jueves, 30 de junio de 2022

“SANTA MARINA”, de FRANCISCO DE ZURBARÁN (1598 - 1664)

 

viernes, 24 de junio de 2022

Notas después de leer la novela “TIEMPOS RECIOS” de MARIO VARGAS LLOSA.

La novela se divide en dos partes: la primera, ‘Antes’, contiene todas las historias, reales o imaginarias, que conforman esta novela; la segunda, ‘Después’, cuenta que uno de los personajes que parecía de ficción pertenece al mundo real. La novela arranca con un breve ensayo de historia política: el encuentro de los judíos emigrados a Estados Unidos — Sam Zemurray el creador de la empresa United Fruit y Edward L. Bernays el inventor de las public relations—, que fue la causa primera de que en 1954 el Gobierno de Estados Unidos acabara con la presidencia progresista de Jacobo Árbenz en Guatemala. Y no mucho después, se eliminara al coronel Castillo Armas que derrocó a Árbenz. A ello contribuyeron dictadores como Somoza, de Nicaragua, y Trujillo, de la República Dominicana, además del arzobispo guatemalteco Mariano Rossell y Arellano. Era la época de DuvalierPapa Doc en Haití; de Fulgencio Batista en Cuba; de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela; de Gustavo Rojas Pinilla en Colombia; de Manuel Odría en Perú. Y era embajador de Estados Unidos en Guatemala el mismo “carnicero de Grecia” que decidió la guerra civil helena.

Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nacionalsocialista, aplicó con eficacia los principios de Bernays para el control de las masas.

La política más importante que ejecutó Árbenz en sus años de gobierno (1951-1954) fue la reforma agraria.

En la novela no pasa inad­vertida la entereza de Jacobo Árbenz, que no quiso armar unas milicias populares que se opusieran al atrabiliario ejército “liberacionista” financiado por la CIA, y prefirió renunciar a la presidencia, cuando recibió el ultimátum de sus colegas. Pero también su enemigo Carlos Castillo Armas, a quien llaman Caca y Cara de Hacha, feo, irascible y lleno de complejos, comparte algo de la debilidad de su rival, y fracasa y muere a manos de quienes creía los suyos.

Una vez en el poder, el coronel Castillo Armas desató una caza de brujas sin precedentes en la historia del país. Persiguió y encarceló a militantes de izquierda, ejecutó redadas, cerró sindicatos y asociaciones obreras, eliminó el Instituto Indigenista Nacional, clausuró las oficinas encargadas de administrar la reforma agraria y devolvió las tierras confiscadas a la United Fruit, torturó a presos políticos y no políticos, provocó que más de doscientas mil personas huyeran hacia México y llevó adelante matanzas de personas sin la menor sospecha de participar en actividades políticas.

En la novela se pone de manifiesto la gran mentira urdida por la United Fruit, “La frutera”, para dar el golpe de Estado contra Árbenz. Fue una enorme mentira, un gran fraude, echar a correr la mentira de que Jacobo Árbenz era un comunista que pretendía introducir en Centroamérica el comunismo soviético y convertir Guatemala en una cabeza de playa para luego invadir Panamá y quedarse con el canal. Todo fue posible con la administración norteamericana de la época, presidida por Eisenhower, con Nixon como segundo al mando, y la CIA, comandada por Allen Dulles, hermano de John Foster Dulles, por esos años Secretario de Estado del gobierno norteamericano. La CIA, puso en marcha una maquinaria de publicidad y propaganda que se describe muy bien en la novela.

El abanico de personajes que desfilan por la novela es heterogéneo: Martita Borrero Parra, "la antigua Miss Guatemala (que nunca lo fue)"  amante de Castillo Armas y luego del coronel dominicano Johnny Abbes, un siniestro personaje masacrado por los tontons macoutes haitianos, "jefe de la Seguridad del Generalísimo Trujillo, asesino, torturador y encargado de varios asesinatos e intentos de crímenes en el extranjero"; Arturo Borrero, el padre de Martita, que a punto de morir de un cáncer se reconcilia con Efrén García Ardiles, un médico de ideas liberales, que sedujo a Marta cuando tenía apenas 15 años, la hizo infeliz en un matrimonio forzado por el padre y la obligó a escapar abandonando a su hijo de 5 años a principios de 1955, para convertirse en la amante del dictador Castillo Armas. Marta Borrero cercana al Partido Republicano y colaboradora de la CIA, se revela partidaria de las políticas más extremas de los EE.UU. Sacrificó a quién se le puso por delante para alcanzar una vida cómoda, rodeada de papagayos y de plantas en Estados Unidos.

