lunes, 16 de agosto de 2010



De los poetas norteamericanos, quizá el más conocido por nosotros es WALT WHITMAN (1819 – 1892) y su libro más leído “HOJAS DE HIERBA” . Editado por primera vez en 1855 contenía 12 poemas. Ampliado en posteriores ediciones, en 1892 se publica la que se considera su edición definitiva.

“CANTO A MI MISMO”
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago… e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

Tengo treinta siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.

(Traducción de León Felipe en 1941)

“OH CAPITÁN, MI CAPITÁN”
Oh Capitán, mi Capitán;
Nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se haya próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.

Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?

Oh Capitán, mi Capitán:
levántate aguerrido y escucha cual te llaman
tropeles de campanas.
Por ti se izan banderas y los clarines claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las cintas.

Por ti la multitud se arremolina,
por ti llora, por ti su alma llamea
y la mirada ansiosa, con verte, se recrea.

Oh Capitán, ¡mi Padre amado!
Voy mi brazo a poner sobre tu cuello.
Es sólo una ilusión que en este puente
te encuentres extendido, helado y muerto.

Mi padre no responde.
Sus labios no se mueven.
Está pálido. Casi sin pulso, inerte.
No puede ya animarle mi ansioso brazo fuerte.
Anclada está la nave: su ruta ha concluido.
Feliz entra en el puerto de vuelta de su viaje.
La nave ya ha vencido la furia del oleaje.
Oh playas, alegraos; sonad, claras campanas
en tanto que camino con paso triste, incierto,
por el puente do está mi Capitán
para siempre extendido, helado y muerto.


(Poema de 1865 dirigido a Abraham Lincoln después de su muerte.
Versión de Nicolás Bayona Posada)

martes, 10 de agosto de 2010


En la foto: JOSELITO Y BELMONTE

Con motivo de la Feria Taurina que se celebra en Santander durante las Fiestas de Santiago, se edita desde hace tiempo una revista, “Toros”, para la que desde algunos años me piden una colaboración.
En estos tiempos en los que lo taurino ha estado tan activo, traigo hoy aquí la colaboración de este año 2010.
BELMONTE MARCÓ LOS TERRENOS
Aunque solo uno de ellos le llegó a ver torear, si sonaba el nombre de Juan Belmonte en las tertulias a las que acudía mi tío Marcelino y a las que yo asistía a veces, a todos les brillaba la mirada. Cuando me introdujo en la afición, me aconsejó que leyera “Juan Belmonte, matador de toros; su vida y sus hazañas”, del periodista republicano Manuel Chaves Nogales, publicada en 1935 después de aparecer por entregas en la “Estampa”.
- Belmonte fue un autodidacta y todo lo aprendió en la vida y en los libros, escuchando y leyendo, me dijo una tarde mi tío.
- Amigo de escritores, pintores y escultores como Pérez de Ayala, Vázquez Díaz, Romero de Torres, Sebastián Miranda o Julio Antonio, fue Valle Inclán quien le dijo que era un torero sublime y que solo le faltaba morir en la plaza.
-
Sí,- me contestó mi tío Marcelino - y ya sabes lo que le respondió Belmonte: “se hará lo que se pueda, don Ramón”. Cuando supo que Joselito, su amigo y rival en la plaza, había muerto en Talavera, dijo algo así como “ya te me has adelantado”. Para aquellos intelectuales supuso algo parecido a lo que representó Ignacio Sánchez Mejías para los escritores del 27.
Belmonte fue el primer gran torero moderno. Tuvo dinero, fama y cuentan que se llevó a la cama a las mujeres que le apetecieron. Él obligó al toro a ir por donde no quería. Si hasta entonces quien mandaba en el ruedo era el toro, con Belmonte quien marcaba los terrenos era el torero.
- Belmonte - me decía mi tío Marcelino - aportó las ideas del toreo moderno: parar y dominar; llevar al toro ceñido y toreado; no enmendarse. Si se le veía temerario, en realidad era su forma de torear, consecuencia de dominar y conocer las querencias del toro después de muchas noches de capeas en el campo.
- Debía trasmitir riesgo, porque ya sabes lo que dijo Rafael Guerra: “Darse prisa a verlo torear, porque el que no lo vea pronto no lo ve”.
Joselito y Belmonte torearon juntos muchas tardes y siendo rivales en el ruedo y para el público, consolidaron una sincera amistad. Belmonte toreó 90 corridas en 1915 y Joselito lo acompañó en 68. Si Joselito manifestaba la elegancia, el poderío y la fuerza de su juventud, Belmonte aportaba el drama, el riesgo y el conocimiento de los terrenos. Los dos trataban de llevar al público la emoción que sentían toreando
.
- El 15 de mayo de 1920 torearon juntos en Madrid - recordaba mi tío Marcelino - y el público les insultaba llamándoles ladrones y estafadores. Aquella tarde decidieron no volver a Madrid hasta que pasara un tiempo.
- En el libro que me recomendaste, Chaves Nogales cuenta que al día siguiente Joselito toreó su última tarde en Talavera. Belmonte no toreó en Madrid porque se suspendió la corrida. Lo hizo un día después para cumplir con lo firmado, sabiendo que a esa hora trasladaban el cadáver de su amigo a Sevilla. En septiembre dio por terminada la temporada. Muerto Joselito en la tragedia de Talavera, Belmonte quedó como el más importante del escalafón taurino.
- “El pasmo de Triana” lo tuvo todo y sin embargo, - me comentaba mi tío Marcelino -, el 8 de abril de 1962 se pegó un tiro en su finca después de pasear a caballo y acosar a unas becerras. Tenía miedo a envejecer, a la decadencia física. De alguna manera se lo había anunciado a sus amigos, cuando les dijo que se iría de este mundo si no podía usar las dos garrochas, la de arrear y acosar a los toros porque ya no pudiera subirse a un caballo y la otra, la de enrabietar de placer a las mujeres.
- ¿Quién sabe por qué alguien se cansa de vivir?

