domingo, 7 de enero de 2018


“1945. Cómo el mundo descubrió el horror”, un texto de Anette Wieviorka, historiadora y especialista en el Holocausto.
El descubrimiento de los campos de concentración nazis, Buchenwald, Dachau, Bergen-Belsen..., se hizo a medida que avanzaban las tropas aliadas en abril y mayo de 1945. El 3 de abril de 1945, montados en el jeep que compartían, el periodista estadounidense Meyer Levin corresponsal de dos agencias: la Jewish Telegraphic Agency y Overseas News Agency  y Éric Schwab fotógrafo francés de la agencia France Presse, ambos judíos, llegaron a la ciudad alemana de Ohrdruf  y se cruzaron con lo que para ellos era aún un "espectáculo inédito": "Cadáveres vivientes, esqueletos con el cráneo rapado y los ojos febriles hundidos en las órbitas", vestidos con uniformes a rayas. Uno de ellos se les acercó, les guio por el campo donde habían estado prisioneros y les mostró un gran agujero lleno de cadáveres. Los dos se adentran junto a los soldados americanos, cada uno guiado por una obsesión: el primero rastrea lo que queda de la comunidad judía en Europa; el segundo busca a su madre deportada de la que no ha tenido noticias desde 1943.
La historia se inició en ese campo de Ohrdruf,  que visitaron los generales Patton, Bradley y Eisenhower. Patton vomitó y Eisenhower palideció y guardó silencio. Ambos quisieron que el mundo viera aquello y que sus soldados "supieran por qué luchaban”. Vamos a seguir paso a paso el descubrimiento de los campos entre el 5 de abril y finales del mes de mayo de 1945.
Meyer Levin escribe y envía centenares de comunicados a Estados Unidos y a través de los destinos de los supervivientes, cuenta la destrucción de los judíos de Europa. Pretende relatar su persecución y su supervivencia.
Éric Schwab fotografía a los supervivientes del universo concentracionario, en particular a sus compatriotas resistentes. Fija también en la película los rostros de los supervivientes descarnados, las imágenes de las fosas. Algunas de sus fotos se han convertido en iconos universales de los que nadie recuerda el autor. Las fotos de Schwab pertenecen al acervo de la agencia AFP.
Liberar a los deportados no era, en realidad, un objetivo de guerra: casi nada se había previsto para ellos. Este libro muestra la perplejidad ante la amplitud de los crímenes, la incomprensión, la lenta toma de conciencia de los primeros testigos y el desafío mediático que supuso semejante descubrimiento.
El libro se apoya en la mirada y en la pesadilla de los dos corresponsales.
“Lo sabíamos. El mundo había oído hablar de ello. Pero hasta ahora ninguno de nosotros lo había visto. Fue como si al fin penetráramos en el lado oscuro del corazón, en el más despreciable interior del corazón maléfico (the vicious heart)”, escribe Meyer Levin.

El libro nos acerca a esa realidad de lo que ocurrió inmediatamente después del Holocausto, los supervivientes que, como un ejército de zombies, inundaron las poblaciones cercanas a los campos, y que a menudo sufrieron el rechazo de los lugareños.

1 comentario:

adela dijo...

En junio pasado estuve visitando los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau en Polonia. Sentí mucha emoción a la vez que despreció por quienes cometieron tales aberraciones. Es uno de los sitios que debiéramos ver por lo menos una vez en la vida, por lo que representan, para que nunca se nos olvide.