jueves, 14 de enero de 2010



Hace algunos días, por cuestiones familiares, tuve que viajar a Palencia. Fue un viaje en tren de ida por la mañana y vuelta por la tarde. En Palencia hacia un frío pelón. La nieve caída aquel día hizo que el tren acumulara algún retraso a la ida y también a la vuelta. Aproveché para leer una novela de las que se llaman de bolsillo porque las puedes llevar en el idem.
"LA FRONTERA DORMIDA" de JOSÉ LUIS GALAR
Una noche gélida de diciembre de 2005 se suicida en Canfranc un anciano oficial nazi, escondido bajo la falsa identidad de Germán Horno. Pero los enigmas de su azarosa vida han sido confiados la noche anterior, en secreto de confesión, al joven párroco de la localidad, el padre Guzmán, quien adquiere el compromiso de entregar determinados documentos...
La especialista en arte para la policía científica Patricia Hernando se deslumbra al descubrir el botín que escondía la casa del anciano alemán, y no puede permanecer impasible ante la visión de un Vermeer de cuya existencia se ha dudado a lo largo de los siglos, y por el que siente una debilidad personal.
La aparición de obras de Arte que fueron expoliadas (sobre todo a los judíos) por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que llegaban en tren a Canfranc gracias a su frontera a la vez española y francesa (la frontera dormida) y desde donde se desviaba todo o casi todo pondrá en jaque a muchos de los que estuvieron directa e indirectamente implicados en el expolio y que se enriquecieron gracias a ello, a muchos de sus descendientes, a gente del más alto nivel y al mismísimo Vaticano.

La novela nos muestra un tiempo en el que la entente de Hitler y Franco favoreció que la estación internacional de Canfranc se convirtiera en una «frontera dormida». Un enclave peligroso que fue escenario del paso de miembros de la Resistencia francesa, de oficiales nazis y de espías aliados, y que albergó una red de evasión. Interesante leer, aunque sea desde la perspectiva de una novela, hechos que ocurrieron en la 2ª Guerra Mundial, sobre la falsificación y robo de obras de arte y cómo Hitler contaba con el apoyo de Franco.

10 comentarios:

ADELAIDA dijo...

Veo que aprovechas bien el tiempo, aunque sea en el tren.

Marina dijo...

...y en el tren ¿subiste por la escalera o era de un sólo peldaño???

Es broma.

Cuentas la novela de tal forma que dan ganas de leerla.

Mi hija me ha quitado, literalmente, de las manos el libro de Marcos Ana a medias de leer. ¡Esta chavalina siempre me hace lo mismo! a ver si encuentro ahora ese que tenía escondido del autor de "las tres rosas". ¡Me cachis!

Claro que tb puedo intentar escribir algo y hacer una entrada.

Si ves que esta noche tengo un post nuevo, ¡Va por usted! si no, es que la musa se ha ido en el tren a Palencia.

Besososososos

Sotogrande el pesao. dijo...

Cuantos miles de novelas como ésta te has leído? Me recuerdas a mi padre que leía novelas del oeste y a fuerza de leerlas, siempre diferentes pero siempre iguales, al fin consiguió abstraerse de la história en sí, descifró el calidoscopio de la vida y hoy en día es un sabio que da una rábia que no hay quién le aguante.
Ya no lee ni falta que le hace.

O como aquél otro, que descubrió que todo lo que te podía suceder en la vida había sido escrito antes en un bolero y nunca escucha otra cosa que no sea música.

Es ese el objetivo?
La especialización lleva a la cosmovisión?

Te escucho Escéptico.

ADELAIDA dijo...

Sotogrande, cariño, tu padre me recuerda al mío con las dichosas novelas del Oeste. A cuántos ha matado con el revolver, cuántas millas a caballo a recorrido y cuantos whiskys en la taberna del bar se ha tomado !!!

La vejez para muchos es una sabiduría, para otros el fin de un largo camino y para la mayoría una pesadez ser viejo !! Qué pena cumplir años, por Dios, otros dicen que es una pena no llegar!!

No me lo tengáis en cuenta:
Es que hoy estoy un poco harta de los mayores (trabajo para ellos).

un besin a tod@s

Anónimo dijo...

Adelaida...busca siempre la inocencia,...incluso en los mayores. Que tienes un mal día? ....pues sal a la calle, respira hondo, tómate un café y un croissant caliente, disfruta de una conversación, de un amigo, de una canción (un bolero, una copla, pop, qué más da!), prepara un viaje, mira fotos, escucha el mar, llama a alguna tía lejana del pueblo, saca tus viejos apuntes de francés, gasta chines en las rebajas, escribe o haz una hoguera. Bravo por tu padre, porque según cuentas, supo descifrar el código de la vida y supo apreciar los matices, los colores y los reflejos del caleidoscopio del día a día. Yo soy de los que piensan que cumplir años es un regalo, que vivir es apasionante y que ya habrá tiempo de sufrir, de llorar y de agobiarse. Eso, al menos, no va a ocurrir esta noche, así que hoy brindo por ti. Adelada, hoy te he sentido especialmente cercana y presente. Saludos a los demás.

Alberto

ADELAIDA dijo...

Gracias, Alberto, por esas palabras tan tiernas hacia mi persona.

un beso

Anónimo dijo...

Escéptico y los demás...¿Qué os parece un thriller psicológico francés para una tarde de enero? Voici le lien:

http://www.youtube.com/watch?v=KgjmpDsP9Yo&feature=player_embedded

Saludos,
Alberto

ADELAIDA dijo...

Et pourquoi pas ce lui là??

http://www.youtube.com/watch?v=daEonn0fUv4&NR=1

Escéptico dijo...

La novela que comento, Marina, Sotogrande, no es un texto que vaya a pasar a la literatura, pero es lo suficientemente entrenida para un rato (en el caso mío en el tren)lo menos pesado posible.
No soy el más adecuado para recomendar lecturas, lo confieso, porque soy heterodoxo a veces, frívolo otras y bastante personal el resto.
Por cierto, Marina, en el tren busqué una escalera como la tuya pero no había.
Anónimo, Adelaida, los mayores, son eso, mayores, como los niños son niños. Todos somos pesados, en más de una ocasión.

Marina dijo...

Bueno. Hice un post al final. pero no parece que te lo hayas quedado.
bss