domingo, 8 de agosto de 2010

Modigliani (1884 – 1920) murió de tuberculosis en la miseria más absoluta.
Una escultura suya “Tete” (la de la imagen) se ha vendido hace muy poco tiempo en 43 millones de euros. Era una de las tres esculturas de Modiglini que quedaban en el mercado, fuera de los Museos.
Se ignora el nombre del comprador, porque en la subasta pujó por teléfono.

lunes, 2 de agosto de 2010

Leo "UN MAL DÍA PARA MORIR" de EMPAR FERNÁNDEZ y PABLO BONELL GOYTISOLO.
A Santiago Escalona, subinspector asimilado al cuerpo de mossos d´esquadra en la comisaría del barrio del Raval en Barcelona, su antiguo superior, el inspector Simón Garrido, que agoniza en un Hospital, le pide que investigue un posible asesinato ocurrido hace años. Simón Garrido fue quien enseñó a Escalona el oficio de policía. El encargo es que investigue la muerte de Alberto Boisgontier, estudiante y activista de izquierdas, ocurrida la tarde del 19 de noviembre de 1975 al caer a las vías de una estación y ser arrollado por el tren. Durante tres días había estado detenido y había recibido una paliza. Garrido no quiere morir sin saber las causas exactas de esa muerte que ocurrió hace más de treinta años. Sospecha que no fue un accidente y le pide a Escalona que lo averigüe. Es su último deseo. Fue "un mal día para morir".
Cuando sucedió nadie investigó el posible crimen, por la trayectoria del fallecido y porque unas horas más tarde moría Franco, que concentraba toda la atención de la policía y de los medios de comunicación.
Lo que parecía el deseo de un moribundo, se convierte en una investigación en la que Escalona remueve el pasado y descubre muchas cosas sucedidas y enterradas treinta años atrás. Nadie parece querer ayudar a Escalona a esclarecer lo ocurrido: ni la atractiva ex-novia (hija de un ministro de Franco), ni los policías que le detuvieron, ni los antiguos compañeros de partido del fallecido. Lo que aparentemente se presentaba como uno más de los crímenes impunes de la dictadura franquista, esconde la venganza de un marido engañado y una madeja de turbias relaciones sentimentales.
Muy buena novela negra, que engancha y se lee con interés.
Santiago Escalona, el personaje creado por estos dos autores es un hombre apesadumbrado a punto de cumplir los 50. Es un hombre taciturno, de pocas palabras y menos amigos, con escasa habilidad para las relaciones sociales. Su mujer le ha abandonado hace poco.
Sus compañeros son Franky Guerao y Teresa, agente de policía, que siente debilidad por el protagonista. Es la única que despierta en él una sonrisa y quien ha conseguido hacer de él un hombre casi feliz.
Libros protagonizados por Santiago Escalona y de los mismos autores
”Las cosas de la muerte”, 2006
“Mala sangre”, 2007
“Un mal día para morir”, 2009