lunes, 8 de abril de 2019

EL INDEPENDENTISMO RETROCEDE EN QUEBEC
(Publicado en El Diario Montañés el 13.02.19)
Quebec fue el referente del Plan Ibarretxe de 2004 y ha formado parte de las ensoñaciones del soberanismo catalán antes de descubrir Eslovenia. Lo que sucedía en Canadá interesaba en España, porque tenemos un problema complejo de articulación territorial y de lealtad en el marco de nuestras instituciones constitucionales.
En las elecciones de octubre de 2018 en Quebec, el partido Coalition Avenir Québec, con el lema “Un Quebec fuerte dentro de Canadá”, obtenía el 37,4% de los votos y 74 de los 125 escaños de la Asamblea Nacional de Quebec. Terminaba con la hegemonía del Partido Liberal y asestaba un duro golpe al soberanismo. Coalition Avenir Québec es un partido creado en 2011 y liderado por François Legault, ligado anteriormente al soberanista Parti Qubéquois. Legault, un empresario nacionalista contrario a la secesión, intentaba abrir un espacio entre el federalismo del Partido Liberal de Quebec, el soberanismo del Parti Qubéquois y el izquierdismo del Quebec Solidaire.
En esas elecciones de 2018, el Partido Liberal de Quebec, con el 24,8% de los votos obtenía 32 escaños y los soberanistas del Quebec Solidaire y del Parti Qubéquois obtenían un 17% y un 16% de los votos y 10 y 9 escaños. Era el peor resultado del Parti Qubéquois desde su creación en 1968 por René Lévesque, Primer Ministro de Quebec entre 1976 y 1985. El Parti Qubéquois, con la denominación Bloc Qubéquois, obtuvo en 2015 en el Parlamento federal de Otawa 10 escaños, frente a los 50 que tuvo entre 1993 y 2011.
Los analistas destacaron que en esas elecciones desde que el soberanista Parti Qubéquois ganó las elecciones en 1976, el estatuto de Quebec dentro de Canadá no fue el objeto fundamental de la campaña electoral. Otros temas ocuparon el debate: la sanidad, las infraestructuras, el empleo y en un discurso identitario se coló el tema antiinmigración. Coalition Avenir Québec proponía rebajar la cuota de inmigrantes legales que Quebec puede acoger anualmente.
El tema “nacional” se posponía para un futuro no concretizado. El resto de los canadienses se sintieron aliviados con la campaña y con los resultados electorales. Las políticas descentralizadoras de Otawa y el apoyo a la cultura francófonas (el 80% de la población de Quebec es francófona) han hecho disminuir el apoyo a la secesión.
Quedaban atrás las tensiones de los dos referendos de 1980 y 1995, que generaron una crisis constitucional en Canadá. La pregunta es si se ha cerrado en Canadá el ciclo de inestabilidad constitucional iniciado en los sesenta del pasado siglo con la llamada “revolución tranquila de Quebec”, cuando un potente desarrollo económico y cultural propició un nacionalismo de corte progresista y modernizador. Ante esa pregunta hay que ser cautos, porque los secesionistas Quebec Solidaire y el Parti Qubéquois, aglutinan algo más del 30% del electorado y  Coalition Avenir Québec suma el 37% y su lealtad federal mantiene algunas ambigüedades.
Canadá y España son países diferentes por su proceso formativo como Estados,  por su dimensión geográfica, porque en Canadá coexisten dos lenguas que son idiomas de uso internacional, mientras en España hay una lengua oficial de carácter internacional que convive con otras tres en ámbitos geográficos concretos. La composición demográfica es muy diferente en ambos países, y en España hemos debido digerir, no sin dificultades, una guerra civil y una larga dictadura, algo que no ha perturbado a los canadienses. Ampos países son democracias consolidadas con un problema territorial en comunidades que mantienen impulsos secesionistas.
En ambos Estados no es posible aplicar el Derecho Internacional y la doctrina de la autodeterminación, porque ni Quebec, ni Cataluña, ni el País Vasco son colonias de Canadá y España y tampoco son territorios donde exista una grave vulneración de derechos y libertades.
Hay una cierta similitud en el sistema de partidos políticos. Los conservadores, que en las últimas elecciones federales en Canadá fueron el 2º partido más votado con el 32% de los votos y 99 escaños, tienen una escasa presencia en Quebec, como le ocurre al Partido Popular español en Cataluña; mientras que el Partido Liberal de Canadá al que pertenece el primer ministro Justin Trudeau y que ganó las últimas elecciones federales, tiene en Quebec un partido federado, el Partido Liberal de Quebec, con una fórmula similar a la del PSOE y el PSC en España.
En 1996 se solicitó a la Corte Suprema de Canadá un dictamen sobre las condiciones para celebrar un posible referéndum de independencia. El dictamen concluyó que Quebec no tiene un derecho a la secesión, aunque pueda entablar negociaciones con la Federación para separarse después de celebrar un referéndum con un pregunta clara y con exigencias de porcentajes altos en la participación y los resultados. Las negociaciones no deben concluir necesariamente con la secesión. En las consultas unilaterales y no vinculantes de 1980 y 1995 no existió una pregunta clara y el resultado fue favorable a que Quebec se mantuviera en el Estado Federal de Canadá. La doctrina de la Corte Suprema de Canadá se plasmó en la Ley de Claridad de 2000, que no nació para facilitar referendos sino para dificultarlos y explicitar el largo y complejo proceso de la hipótesis de una ruptura pactada. Resulta raro aceptar que se celebre un referéndum para autoproclamarse extranjeros y renunciar al principio republicano de la indivisibilidad territorial. 

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