La novela es una reflexión sobre la libertad, la democracia, el honor, la dignidad política en un escenario: la Guatemala de Arévalo y Jacobo Árbenz, dos presidentes que, admiradores del sistema político y social de los Estados Unidos de América, buscaron con honestidad democrática sacar a su país de la estructura feudal y colocarlo en el mapa del mundo moderno. 

 

martes, 14 de junio de 2022

Retrato del arquitecto austriaco Adolf Loos (1870 – 1933) del pintor OSKAR KOKOSCHKA (1886 – 1980)
 

jueves, 9 de junio de 2022


Notas de cuando leí EL JURAMENTO DE WHITECHAPEL, novela de  JOSÉ JAVIER ABASOLO. Autor qu ha muerto hace poco tiempo. Tenía 65 años.

Estamos en plena guerra civil y asistimos a las reflexiones de un sacerdote condenado a muerte por continuar fiel al legítimo gobierno de la República como Capellán de un batallón del Euzko Gudarostea (Ejército Vasco). En esos momentos sus pensamientos retroceden hasta finales de 1931 cuando fue enviado a un pequeño pueblo vizcaíno a confesar a un moribundo. El enfermo resulta ser Sabino Policarpo de Arana y Goiri, fundador del PNV, que falleció a la temprana edad de 38 años. En su lecho de muerte le cuenta al sacerdote una historia que le aconteció en Londres cuando era todavía muy joven.

Tras la muerte de su madre en 1888, Sabino Arana anda desorientado y a instancias de su hermano mayor viaja a Londres con objeto de completar su formación y aprender el idioma. Allí estará bajo la tutela de Sir Peter Kingsfield, miembro influyente de la Cámara de los Lores y un próspero hombre de negocios amigo de su difunto padre.

Llega a Londres cuando un asesino en 1888 está comenzando a aterrorizar a la ciudad. Charles, hijo de Sir Kingsfield, lo recibe y se hacen amigos. Sabino, un joven muy religioso, ingenuo, mojigato, abstemio y bastante pacato, se ofrece ayudarlo en lo que ya es una obsesión, desenmascarar al asesino de Whitechapel. Sabino y su nuevo amigo recorren callejones, tabernas y prostíbulos del popular barrio en busca de pistas que puedan ayudar a identificar y detener  a quien está detrás de esos macabros asesinatos, que posteriormente será conocido como Jack el Destripador, al que se le atribuyeron cinco crímenes.

En “El juramento de Whitechapel” se mezclan personajes reales (Conan Doyle o el inspector Abberline) con ficticios (los Kingsfield, sus empleados y criados). Son dos las voces que nos narran la acción, una la de Arana, y otra la del sacerdote, con saltos en el tiempo que ayudan a contextualizar la historia y conocer a los protagonistas. El autor sitúa la historia en tres momentos: uno en 1888, en el momento en el que se producen los asesinatos, otro en 1903 con Sabino a punto de morir y un tercero con la Guerra Civil española.

Un arriesgado relato policial del que sale muy airoso el autor, que plantea  una teoría sobre Jack el Destripador que bien podría ser la real.

Con el desarrollo de la trama, el autor nos aproxima a la sociedad de la época reflejando a una ciudadanía muy desigual tanto social como cultural.

Como ha comentado uno de los lectores de la novela: “Si combinamos a Sabino Arana, el fundador del Partido Nacionalista Vasco, y Jack el Destripador, lo servimos sobre un Londres victoriano y finalmente lo aderezamos con un puñado generoso de suspense, lo que obtenemos sin duda es este plato de lujo elaborado por el gran chef, José Javier Abasolo, que no solo deleitará los sentidos mientras lo degustas, sino que al terminar, estarás deseando volver a probar otra de sus creaciones”.