domingo, 29 de marzo de 2020


Comentario después de leer “MORTO VIVACE” novela de JON ARRETXE.
Noche del 14 de julio, fiesta nacional en Paris, y para celebrarlo los integrantes del Coro de la Ópera de Biarritz van de cena en un bateau-mouche por el río Sena: voces de barítonos, de tenores, de bajos, de sopranos. De repente se oye un grito y aparece en el agua el cuerpo descuartizado de uno de los miembros del coro, un barítono gay. El problema surgirá cuando el forense dictamine que murió por la introducción a través del ano de un objeto puntiagudo tan largo como para perforarle el bazo, el diafragma y un pulmón.
 Los inspectores Perrot y Martínez se encargarán de esclarecer la muerte; negro uno, y magrebí el otro, ambos son policías duros, sin problemas a la hora de mostrar violencia en sus interrogatorios y habituales del ambiente del barrio de Pigalle. Tan pronto como comiencen a trabajar en la investigación ésta se les complicará. Comienzan a sucederse algunos nuevos sucesos.
Una breve (demasiado breve) novela negra, sin grandes pretensiones, pero que se lee bien. El autor intenta hacer un retrato del París del Pigalle, del Barrio Latino, de Montmartre.

lunes, 23 de marzo de 2020


Notas de cuando leí “HABANA REQUIEM” de VLADIMIR HERNANDEZ un escritor cubano afincado en Barcelona desde hace más de una década.
“Habana réquiem” es un retrato de la Cuba y de La Habana más actual. El autor conoce bien La Habana, ciudad en la que nació.
Aquella marginalidad que emergió en los noventa, consecuencia de la crisis del país, parece que lo inunda todo en La Habana actual.
Cuba se tensa en medio de la recesión y el Estado intenta maniobrar con un falso aperturismo económico, pero la mentalidad insular ha cambiado y el ciudadano de a pie ya no parece tan dócil como ha sido durante medio siglo. La marginalidad amenaza con desbordar el sistema.
En la Mazmorra, unidad de policía del distrito de Habana Vieja, los oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria, la famosa PNR, intentan enfrentarse al naufragio social, pero los propios agentes de la Ley, son unos diques muy precarios para contener tanta miseria social.
Un presunto suicidio, un violador en serie, y el cadáver de un joven negro relacionado con drogas de diseño, son los puntos de partida del argumento de esta novela. Tres tenientes de la Mazmorra: el veterano Puyol, la arribista Ana Rosa y el expeditivo Eddy, son los encargados de llevar esas investigaciones a buen destino trabajando contra reloj. Cada uno de ellos emplea métodos diferentes, pero todos comparten una máxima emblemática: «Ser un buen poli implica ensuciarse las manos».
Eduardo Serrat, Eddy, es teniente de policía en la 2ª Unidad de la Habana Vieja, conocida como La Mazmorra. Bastante bruto en sus métodos de trabajo. Es quien investiga el asesinato de un traficante de drogas de diseño. Puyol es un veterano, trabajador, disciplinado y muy preocupado por su familia. Investiga un aparente suicidio; el no cree que sea tal.
Ana Rosa Iznaga, teniente de 32 años, casada. Su máximo interés es ascender. Investiga los crímenes de un violador en serie que sodomiza ancianas.
Una novela de género negro, entretenida, dura, bien escrita, con personajes singulares muy definidos y muy distintos entre sí,que te acercan a una ciudad que se derrumba y a la gente que intenta sobrevivir en ella.
Hay una Habana oculta a los turistas que muy poca gente conoce, porque todos se empeñan en ocultarla. Una Habana que da miedo, donde los policías extorsionan a las jineteras y a los vendedores ambulantes, donde existe una burguesía de barrios residenciales y coches último modelo solo al alcance de los allegados al régimen. Llama la atención que, siendo Cuba un país constitucionalmente comunista, sin libertades, haya tribus urbanas (aparecen en alguna novela de Padura) más propias de otras ciudades y que proliferen las drogas de diseño.
Como dice el propio autor: “La política y el comentario social están en el subtexto de lo narrado, disponible para el lector inquieto”.
¿Qué es lo que denunciaría de la situación actual cubana?, le preguntaron al autor y éste respondió: Si fuera el caso, denunciaría la situación de incertidumbre que se vive allí. La impresión de que el presente está en manos de ciertas potestades que no conectan con las necesidades de la mayoría”.

viernes, 20 de marzo de 2020

“TRAGO AMARGO” o “LA BEBIDA AMARGA” del pintor flamenco ADRIAEN BROUWER (1605 – 1683)

miércoles, 18 de marzo de 2020


Pensemos hoy en los que se ven afectados en sus empleos, en sus trabajos, en sus profesiones.
Todo saldrá bien y un día, cuando haya pasado esta pesadilla, recordaremos: yo también estuve ahí.

