lunes, 19 de junio de 2017

“El verano que murió Chavela” de José Luis Correa
En un callejón de la Isleta aparece el cuerpo sin vida de un extranjero con un agujero de bala en la nuca. La policía de Las Palmas de Gran Canaria no sabe por dónde empezar. El extranjero no es americano ni alemán ni inglés y nadie reclama su cuerpo. Tras una cena en la que la mujer del inspector Álvarez le lanza el guante, Ricardo Blanco regresa a la investigación de un crimen.
En esa investigación se topará con los restos de una guerra que se remonta a veinte años atrás entre bosnios y serbios, venganzas que se arrastran del conflicto que desarticuló la antigua Yugoslavia. La identidad del extranjero muerto, la extraña voladura en una obra en construcción, la aparición de un veterano del sitio de Sarajevo y la desaparición de un poeta libanés que asiste a un Congreso de Literatura, son los ingredientes con los que José Luis Correa construye esta nueva novela con su protagonista habitual, el detective canario Ricardo Blanco.
Ricardo Blanco se muestra frágil: entrado en la cincuentena, con dudas sobre su estabilidad sentimental y su capacidad profesional, todavía no termina por asimilar  la muerte de un personaje vital en su educación sentimental: su abuelo Colacho.
Los pueblos, barrios y calles de la isla de Gran Canaria vuelven a ser protagonistas de la novela. Atractiva por la descripción de ambientes, situaciones y personajes.
Una novela agradable, una buena historia que se lee bien, de un tirón, sin falsos artificios. 

He leído las novelas de Correa protagonizadas por Ricardo Blanco. Tengo pendiente de leer las dos últimas que ha publicado. 

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