lunes, 21 de marzo de 2022



Notas después de leer “MARÍA BLANCHARD. COMO UNA SOMBRA” de BALTASAR MAGRO

Un rico cliente se acerca al estudio de la pintora, una española con aspecto de niña pequeña que vive encerrada en su casa que sólo abandona al atardecer para pasear oculta entre las sombras. El comprador desea que la pintora reproduzca un retrato que hizo de su madre hace tiempo y que es un recuerdo de su infancia. Ella se niega. No la gusta volver al pasado.

La obra nos acerca al París de la bohemia de principios del siglo XX, cuando allí coincidieron artistas, novelistas, poetas, músicos y pintores que revolucionaron el mundo del arte. Uno de estos genios fue una mujer: María Blanchard (Santander, 1881- París, 1932), pintora cubista, amiga de Picasso, Juan Gris, y Diego Rivera que pasó bastante desapercibida pese a su innegable originalidad y a la huella indeleble que dejó en las vanguardias artísticas. Le afectó mucho la muerte de su gran amigo Juan Gris en 1927.

María Blanchard nació en Santander en 1881. En 1903 marchó a Madrid, donde arrancó su formación artística y en 1909, se trasladó a París. Allí estudió con el español Anglada Camarasa, con quien disfrutó de la libertad del color. En la misma academia conoció a Angelina Beloff, conocida como Quiela, a quien le unió una estrecha relación de amistad. “Tuvieron mucha afinidad, era su confidente, su amistad se prolongó durante más de 20 años”, recuerda Magro. En 1914 regresó a España y participó en la exposición “Pintores íntegros” que organizó Ramón Gómez de la Serna. En 1916 decidió volver a París para instalarse de manera definitiva.

El autor sabe conjugar elementos reales con otros de ficción y recrea su dimensión humana y su la labor artística, reconstruye su visión de la pintura y nos ofrece detalles de una humanidad desbordante que le hizo acercarse a los parias de la sociedad, mendigos, prostitutas, pobres y tullidos, a quienes abría las puertas de su casa, alimentaba, daba cobijo y retrataba con sensibilidad y respeto. La última etapa de su vida le pareció al autor que tenía la fuerza suficiente para acercarse a la personalidad de la artista. Son tiempos en los que evoca los momentos más interesantes de su vida, y está acompañada por la amiga de siempre, la pintura rusa Angelina Beloff, conocida como Quiela.

El autor, desde la realidad de la vida de la pintora, elabora una ficción con un cierto espíritu didáctico, para acercarnos a una gran artista, en un tiempo en que las mujeres eran modelos o amantes. El tiempo se encargó de llevarla casi al olvido. La intención del autor es colaborar a sacar de la sombra a esta inteligente artista. Se trata dice Baltasar Magro “de la artista más importante que ha tenido este país”, una mujer de enorme talento atormentada por un físico deforme. Hasta 2012 no le dedicó el Reina Sofía una exposición monográfica. 

 

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