domingo, 15 de marzo de 2020

TODO SALDRÁ BIEN

martes, 10 de marzo de 2020



Hace algún tiempo leí “El Pacto de Santoña (1937), la rendición del nacionalismo vasco al fascismo” de Xuan Cándamo y hace menos tiempo he leído “El otro Pacto de Santoña” de Iñaki Anasagasti y Koldo San Sebastián, que trata de puntualizar o contestar al anterior.
Se conoce cmo el Pacto de Santoña a la rendición en agosto de 1937 de los “gudaris”, el Eusko Gudarostea o Ejército Nacionalista Vasco” al Ejército italiano. En el Eusko Gudarostea había también batallones del PSOE, de la UGT, de la CNT, de la ANV… El Pacto se hizo a espaldas del Gobierno de la II República.
El PNV ha debido aceptar el hecho histórico, aunque con matizaciones o justificaciones: se trataba de evitar más muertes ante una situación de guerra perdida y el Gobierno republicano no había cumplido con los nacionalistas vascos; no había respondido a las peticiones de ayuda del Presidente Aguirre ante los avances de las tropas sublevadas.
El propio Presidente Aguirre hizo frente al tema en su “Informe del Presidente Aguirre al Gobierno de la República”, un informe de 443 páginas.
El Gobierno vasco abandonó Bilbao el 17 de junio de 1937 y se estableció en Villaverde de Trucíos. Bilbao quedó en manos de una Junta de Defensa presidida por el General Gámir.
Las negociaciones entre los nacionalistas vascos y los militares italianos comenzaron el 11 de mayo de 1937 y concluyeron con la firma del Pacto en el Hotel Miramar de Biarritz el 18 de agosto de 1937. Por los vascos negociaba Alberto Onanindia, un cura nacionalista, con el apoyo de Juan Ajuriaguerra, Presidente del E.B.B. y por los italianos Francesco Cavalletti, cónsul italiano en San Sebastián. De las negociaciones estuvieron informados Franco y el Vaticano.
Se pactaba que los nacionalistas podían salir por mar desde Santoña y quienes no lo hicieran quedarían bajo custodia de los italianos. El Lendakari no parece que estuviera de acuerdo con aquel Pacto. El Ejército republicano del Norte sintió el abandono del Ejército vasco.
Los batallones vascos se rindieron prácticamente con la entrega de Bilbao el 19 de junio de 1937, dejando intacta la industria y 2 millones de balas en los polvorines.
El 14 de agosto, italianos y españoles sublevados comenzaron su ofensiva para tomar Santander por Reinosa y El Escudo. Después de la caía de Bilbao, el PNV quería sacar a Euskadi de la guerra. Se trataba de evitar el ataque a los batallones vascos que se fueron concentrando en Laredo y Santoña para facilitar su rendición a los italianos.
El 23 de agosto de 1937 se llegó a declarar la “República Vasca de Santoña” con otras localidades como Laredo donde estaba el E.B.B. Se formó una Junta de Defensa con cinco miembros del PNV y uno de ANV.
El 24 de agosto se firmaba la rendición de los batallones del Euzko Gudarostea, más tres batallones anarquistas y uno de las Juventudes Socialistas Unificadas. Se calcula que serían 30.000 los rendidos, aunque Anasagasti y San Sebastián rebajan la cifra a 11.000. 14 dirigentes políticos y sindicales fueron fusilados. Juan Ajuriaguerra que llegó a Santoña desde el sur de Francia, estuvo 800 días pendiente de su condena a muerte.  
En noviembre de 1937 se calcula que 11.000 gudaris habían sido puestos en libertad, 5.400 estaban integrados en batallones de trabajo y 5.600 estaban en prisión, en El Dueso.
El Pacto de Santoña pasó a ser un tema que a nadie le interesaba remover. José Antonio Aguirre trabajó para que el tema pasara al olvido. Los italianos se sintieron humillados porque los franquistas no respetaron los contenidos del Pacto; los franquistas no querían descubrir la existencia de la ayuda extranjera y los republicanos descubrirían la división entre sus filas y les interesaba mantener su alianza con el PNV.
El padre Onaindía, el cura nacionalista, culto, buen escritor y defensor de la democracia cristiana, que había sido negociador del PNV con los italianos, guardó silencio por fidelidad a Aguirre y al PNV y solo hasta 1983 publicó toda la documentación que había guardado y conservado, en un libro silenciado por el nacionalismo vasco.

martes, 3 de marzo de 2020

“Irún por la tarde” óleo de Darío de Regoyos (1857 – 1913)