martes, 19 de marzo de 2024

Después de leer “POR UN TÚNEL DE SILENCIO” de ARTURO MUÑOZ.

Se han escrito y contado muchas historias sobre Euskadi y sobre ETA y la Guardia Civil. Esta es una historia sobre ETA y sobre la Guardia Civil que no se parece a las habituales. Un joven guardia civil granadino es destinado a Euskadi en 1971. Con este punto de partida, y con una buena base de investigación, “Por un túnel de silencio” se adentra en los años finales de la dictadura franquista: los primeros asesinatos de ETA, la agitación sindical y antifranquista, los tenebrosos episodios de violencia policial.

Hace unos años Arturo Muñoz se encontró con un amigo, hijo de un guardia civil destinado en Euskadi, que le contó sucesos en los que había intervenido su padre. La convicción de que en esa biografía había una historia, les puso a los dos a trabajar en un proyecto de vídeo o de libro y partieron de una conversación con aquel exguardia civil, que luego les acompañaría a la geografía donde había desarrollado su trabajo. 

Una rigurosa obra de no ficción donde los protagonistas son personas comunes, anónimas en muchos casos, con unas vidas que ni siquiera sus autores creían que mereciera la pena contar. “Por un túnel de silencio” aborda una historia compleja con una mirada rigurosa y honesta.

En las primeras páginas, Arturo Muñoz nos cuenta la casualidad que lo llevó a investigar el enfrentamiento que mantuvieron la Guardia Civil y ETA en la década de los setenta a los ochenta. Da a entender que el punto de partida pasaba por centrarse en las torturas y el trato que las fuerzas y cuerpos de seguridad infligían a los defensores de una causa tan elocuente como mortífera. Pero a medida que avanza la novela desvela sus inseguridades, los vaivenes de una navegación a la deriva que amenaza con desembocar en el naufragio, pero también afianza en esas zozobras su propia razón de ser, porque nos convierte en partícipes y cómplices de las incógnitas y nos desvela nuestra incapacidad para darles una respuesta unívoca. La peripecia del guardia civil granadino destinado en el cuartel de Guernica, el relato de sus recuerdos voluntaria o involuntariamente deformados, los libros, los documentales y los testimonios que cuentan la misma historia desde lados diferentes, nos plantean si tenemos autoridad moral para condenar simbólicamente a quienes se entregaron con honestidad a un objetivo que consideraban justo, por mezquino o vil o directamente criminal que fuera éste. El protagonista de esta historia lo dice más de una vez, con otras palabras, a propósito de un etarra al que terminó cogiendo afecto, por más que ambos se ubicaran en flancos irreconciliables: «los dos sabíamos a lo que estábamos, y lo que cada uno tenía que hacer». Abundan en el libro los claroscuros, las arenas movedizas, las sombras, pero no hay equidistancia.

Es la primera novela de Arturo Muñoz, una buena primera novela, muy recomendable. El autor pertenece a una generación que trata de entender qué ha pasado en España en las últimas décadas. Es la historia de ETA, que ensangrentó durante medio siglo la vida y la memoria de España, escrita por un granadino de 1986 que durante su adolescencia sentía cerca la amenaza de la banda que podía atentar contra la vida de su padre, el escritor Antonio Muñoz Molina. El compromiso civil de este y de muchos intelectuales de la época, cuando ETA les puso en su cruel diana junto a periodistas, escritores, profesores, algunos de los cuales cayeron en aquella lucha. Aquello fue marcando la memoria del autor y se refleja en su obra.

 

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