“LA PUERTA GIRATORIA O RETRATO DE BEGOÑA DE LA SOTA”,
óleo de 1927 de ANTONIO GUEZALA (1889 – 1956) en el Museo de Bellas Artes de
Bilbao.
Un espacio para reflexionar y compartir
El 3 de mayo de 1963, en un “almuerzo
fraternal” ofrecido por el PCF, Pierre Gosnat, miembro del PCF, hizo un brindis
al camarada Federico Sánchez que, bajo ese nombre, Jorge Semprún había ganado
dos días antes el Premio Formentor de literatura. En España, la prensa
franquista con ABC a la cabeza atacó al premiado “como típico representante de
la diáspora roja del odio y del rencor”.
El 1 de mayo de 1964 se entregaba el
Premio Formentor que Semprún había ganado con “El largo viaje”. Le entregaron a
Semprún las ediciones de las trece traducciones que se publicaban
simultáneamente. Se levantó Carlos Barral, se dieron un abrazo y entregó al
autor un libro con las hojas en blanco porque la censura había prohibido su
publicación en España.
Semprún había
comenzado a escribir su primera novela mientras estaba en la clandestinidad en
Madrid, a comienzos de 1961.
Durante el franquismo, Semprún coincidió en un piso
franco de Madrid con dos militantes del PCE. Uno de ellos, Manuel
Azaustre, había estado en Mauthausen y un día le relató sus penalidades.
A Semprún, la narración le pareció verdadera, pero inarticulada e insuficiente.
Pensó que Azaustre, aunque había vivido la experiencia del campo de
concentración, no sabía cómo transmitirla. Quiso entonces contar esa misma
historia con sus propias palabras, de manera que su recreación literaria fuera
capaz de transmitir la esencia de lo que era un campo de
concentración. “El largo viaje”, por tanto, no
reflejaría solo una vivencia propia, también una historia ajena. En “El largo
viaje”, Semprún asume como una obligación intelectual y política expresar
su propia experiencia concentracionaria, para paliar lo que no pueden o no
saben expresar Azaustre y muchos otros.
Cuando el
libro fue publicado en 1963, ya se delineaban sus desacuerdos con la dirección
del PCE y había sido relevado de sus tareas clandestinas. “El largo viaje” no
refleja disenso alguno con el partido comunista; solamente se advierte cierta
heterodoxia en las lecturas de Gérard, su alter ego.
Es el relato del viaje a la certidumbre de
la muerte: el viaje en tren de Gérard (nombre de guerra del joven combatiente
de la resistencia, álter ego del autor), desde su salida de la cárcel de
Compiegne con destino a Weimar, en cuyas cercanías se ubica el campo de
concentración de Buchenwald. Y es también la novela que contiene, implícito, el
relato de otro viaje: el viaje a la vida, a la escritura.
De la gestación y escritura de la novela
tenemos hoy abundantes datos, revelados por el autor en ese libro fundamental
para entender la obra de Semprún que es “La escritura o la vida” (1995),
o bien en otros libros autobiográficos como “Adiós, luz de veranos” …
(1998). En el primero, habla el autor del modo en que fue escrita («de un
tirón, sin recuperar el aliento») y del tiempo y el espacio en que la escribió:
en 1961 en Madrid, en un piso clandestino de la calle Concepción Bahamonde,
cuando el joven Gérard se había transformado en el militante y dirigente del
PCE Federico Sánchez. En esa reflexión sobre las relaciones entre la memoria de
la muerte y la escritura, revela también Semprún las causas de haber aplazado
durante tanto tiempo el relato de este largo viaje a la certidumbre de la
muerte: la necesidad de olvidar para después, desde la distancia, darse cuenta
y poder así dar cuenta de todo ello (certeza ya expresada en la propia novela,
si bien todavía sólo como una nebulosa intención), salvando, desde la lejanía y
el silencio, lo literario de un relato que no debería convertirse en otro más
de los previsibles relatos de exdeportados que ya en 1945 empezaban a oírse.
El relato de “El largo viaje”
arranca en la quinta noche de este. El presente narrativo se cubre básicamente
a partir de la conversación de Gérard y el chico de Semur, personaje ficticio,
cuya presencia y cuya voz –la de la razón– humaniza esa travesía transida de
silencio, dolor, angustia, rabia, odio, muerte… Es el compañero en quien Gérard
se apoya, con quien comparte los incidentes del presente y los recuerdos de la
vida dejada atrás. Narrativamente es un contrapunto que enriquece el relato,
porque es otra voz distinta, que completa la del narrador y propicia nuevas
meditaciones y recuerdos y hasta anticipaciones, al ser el tiempo de la
escritura muy posterior al de los hechos del presente, cubriendo también el
relato el tramo del silencio. Que ese vaivén de tiempos tan característico en
la narrativa de Semprún –un ir y venir en el tiempo, entre anticipaciones y
vueltas atrás, ininterrumpidamente, en una sucesión de capas de imágenes que se
superponen pese a proceder de instantes o experiencias muy dispares– no es
simple artificio retórico (derivado, por ejemplo, de la confesada filiación
proustiana del autor) se advierte en la naturalidad con que sobrevienen y
encajan en el discurso, pese al modo cada vez más brusco de los tránsitos y
pese al ritmo acelerado con que se suceden.
