lunes, 15 de junio de 2009



ALBERTO GARCIA ALIX

“DE DONDE NO SE VUELVE”

En la fotografía, destino y presente sueñan en el latir
de un fragmento de tiempo, un permanente pasado
”.

La exposición comisariada por Nicolás Combarro “De donde no se vuelve”, de un Alberto García Alix en estado puro, que se ha podido ver en el Museo Reina Sofía de Madrid entre noviembre de 2008 y febrero de 2009, ofrecía bastante más que una selección de más de 200 fotografías en blanco y negro, realizadas entre 1976 y 2008, preparadas después de revisar 100.000 copias. Buscaba y conseguía “una narración que hilara el pasado y el presente, desde 1976, cuando empecé a hacer fotos”.

Mientras recorría las salas del Reina Sofía, un edificio que un día fuera hospital, era consciente de recibir el testimonio de una crónica vital y personal de García Alix, de un viaje por donde nos conducía el autor sin la certeza del retorno, de una sucesión de ausencias y presencias, de espacios sujetos en la retina intencionadamente vacíos, de personajes conocidos algunos y anónimos la mayoría, de rostros canallas, de retazos de malditismo, de instantes de vida y de muerte, de provocación no buscada porque es la que ofrece la realidad.

Han pasado muchas cosas en treinta años”.

Todo lo que veía y me seducía, lo impregnaba el vigor y el talento de quien ha sido algo más que testigo morboso de lo observado, porque la exposición es una confesión voluntaria y propia de Alberto García Alix, porque el no ha sido un espectador, sino que forma parte, como superviviente sin necesidad de sentirse arrepentido, de esos mundos frágiles que traslada a la fotografía.

Si ayer fotografiaba silencios, hoy fotografío mi propia voz”.

El puede narrar la historia de un entorno que naufragaba por la heroína o el sida. Si no hubiera sido así, no nos hubiera podido acercar al ritual de la provocación, a la ceremonia del chute de heroína con dimensión de homenaje, a la densidad de una mirada de quien solo espera el vacío, el dolor o la muerte.

Nuestro error fue que nuestra mística estaba anclada a una época destructiva”.

El autor está presente, desde el dolor y el amor, en los nichos de los rascacielos de Pekín, en las ruinas de una calle, en la tristeza de las habitaciones de hoteles sin nombre, de sexos ofrecidos que no son origen de mundo alguno, de rostros de hombres y mujeres de camino a dios sabe dónde que se llaman o llamaban Teresa, Fernando, Rosa, Wily, Manolo, Chito, Magui, Ángel, Jacinto, Sonia, Cuca, Susana...., con las que Alberto García Alix se ha cruzado en algún momento de su vida.

La fotografía encadena mi memoria”. “Camino sin saber donde voy”.

Alberto García Alix (León 1956) expuso por primera vez en 1981 y en 1999 se le concedió el Premio Nacional de Fotografía. Su obra ha sido expuesta en diferentes países, se ha reproducido en numerosas publicaciones y ha sido objeto de estudio en diferentes ensayos y revistas especializadas.

Siempre han destacado sus retratos en blanco y negro, sus series dedicadas a la motos (Harley Davidson, con preferencia), a los tatuajes, a las estrellas del porno, a los yonquis, a las noches de rock, aunque hoy, después de superar sus miedos en un duro proceso de introspección y reflexión y una grave enfermedad en Paris en el pasado 2003, ha comenzado, y más desde que viajó a Pekín, series de fotografías más abstractas, más libres y más reflexivas, yendo más allá de su entorno, tratando de comprender mejor lo que le es más ajeno.

También en esta ocasión hubiera podido repetir que “es una mirada a mi interior, una búsqueda de mi identidad”, una frase con la que ha definido alguno de sus proyectos expositivos. Coincidiendo con la exposición se ha publicado “Moriremos mirando” en el que se recoge toda su obra escrita entre 1987 y 2008.

“Si - como escribe Ray Loriga- toda fotografía es en suma un espejo, quienes nos miran del otro lado de esos retratos no son nunca otros, somos, finalmente y desde el principio, nosotros”.

(artículo publicado en el nº 6 de la Revista QVORVM"


2 comentarios:

Sotogrande dijo...

de donde no se vuelve..., ya lo has dicho bien.

Escéptico dijo...

Ese era el curioso título de la exposición.