sábado, 17 de febrero de 2018

Jorge Edwards
 “La última hermana” de Jorge Edwards 
El escritor chileno Jorge Edwards supo de María Edwards Mac-Clure, una pariente lejana con una vida notable en 1962, cuando era diplomático en París. Cuatro décadas más tarde, cuando él mismo llegó en 2010 como embajador a la capital francesa en el gobierno de Sebastián Piñera, aquella historia se transformó en un libro: “La última hermana”.
El personaje principal nació en Santiago en 1893 y llegó casada a Londres poco después de la Primera Guerra Mundial donde su hermano Agustín había sido embajador y donde, con su marido chileno, cultivó amistades, inclusive en los círculos literarios. Cuando quedó viuda, en vez de regresar a su país, como deseaba su familia, prefirió quedarse sola y soltera en la turbulenta Europa de los años anteriores al gran conflicto mundial.
Jorge Edwards nunca llegó a conocer a la protagonista de su libro, “una mujer chilena de alta sociedad, más bien frívola”, “pero investigué su vida todo lo que se podía investigar”. Supo, por ejemplo, que su matrimonio no terminó bien: el esposo se suicidó después de enamorarse de una actriz norteamericana. María regresó a Chile, dejó a su niña con la familia y volvió a París, “donde se involucró de lleno con los escritores, artistas y pintores franceses de la época”. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y París fue ocupada por los nazis, María le confesó a una amiga judía: “No quiero estar jugando al bridge mientras la gente se mata”. Actuó con un heroísmo sin énfasis, nacido no tanto del valor como del vitalismo.
Madame Edwards, como la conocían, se hizo entonces asistente social del Hospital Rothschild que estaba intervenido por la Gestapo. Su vida cambió y durante 1942 se dedicó a rescatar a recién nacidos judíos, cuyas madres eran trasladadas a Auschwitz tras dar a luz. Edwards llegó a conocer a dos de esos niños rescatados, ya mayores. Uno era sastre y, el otro, primer violín de una importante orquesta parisina.
Como buena dama chilena, durante el tiempo que vivió en Europa, estuvo acompañada de Brunilda, su cocinera de Antofagasta, quién fue su confidente, fuente de información, y consejera. Cuando, finalmente, María regresa a Chile para morir, Brunilda se queda para siempre en París para después casarse con un chofer de la embajada mexicana.
María Edwards es parte del memorial Yad Vashem, de Israel, como una de los Justos entre las Naciones por su participación en salvar la vida de niños judíos en Francia.
A finales de 1942, “la Gestapo descubrió lo que hacía y la torturó ferozmente”. La noticia llegó a oídos del almirante Wilhelm Canaris, jefe del espionaje militar del Ejército alemán, que en su juventud había estado en Chile. En julio de 1944, por su participación en la Operación Valkiria, Canaris fue enviado a la horca por Hitler. Canaris es uno de los hombres importantes en la novela.
Por las páginas de “La última hermana” circulan personajes conocidos: Colette, Ernst Jünger, Buñuel y Vicente Huidobro.
En 1960, ya en Chile, María recibió una llamada del Embajador de Francia quien le comunica que, por encargo de su gobierno, debía hacerle entrega de una distinción honorífica. Recibió la Legión de Honor por ser, en palabras del Embajador, “una heroína discreta, abnegada y elegante de la Resistencia”. A la ceremonia asistió el Embajador de Israel.

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