En una entrevista después de publicar la
novela en “Gallimar”, Semprún declara; “El largo viaje” es el de ciento
veinte deportados en un vagón de mercancías que son conducidos de Compiégne a
Buchenwald y es también el viaje interior en la memoria y los recuerdos, y en
la anticipación del futuro del personaje principal”.
Notas después de leer la novela “EL CASO DE LAS
JAPONESAS MUERTAS” de ANTONIO
MERCERO
Reincorporada a la
Brigada tras la cirugía de reasignación de sexo, Sofía Luna se ve obligada a
investigar un misterioso caso. ¿Quién es el asesino que escoge a sus víctimas,
todas japonesas, en el centro turístico de Madrid? Todo parece apuntar hacia el
mundo de los viajes turísticos organizados y el de personas asexuales, un grupo
que rechaza la hipersexualidad de la vida moderna y tiene como animal favorito
la estrella de mar.
El asesino deja pintadas en los lugares
más turísticos de la ciudad y sus víctimas parecen tener, además de la
nacionalidad, un segundo rasgo en común: todas son asexuales.
Luna y su equipo,
al que se suma una traductora de japonés, tendrán que trabajar bajo una fuerte
presión mediática, sobre todo cuando desaparece la hija del embajador de Japón.
A este caso se suma otro que golpea a la inspectora: su padre, con el que no se
habla desde hace años, ha matado a un hombre, supuestamente en legítima defensa. Y la
investigación empieza a revelar detalles insospechados.
Una novela entretenida, escrita por un
buen artesano de las letras que sabe el oficio.
Notas después de leer “LUNÁTICA” de ANDREA MOMOITIO
El 9 de noviembre de
1977, el cadáver de María Isabel Gutiérrez Velasco aparece calcinado en una
celda de la prisión de Basauri (Bizkaia). Murió a los 23 años con un hijo a
punto de cumplir los cinco. Ella estaba esperando el traslado a un centro psiquiátrico de Madrid. Sus
compañeras no se creyeron la versión oficial y esos días declararon una huelga
de prostitutas en Bilbao. De la mano de otros colectivos políticos, organizaron
manifestaciones y encierros para exigir la amnistía de las y los presos
sociales y la derogación de leyes franquistas que afectaban especialmente a
determinados colectivos. La Ley de Peligrosidad y
Rehabilitación Social, no fue derogada hasta 1995.
¿Pero ¿quién era
María Isabel? La periodista Andrea Momoito, emprende en este texto una búsqueda
originalísima, apasionada, a ratos caótica, marginal y detectivesca. Un crudo y
tierno retrato de los márgenes de la sociedad, y una denuncia ácida de los mecanismos
de represión.
La autora
intenta hacer algo de justicia histórica y feminista, rescatando del olvido la
historia de María Isabel, una mujer marginalizada por su condición de
prostituta, con diversidad mental y puntualmente presa.
Un libro
que recoge voces de personas cercanas a la protagonista y de personas
vinculadas a movimientos sociales que vivieron la Transición. Un ejercicio que
retrata algunos de los no-lugares más desconocidos de Bilbao y de Santander en
la década de los setenta.
Dice la autora:
"Ha sido un proceso muy largo, tedioso, caro, y ahora tengo un mono
importante. Durante los últimos años de mi vida me he dedicado a preguntar a
personas en cada esquina, casi de manera aleatoria y enfermiza, si conocían a
María Isabel o algo de su entorno".
Momoitio quizá sea la
persona que más conoce a María Isabel: "Me da mucha pena no haber
encontrado a nadie que dijera que fue su amigo. Me
da mucha pena pensar que a lo mejor nunca tuvo uno", reflexiona al
respecto.
Notas después de leer el ensayo ”Ortega y
Gasset y Antonio Machado. El dilema de las dos Españas” de Pedro Menchén.
El autor indaga en la relación entre dos
personalidades bastante alejadas humana e ideológicamente y que procedían de
dos familias muy diferentes. Ortega nació en 1883 y Antonio Machado en 1875.
