sábado, 14 de mayo de 2011

“Le tengo miedo al futuro porque allí está la muerte”.
El escritor argentino ERNESTO SÁBATO, que había nacido en 1911, moría el pasado 30 de abril de 2011. Le faltaban unos meses para llegar a los cien años.
Sus novelas más famosas son: “El túnel”, de 1948, con tintes de novela policíaca en la que se sabe quién es el autor del asesinato desde el principio; una novela amarga. “Sobre héroes y tumbas” de 1961 sobre la historia de su país y “Abaddón el exterminador” de 1974.
Se afilió al Partido Comunista en 1930 que abandonó al conocer los crímenes estalinistas.
Fue un defensor de los derechos humanos y opositor a la Dictadura Militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983, porque apreció pronto su error inicial al conceder a Videla una presunción de inteligencia para resolver los problemas de Argentina.
Al terminar la Dictadura en Argentina, el Presidente radical Raúl Alfonsín le encargó que presidiera los trabajos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que concluyó con el “Informe Sábato” o informe “Nunca Más” entregado al Presidente Alfonsín el 10 de septiembre de 1984, donde se documentaron 8.960 desapariciones y la existencia de 340 centros de detención ilegal y torturas. El propio Sábato quiso que en su informe figurara una referencia expresa a los atentados cometidos por las organizaciones armadas de izquierda durante la democracia, aunque Sábato nunca afirmó que el ERP y los Montoneros fueran tan culpables como los jerarcas de las Juntas Militares.
A raíz del Informe Sábato fueron juzgados y condenados los responsables de las Juntas Militares, a quienes después se les aplicaron las leyes de “punto final” y que fueron indultados por el Presidente Carlos Menen.
Sábato se opuso a que se aplicaran a los militares las leyes de “punto final” y a que se les concedieran los indultos.

3 comentarios:

adela dijo...

Empiezas el post con una frase un tanto inquietante de Sábato. Acaso ¿¿era un hombre pesimista ??
un beso

Escéptico dijo...

Adelaida: Sábato no era precisamente un optimista.

Sotogrande dijo...

Gran hombre. Tenia los pimientos muy bien puestos.