martes, 13 de noviembre de 2018


Notas de cuando leí “Recordarán tu nombre” de Lorenzo Silva
En “Recordarán tu nombre”,  Lorenzo Silva narra en primera persona cómo descubrió un momento heroico, trágico y olvidado de la historia española. En la historia de la sublevación militar en Barcelona el 19 de julio de 1936, cuando el general Goded desafía la legalidad republicana y frente a esa actitud, está la decisión del general Aranguren, el máximo responsable de la Guardia Civil, que optó por defender la legalidad y la democracia.
"Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor". Con estas palabras respondía ese 19 de julio Aranguren a la petición de adhesión a los sublevados que le hacía el general Manuel Goded, el que fuera su compañero de armas en la Segunda Guerra de Marruecos y ahora jefe del alzamiento en Barcelona, en una llamada telefónica a su puesto de mando en la Conselleria de Gobernación de la Generalitat Catalana, que tenía las competencias de orden público.
Lorenzo Silva nos acerca a esta historia de un héroe olvidado. Un hombre que fue capaz de anteponer la lealtad y su sentido del deber a las órdenes de quienes acabarían haciéndose con el poder.
La negativa del general José Aranguren a colaborar con el alzamiento de 1936, acabaría costándole la vida.
La figura del general José Aranguren, asegura Lorenzo Silva, “cambió la historia de España” porque hizo fracasar el golpe de estado del 36 en Barcelona. “De haber triunfado el golpe en Cataluña, la República hubiera quedado sin conexión con Francia y la guerra hubiera durado mes y medio”.
Dos nacionalistas catalanes como Frederic Escofet, entonces comisario general de Orden Público de la Generalitat, y el diputado Rubió y Tudurí, admiten en sus memorias que "fue la Guardia Civil la que decidió la jornada y, si se hubiera ido con los rebeldes, el golpe habría triunfado".
Lorenzo Silva nos cuenta la historia del general Aranguren con hechos documentados y acreditados.
Dice Lorenzo Silva: "La Historia se ve mejor a través de los ojos de los derrotados; no de los bandos derrotados, sino de las personas derrotadas, que suele haberlas en los dos bandos”.
A Silva le agarró la historia de Aranguren cuando vio su fotografía y vio en ella la cara de su abuelo Manuel, que no fue guardia civil sino guardia de seguridad, "y no lo mataron, pero sí le echaron de la policía y su vida quedó truncada también por la guerra".
El general Aranguren, con su negativa a quebrantar su sentido del deber, "demostró que la barbarie era opcional", no necesaria, aunque conduciéndose así se expusiera a la persecución, a "un juicio deleznable" revestido de apariencia de legalidad y, al final, a una ejecución vergonzante para un hombre de honor: fusilado el 22 abril del 1939 en una silla, porque las lesiones producto de un accidente de coche le impedían ponerse en pie.
Lorenzo Silva considera que "la sociedad española es rehén" todavía de algunos de los discursos o relatos que sobreviven en los dos bandos. De ahí que demande que, desde un lado, se suelte lastre con la figura de Franco, alguien absolutamente "irrecuperable" en su opinión, como denota el hecho de que mandara fusilar, aunque fuera sentado, a quien fuera antiguo compañero de armas, de origen ferrolano como él, medio pariente y hasta amigo.
Aranguren y Franco tuvieron un trato estrecho cuando coincidieron durante unos meses en 1932 en Galicia, el primero como jefe de la Guardia Civil en Galicia y el segundo como mando de la 15ª Brigada de Infantería de Galicia. Con frecuencia cada uno visitaba al otro en su domicilio acompañado de su familia, pero eso no impidió a Franco fusilar a Aranguren tras el triunfo nacional y desoír todas las peticiones de clemencia de la familia: "Cuando Franco ordena que lo fusilen, ordena fusilar a alguien cuyos hijos conoce, conoce a quienes iba a dejar huérfanos".

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