miércoles, 2 de noviembre de 2016

UNA LEGISLATURA DE INCÓGNITAS
                                       (Publicado en El Diario Montañés: 30.10.16)
Después de un año de “gobierno en funciones” y de “oposición en paréntesis”, comienza una nueva legislatura en la que nadie podrá desarrollar en solitario su programa ni aprobar sus iniciativas. 
Pero los problemas que nos afectan: la sostenibilidad futura de las pensiones, la financiación de las competencias gestionadas por las Comunidades Autónomas, el nuevo anclaje de la articulación territorial, la corrección de la deriva política en Cataluña, la necesaria cohesión social y territorial, las cifras del paro, la precariedad laboral, la reforma fiscal, el pacto en educación, la defensa de la sanidad pública, la presencia en el mundo…son problemas que van a requerir respuestas, y esas respuestas sólo podrán llegar desde acuerdos entre un gobierno sin mayoría y una oposición plural que necesita definir perfiles políticos después de unos meses de mucho ruido y escasas nueces.
El conservador Sr. Rajoy ha vuelto a demostrarnos que nadie como él sabe gestionar las esperas, los silencios y los tiempos. Siempre le ha dado buenos resultados esa peculiar forma de actuar. Tengo para mí que su modelo es Giulio Andreotti. Aún le quedan unos años para emparejarse con el político italiano, pero tiempo al tiempo.
La posición del PSOE en la investidura del nuevo Presidente del Gobierno no es resignación, ni el golpe palaciego que predica el retórico Sr. Iglesias, el mismo Sr. Iglesias que ha vuelto a la retórica de los procesos constituyentes, a la búsqueda de una huelga general, a la pretensión de ocupar determinados espacios públicos y que hace unos meses votó en contra de que hubiera un Presidente del PSOE. No hubo un Presidente socialista, porque no le interesó al cansino e inmovilista Sr. Iglesias y a su holding.La posición del PSOE, en una acertada rectificación, es un acto de coherencia y de responsabilidad institucional; es la respuesta dolorosa pero lógica a unos resultados electorales que no permiten otra alternativa; es la expresión de haber asumido siempre un sentido de Estado, algo sustancial a un PSOE comprometido con los problemas de España; es la posición crítica a los populismos y los nacionalismos excluyentes e irredentos; es una manifestación de utilidad política, dejando que reposen tensiones y trabajar para articular una respuesta socialdemócrata a los problemas desde un PSOE que sea valorado como un instrumento sólido para una mayoría social. 
Optar en estas circunstancias por la ética de la responsabilidad, no conlleva renunciar a la ética de las convicciones.
Un PSOE que viene perdiendo votos y apoyos desde las elecciones de 2011, que vive una realidad triste en muchas Comunidades Autónomas, no puede mantener los mismos liderazgos y el mismo discurso ante tanto destrozo. ¿Qué lógica tiene rechazar que el Sr. Rajoy pueda ser Presidente del Gobierno y aceptar con normalidad el pacto con un regionalismo local cuya ideología ni está ni se la espera?
Abandonar la radicalidad artificiosa y pensar en ser útiles a la sociedad, no es un esfuerzo vano en política. En política importa recuperar los valores éticos y morales de una sociedad muy plural. Ser más radical con las palabras no es ser más útil, porque no se puede responder con respuestas simples a preguntas complejas, como no se puede sustituir a la democracia representativa con un régimen asambleario.
El PSOE, como el resto de la socialdemocracia europea, tiene que enfrentarse a una realidad poco propicia: un crecimiento que no es sólido y que nadie sabe si será sostenible y que, además, no es equitativo en el reparto de los beneficios. 
La socialdemocracia siempre apostó por el reformismo gradualista, por desarrollar proyectos que equilibraran la relación entre el Estado y el mercado: “todo el mercado posible y todo el Estado necesario”. Hoy no parecen estar activos esos nuevos proyectos y se prefiere navegar por la gestión inmediata frente a la estrategia del proyecto,  y eso es hoy una parte sustancial de la crisis de la socialdemocracia en Europa y en España.
En un Parlamento fragmentado como el actual, sin mayorías claras, que va a ser el mejor contrapeso al Ejecutivo, la oposición tendrá un protagonismo esencial y una responsabilidad sustancial, si se quiere avanzar en la dirección de algo similar a una agenda reformista y, en ese camino, la aportación del PSOE será decisiva. Porque si no fuera así, como ha escrito Juan Claudio Ramón, la derrota del PSOE sería también la derrota de España. Ojalá fuéramos la Dinamarca de la etapa constructiva, eficaz y colaborativa de la socialdemocracia entre 1993 y 2001, pero estamos en España.
Decía el Sr. Rajoy que dada la situación política, tendría que hablar y dialogar mucho, que tendría que ganarse los apoyos. Está bien como declaración de intenciones, pero ¿aprenderá el Sr. Rajoy a dejar de ser el Sr. Rajoy por una temporada? Se ha  superado la investidura y Rajoy podrá formar Gobierno, pero queda ahora que consiga lograr la gobernabilidad y la estabilidad, y por ello comenzamos una legislatura de duración indeterminada y cargada de incógnitas e interrogantes.

Es el tiempo de la Política.

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