miércoles, 17 de noviembre de 2010



EL SAHARA Y LA TIBIEZA DE ESPAÑA
El Sahara Occidental fue una colonia española que España abandonó, permitiendo que Marruecos, por la fuerza y con total impunidad, ocupara militarmente aquel territorio, sin título jurídico ni legitimidad alguna para ello y con la única justificación de un afán expansionista. Marruecos no ha atendido las múltiples Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de otras instancias internacionales, que han reconocido expresamente el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Marruecos no ha tenido legitimidad de soberanía alguna sobre el territorio del Sahara Occidental.
Han pasado 35 años desde aquella Marcha Verde que puso fin a la presencia española en el Sahara Occidental. Quizá la juventud de algunos de nuestros responsables políticos les impida conocer estas cosas de nuestra historia reciente.
El problema del Sahara Occidental es un problema político, militar y diplomático, pero es además y sobre todo, una enorme tragedia humana, porque hay un pueblo, el saharaui, condenado a sobrevivir en el desierto de un país que no es el suyo, o en un territorio que, siendo suyo, permanece usurpado y ocupado militarmente por Marruecos.
La solidaridad y apoyo a la causa saharaui de la mayoría de la opinión pública española, no ha tenido ni antes ni ahora el apoyo consecuente del gobierno y de la diplomacia española. Ante el Sahara Occidental, España no puede ni debe ser neutral ni equidistante. El gobierno de España no puede continuar con la actual tibieza y el gobierno de Francia no puede seguir bloqueando las decisiones de la Comunidad internacional.
El gesto de buena voluntad del Frente Polisario, declarando un alto el fuego y abriendo un periodo de conversaciones con el Gobierno de Marruecos, no ha logrado los efectos deseados, y la indolencia e inoperancia de la comunidad internacional en este problema está arrastrando a los saharauis a la desesperación, a la frustración y a que aumente la corriente de los saharauis que desean volver a tomar las armas como único método para enfrentarse a Marruecos, para reivindicar su territorio y para buscar una respuesta eficiente de la Comunidad internacional.
Si el conflicto entre saharauis y marroquíes se radicaliza aun más, la culpa puede tener nombres y apellidos cercanos, en las dos orillas del Estrecho, y todo ello con el silencio y la incapacidad de las propias Naciones Unidas, cuyo contingente militar desplazado en el Sahara Occidental ha sido un testigo sospechosamente mudo ante lo ocurrido en su entorno en los últimos días.
La agresividad verbal intempestiva del responsable de Exteriores de Marruecos Taieb Fassi Fihri en su viaje a Madrid en este mes de noviembre, la actuación de la policía, de las fuerzas armadas marroquíes y de los colonos paramilitares al servicio de Rabat agrediendo a periodistas españoles en los juicios a activistas saharauis detenidos por viajar a Argelia hace un año, los ataques a los saharauis en el campamento de Agdaim Izik, en el Aaiúm o en Saguía El Hamra, arrasando todo lo que humana y materialmente tuviera color saharaui, merecía una respuesta mucho más contundente del Gobierno de España, porque el Gobierno de España no ha hecho todo lo que tenía que hacer.
A pesar del silencio de muerte impuesto por Marruecos a cualquier información de lo ocurrido para que no hubiera testigos, han llegado a los medios de comunicación los dramáticos testimonios de lo que ha sucedido en estos días en el Sahara Occidental ocupado por Marruecos.
España sigue teniendo la responsabilidad moral e histórica de liderar una solución pacífica, justa y duradera en el conflicto del Sahara Occidental y abandonar definitivamente la tibieza actual y la actitud de condescendía ante el Monarca alauita Mohamed VI.
La protesta del campamento de Agdaim Izik, a quince kilómetros de El Aaiúm, es la protesta de los saharauis más desconocidos, de una nueva generación de saharauis que no vivió directamente la tragedia de su pueblo, cuando el proceso no resuelto de descolonización y la ocupación por Marruecos obligó a sus mayores a huir a Tinduf o a esconderse o entregarse sumisos a los ocupantes. Es una generación que, sin obediencia directa al Frente Polisario, se siente marginada en su propio territorio, expoliada de lo que su tierra produce y excluida de diseñar su propio futuro. Marruecos, como lo ha hecho en los últimos 35 años, volverá a intentar comprar las voluntades de estos saharauis con prebendas a cambio de sumisión y vasallaje. La protesta del campamento de Agdaim Izik ha puesto de manifiesto ante la comunidad internacional, España incluida, que el reparto de subsidios, empleos, cargos y viviendas a desertores no ha doblegado la voluntad de esa generación de activistas saharauis.
Si esa Comunidad internacional, España incluida, se siente tranquila en su conciencia con vagas e inútiles declaraciones y no ofrece soluciones estables a un problema real, estará colaborando a mantener vigente un serio problema en el Magreb.

(Artículo publicado en El Diario Montañés de Santander el lunes 15 de noviembre de 2010)

2 comentarios:

alfonso dijo...


· Desde la poca credibilidad que me da el carecer de datos estadísticos, o resultados de encuestas, me aventuro a afirmar que el corazón de los españoles está siempre al lado de la causa saharaui Por esta razón, me desagrada que ninguno de los gobiernos que 'nos representan' han actuado con la legitimidad necesaria, respondiendo al sentir de la ciudadanía. Tenemos los españoles una desconfianza bien arraigada sobre nuestro vecino del sur y su padrino. Nuestro desconsuelo, por la inoperancia de los sucesivos gobiernos, no es nada comparado con el sufrimiento del pueblo saharaui. Está claro que las mayores cárceles al aire libre, en el mundo, en el Sahara y en Palestina, no parecen ser suficiente motivo de urgencia para que nuestros gobernantes adopten decisiones políticas en el sentido que demandamos.
· Y aún así... votamos. No sé si por estupidez o masoquismo.

· Saludos desde la única ciudad del norte que mira al sur.

CR & LMA
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Escéptico dijo...

Ñoco le bolo: gracias por tu comentario a mi artículo. Una pequeña anotación, si me lo permites: los casos de Palestina y el Sahara Occidental, teniendo algunos parecidos, no son casos similares, fundamentalmente por su origen.