Mantuvieron correspondencia entre 1912 y 1927 y se conservan 15 cartas de
Antonio Machado a Ortega.
En 1913, Manuel García Morente, envía a
Antonio Machado el documento de “La Liga para la Educación Política Española”,
texto que había sido redactado por Ortega. A. Machado se adhiere pronto al
Manifiesto, aunque comentará Unamuno un tiempo después (16.01.15) que del
documento de Ortega se desprendía “un mal disimulado aristocratismo”.
El 14.02.31, Ortega, Marañón y Pérez de
Ayala acuden a Segovia para presentar en el teatro Juan Bravo, “La Agrupación
al Servicio de la República”. Eligen Segovia porque allí reside Antonio Machado
que era presidente honorifico de la Agrupación. Meses más tarde Machado se
mantuvo fuel a la República y Ortega comenzó a cuestionarla: “no es esto no es
esto”, escribirá entonces.
El 30 de agosto de 1936 Ortega abandona
Madrid en compañía de su mujer e hijos y desde Alicante llegan a Francia.,
Regresó a España en 1945 y nunca llegó a hablar ni a favor ni en contra de la
Dictadura.
Antonio Machado permaneció en España y
puso al servicio de la República su vida y su pluma. Formó parte de la Alianza
de Intelectuales Antifascistas. La desafección de Ortega hacia la República y
las declaraciones de Marañón le dolieron a Machado.
Antonio Machado y Ortega coincidieron en
su fobia al deporte, en no otorgar a Cataluña nada más que una moderada
autonomía, en su aversión hacia la iglesia católica y hacia el clero, no fueron
hombres de partido y ambos tenían una idea similar de lo que debía ser la
patria.
Es un libro de 2020, con algunas
afirmaciones discutibles, como cuando escribe sobre las relaciones de A.
Machado y “Guiomar” y ciertas referencias biográficas de interés, aunque el
contenido del libro no responde con exactitud al título.
Helga de Alvear falleció el pasado 3 de febrero.
Traigo aquí el texto: “HELGA DE ALVEAR, LA PASIÓN POR UNA COLECCIÓN” que
publiqué en mi libro “DE MI CUADERNO DE NOTAS”.
Helga de Alvear (Helga Müller de soltera)
compraba su primera obra de arte en 1967, creo que fue un cuadro de Fernando
Zobel. Conoció entonces a los artistas del Grupo de Cuenca y de El Paso y
aprendió con Juana Mordó con la que trabajó en su Galería. Cuando Juan Mordó
falleció, Helga asumió la gestión de la Galería y en 1995 abrió su propio
espacio expositivo, apoyando el arte contemporáneo más internacional.
Miembro de una rica familia alemana, Helga
de Alvear llegó a España en 1957 para aprender español, después de estudiar
inglés en Londres y francés en Suiza. Aquí conoció al arquitecto cordobés Jaime
de Alvear con quien se casó y fijó su residencia en Madrid.
Ha ido reuniendo la que quizá es hoy la
más importante colección privada de arte contemporáneo en España, que suma más
de 3.000 piezas de 500 artistas de los cinco continentes. Sigue siendo una
colección de difícil cuantificación económica, que se mantiene abierta y viva y
que puede ser compartida y estudiada. Calvo Serraller ha dicho que “la
colección de Helga de Alvear es la más importante de arte internacional que se
ha formado en España en las últimas décadas”. La colección permite comprender
la compleja evolución del arte contemporáneo.
Desde 2021 parte de la colección (unas 150
obras de más de 100 artistas), se puede ver en el Museo de Arte Contemporáneo
Helga de Alvear en Cáceres. Un Museo obra de los arquitectos Emilio Tuñón y
Luis Moreno Mansilla, que incluyó la rehabilitación del edificio modernista
Casa Grande, construido en 1916, donde hasta ahora exponía la Fundación Helga
de Alvear. Luis Moreno Mansilla no vio terminado el proyecto porque falleció en
2012.
Desde su compromiso con el arte
contemporáneo, siempre ha mantenido la idea del coleccionismo como actividad
privada con vocación pública. Es una colección amplia, con un listado de
autores que impresiona, que incluye estilos y técnicas que muestran la riqueza
y la variedad de la creación contemporánea. En el Museo se puede ver la primera
edición de Los Grabados de Goya, para manifestar su influencia en el arte
actual.
“A mí me
interesa el arte contemporáneo, porque nos habla de nuestro tiempo y de
nosotros mismos, porque crea y desarrolla lenguajes que pueden explicarnos, de
manera nueva, el mundo que nos ha tocado vivir y del que a menudo sólo rozamos
la superficie”, dice Helga de Alvear.
