jueves, 23 de abril de 2020


 Con motivo del Día del Libro traigo hoy estas notas de cuando leí “TODO LOS QUE VINO DESPUÉS” novela de GABRIEL URZA, un autor estadounidense de origen vasco.    
Año 2004 en Muriga, un tranquilo pueblo del País Vasco con más secretos que habitantes. Han pasado cinco años desde el secuestro y asesinato de un político local del Partido Popular, padre de familia, José Antonio Torres, ocurrido en 1998 y la vida en el pueblo casi ha vuelto a la normalidad. Sin embargo, tras los atentados de Atocha en Madrid, el pueblo se enfrenta a su pasado, porque todo el mundo sabe quién apretó el gatillo en aquella ocasión, pero ¿es el joven que está ahora entre rejas el único culpable?
En “Todo lo que vino después” se ven todas las capas de un crimen en el que han intervenido la historia, el amor y la traición. Narran la historia de tres habitantes del pueblo: la viuda del concejal asesinado, Mariana Zelaia, una mujer atractiva de compleja personalidad que se quedó sola con una niña pequeña; el adolescente radical formado en la kale borroka, Iker Abanzuza, encarcelado por ser el imputado por el crimen y un anciano profesor americano, Joni Garrett, que da clases en el colegio elitista de San Jorge al que asistía Iker y que esconde su propio pasado traumático. Los tres exploran las claves de lo que realmente sucedió y enfrentarse a lo que puedan averiguar de la verdad.
Una novela inspirada en una historia real, es un texto profundo, serio, escrita con un estilo directo, que indaga sobre la violencia y sus razones, si es que las puede haber en algún momento. El escenario de la novela: la historia contemporánea del País Vasco y su turbio clima político que arranca desde la Guerra Civil.
Los personajes pueden leerse en clave simbólica, representando cada uno una visión y una forma de sentir no sólo sobre el País Vasco, sino en general sobre la actitud ante la vida. El desenlace tiene una atractiva faceta intimista.

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