lunes, 23 de mayo de 2022

Notas de cuando leí “EL ÚLTIMO BARCO” novela de DOMINGO VILLAR.

El pasado 18 de este mes de mayo falleció Domingo Villar, uno de los mejores autores de novela negra.

La hija del doctor Andrade vive en una casa pintada de azul, en un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con el bullicio de la otra orilla. Allí las mariscadoras rastrillan la arena, los marineros lanzan sus aparejos al agua y quienes van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza cada media hora la ría de Vigo.

Una mañana de otoño, mientras la costa gallega se recupera de los estragos de un temporal, el inspector Leo Caldas, un veterano inspector de policía de Vigo, recibe la visita de un hombre alarmado, el doctor Víctor Andrade, por la ausencia de su hija, Mónica Andrade, que no se presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios.

Leo Caldas, acompañado de su ayudante Rafael Estevez, en el escenario de la Ría de Vigo y aledaños, pronto comprobará que, en la vida como en el mar, la más apacible de las superficies puede ocultar un fondo oscuro de devastadoras corrientes.

Una muy buena novela policiaca, bien escrita, bien estructurada y con un cuidado particular en los diálogos.

Leo Caldas, ya había protagonizado las dos novelas anteriores de Domingo Villar: “Ojos de agua y “La playa de los ahogados.

Hay en la novela un muy interesante paisaje humano que destaca en la novela: el enigmático Camilo Cruz, un joven impenetrable cuyos silencios, extraños balanceos y un don especial que le permite hacer de memoria dibujos magistrales que describen unas peculiaridades claves en la investigación.

El vagabundo Napoleón, culto, reflexivo, que mendiga apostado con su perro, testigo de mucho más que del deambular de los transeúntes, y que acostumbra a ofrecer breves enseñanzas de latín a cambio de unas monedas.

El impulsivo y malhumorado agente Rafael Estévez, ayudante del inspector Caldas, con su fondo de bondad, al que se le hace difícil comprender el carácter indeciso de los gallegos.

El padre de la chica desaparecida; el fotógrafo y naturalista inglés Walter Cope, amigo de Mónica que al jubilarse se vino a vivir a Moaña a fotografiar aves; un viejo pescador amante de los jilgueros Andrés el Vaporoso; los profesores de la escuela de Artes y Oficios de Vigo el ceramista Miguel Vázquez y el luthier Ramón Casal; el locutor sin escrúpulos; Rosalía, la madre de Camilo; el padre de Leo que vive en el campo, junto a una pequeña viña y bodega que el mismo trabaja; el inspector lusitano Vasconcelos, entregado a la investigación de varios niños asesinados en Portugal por el Caimán, así llamado porque abandona a sus víctimas en lugares pantanosos; el Comisario Soto el jefe de Leo; Elvira,

 

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