A
las 9:10 del sábado 23 de mayo de 1981, cuando solo habían pasado tres meses
del intento de golpe de Estado, un grupo de hombres armados con pistolas y metralletas
asaltaba el Banco Central de Barcelona. Exigían la liberación de Tejero y otros
implicados en el 23F bajo amenaza de dinamitar el banco con casi 300 personas
dentro. Comenzaba el secuestro con más rehenes de la historia de España y uno
de los misterios de la Transición.
¿Quién estaba detrás del golpe y cuál era su objetivo? ¿Fue una conspiración
desestabilizadora de la extrema derecha o un intento de robo a mano armada con
bastante imaginación?
La
periodista Mar Padilla, autora de este libro, ha hablado con el líder de la
banda de atracadores, José Juan Martínez, con fiscales, jueces, periodistas,
rehenes y espías de los servicios secretos, y de ese conjunto de testimonios,
no siempre coincidentes, surge este relato: “Asalto al Banco Central”.
José
Juan Martínez
Gómez
es el protagonista del relato. Desde joven
tiene claro que no quiere un trabajo normal. El libro retrata un momento de
vulnerabilidad de la democracia española. Los atracadores utilizaron a los condenados por el 23F y de forma más
particular la figura de Antonio Tejero, pero lo único que buscaban era el
dinero del banco.
Los
asaltantes llamaron al “Diario de Barcelona” para
avisar de que habían dejado una nota en una cabina telefónica con sus
peticiones. Entre ellas, "la libertad de cuatro militares héroes del 23 de
febrero", incluido "nuestro valiente teniente coronel Tejero". En el comunicado amenazan con que, si en 72
horas no disponen de dos aviones para que puedan huir los golpistas
encarcelados y ellos mismos a Argentina, comenzarán a ejecutar a los rehenes.
La autora nos acerca
a varios momentos surrealistas que se sucedieron en aquellas horas que duró el
asalto: el presidente del Gobierno, Leopoldo
Calvo-Sotelo, vincula el asalto con la extrema derecha; un rehén escucha: "Esto no es un atraco. Es un
movimiento político. No venimos a por dinero"; el vicepresidente, Rodolfo Martín Villa, propone disolver la
Guardia Civil;
el móvil militar fue alimentado por la
propia Guardia Civil pese a que algunas voces autorizadas comenzaron a
descartarlo con el paso de las horas.
Los
asaltantes fueron unos pícaros de la transición, porque supieron leer la
vulnerabilidad del Estado y colarse por esa grieta de desconfianza entre
algunos miembros de las fuerzas de seguridad y del Gobierno. Está muy claro que
eran ladrones y que iban a robar dinero.
Un relato bien escrito que se lee con
interés.
Franco ha muerto y el
Rey Juan Carlos I parece decidido a que España sea una democracia parlamentaria
de corte occidental, pero hay dos graves escollos: ETA, que sigue asesinando y
el resurgimiento de la extrema derecha. Ambas, están dispuestas a boicotear el
proceso de transición de la dictadura a la democracia. En este clima, el
periodista Fernando del Corral es requerido por su periódico para que regrese a
Madrid y abandone su puesto de corresponsal en Varsovia y se dedique a
investigar quién está detrás de los atentados de los últimos meses que llevan
el sello de la extrema derecha. El rastro de quienes boicotean el proceso con
armas y explosivos nos llevará hasta Tánger ciudad
en la que se desvelarán los apoyos que esos grupos de extrema derecha han
recibido en esos intensos meses de 1976. El periodista
relatará los convulsos acontecimientos de 1976: la muerte de los obreros en
Vitoria, los graves incidentes de los carlistas en Montejurra, la débil
convicción del presidente Arias Navarro frente a las aspiraciones reformistas
del Rey y de otros políticos como Areilza, Fraga, Suárez, Calvo Sotelo,
Garrigues y Osorio. Asistiremos al éxito del monarca en su viaje a Estados
Unidos en busca del apoyo internacional, la inauguración del diario El País,
así como la agrupación de la oposición comunista, socialista y nacionalista en
la conocida «Platajunta». La novela nos aproxima en una mezcla de tramar
policiaca e investigación periodística; a acontecimientos de nuestra historia
reciente. Reúne con acierto ingredientes de una novela de ficción, pero con un
trasfondo real en el que se mezclan los episodios vividos con situaciones y
personajes creados por el autor, que describe
con realismo la vida cotidiana de un diario, el compromiso de la redacción con
la investigación, y el día a día de unos meses que fueron decisivos para que
hoy España sea una democracia.
“Hay un fondo histórico que es el
auténtico, Fernando del Corral es inventado, pero lo que ocurre, lo que lo que
hay en el día a día de la novela, es lo que pasó de verdad en 1976”, explica el
escritor.