobles, a un Cabildo poco acostumbrado a la disciplina y gestionar los gastos derivados de la construcción del complejo catedralicio. Destacó su capacidad de administrador, publicando las “Constituciones sinodales de rentas”, el primer gran documento para el gobierno temporal de la Iglesia.
Por mandato del Papa valenciano Alejandro VI fue el gran reformador de los franciscanos y de todas las órdenes mendicantes en España, con éxito dispar entre las diferentes congregaciones. Ese esfuerzo reformador no coincidía con una Iglesia que en Roma se preocupaba de los proyectos, intrigas y matrimonios de los Borja.
Acompañando a los reyes en Granada, percibe que la asimilación de los musulmanes se realiza con lentitud y tibieza. Cisneros actúa con energía, y su intransigencia frente a los que se resisten a la conversión, es una de las causas de la guerra de las Alpujarras. En 1502, dominada la insurrección, obtiene de los reyes la orden de expulsar a los mudéjares que no se hayan convertido.
Cisneros, estadista influyente y eclesiástico reformador, fue decisivo en un momento histórico complicado en España, cuando en 1506 fallece Felipe I, de hecho rey de Castilla, conocido como Felipe “El Hermoso”, una muerte que enajenó a su mujer, conocida como Juana reina de Castilla. La hija de los Reyes Católicos decide recorrer los caminos del reino con el cadáver del marido.
Cisneros, que había sido consejero de la reina Isabel, intentó actuar ante el abandono del gobierno por la reina Juana en tierras asoladas por la peste negra, cuando algunos nobles trataban de aprovecharse de esos tiempos de anarquía. Pero poco podía hacer ante la negativa de la reina Juana de autorizarle con su firma para actuar, y cuando se negaba a tratar con él temas relacionados con el gobierno.
Quienes habían apoyado a Felipe I, incluido Cisneros, prefiriendo a un extranjero y no a un Trastamara, a la vista del caos existente después de su muerte y la inacción de su esposa Juana, decidieron llamar a Fernando, llamado “El Católico”, que se encontraba en sus reinos italianos.
Fernando llegó a Castilla y ordenó la reclusión de su hija en Tordesillas, acabando con la locura de la peregrinación fúnebre con el cadáver de su marido. Anexionó Navarra a la corona, estabilizó la maltrecha economía del reino y agradeció a Cisneros su labor nombrándole inquisidor general sustituyendo a Diego de Deza. Siendo papa Julio II, recibe el capelo cardenalicio.
La conquista de Orán por Cisneros en 1509, se enmarcaba en una utopía más amplia: llegar a Palestina, acabar con los mamelucos en Egipto y derrotar al Turco. La aventura se desvaneció, aunque se vinculó a la Corona de Castilla la Berbería de la costa argelina.
Cuando el rey Fernando muere en 1516 dejaba escrito que ante la incapacidad de su hija Juana, sería su nieto Carlos de Gante quien heredaría los reinos hispánicos y Cisneros actuaría temporalmente como regente de Castilla. El Cardenal neutralizó la presión de los municipios rebeldes y a los nobles partidarios de la reina Juana, defendió Navarra ante los intentos de invasión por parte de Francia, facilitó la expansión económica de la burguesía castellana vinculada a los textiles, creo nuevos ingresos para mantener al Estado, neutralizó los intentos de los colaboradores flamencos del nuevo monarca de intervenir en la política castellana, fortaleció el ejército y la construcción naval, se preocupó de las relaciones con Inglaterra, Francia y Portugal y mantuvo Nápoles y Sicilia, de tal forma que entregó intacta al nuevo rey la Monarquía hispana.
Intervino en la organización de los territorios descubiertos por Colón y junto a un Código de conducta para fomentar las relaciones con los nativos, envió expediciones de misioneros franciscanos para protegerlos y convertirlos a la fe cristiana.
El nuevo rey llegó a las costas del Cantábrico el 7 de septiembre de 1517, comenzando un duro itinerario con final en Valladolid donde se encontraría con Cisneros. Carlos V, por influencia de su hombre de confianza, Guillermo de Croy, responsable de la formación del monarca y quien decidía los pasos a dar en su viaje a España, no tuvo una actitud de agradecimiento hacia Cisneros, quien no llegó a conocer al hijo de la reina Juana. El monarca le envió una carta agradeciéndole los buenos servicios y aconsejándole que se retirara a Toledo, sede de su Arzobispado.
Cisneros falleció en Roa (Burgos) el 8 de noviembre de 1517, quedando atrás su vida activa como político regente, inquisidor general y mecenas. Tenía 81 años. En 1499 había fundado la Universidad Complutense de Alcalá de Henares, siguiendo el modelo de los mejores centros del humanismo cristiano. En 1504 aborda la tarea de redactar e imprimir la Biblia Poliglota Complutense, trabajo que concluyó en 1517, con la participación de expertos en hebrero, arameo, griego y caldeo, algunos de ellos conocidos rabinos conversos. Antonio Nebrija fue quien revisó la Vulgata, el texto latino de San Jerónimo.
Solo Cisneros hubiera podido evitar las intrigas de los nobles castellanos, los recelos generalizados en la población y el reparto de cargos entre los nobles flamencos en detrimento de los nobles españoles. El rey  aprendió pronto y rápido cómo gestionar sus reinos desde una tierra que le había recibido con hostilidad, incluso con un levantamiento popular como fue el de los Comuneros.