martes, 17 de noviembre de 2015

GINER DE LOS RÍOS, UN REFERENTE MORAL
 (Artículo que hoy he publicado en El Diario Montañés)

El 18 de febrero de 1915 fallecía en Madrid Francisco Giner de los Ríos, el “andaluz de fuego” nacido en Ronda (Málaga) en 1839.  “Un hombre bueno que soñaba con un mundo mejor, a conseguir por medio de una educación impartida desde el conocimiento y la libertad”, escribe la profesora María Nieves Gómez. Fue enterrado en el cementerio civil de Madrid. Emilia Pardo Bazán depositó unas violetas, Juan Ramón Jiménez unas flores silvestres y Antonio Machado escribió un hermoso poema. A su lado, las tumbas de Julián Sanz del Río, el introductor de la filosofía krausista en España, la de Manuel Bartolomé Cossío, el segundo director de la Institución Libre de Enseñanza, la de Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia de Estudiantes muerto en el exilio, la de Fernando de Castro, sacerdote secularizado, Rector de la Universidad de Madrid e impulsor de la educación de la mujer en España y la de Gumersindo de Azcárate, jurista e introductor de la sociología en España.
Ese íntimo paisaje del cementerio civil de Madrid refleja, como escribió José Carlos Mainer, que: “En nuestro país, el laicismo – que debería ser un comportamiento natural de Estado –sigue siendo, en gran medida, una creencia privada”. No es el Panteón de la colina de Sainte Géneviéve en París ni la abadía de Westminster en Londres. Se parece al Cimitero Acattolico de Roma, pero sin su proyección cultural y turística.
Giner se movió en el ámbito de los “krausistas españoles” impulsado por Sanz del Río, una filosofía no apreciada salvo en círculos progresistas, porque, como ha escrito Elías Díaz, frente a las ideologías carlistas, integristas y tradicionalistas,  “la filosofía krausista se mostrará desde su origen como una concepción política y expresión ideológica de las tendencias progresistas de la burguesía liberal”.
Innovador en la pedagogía, con un comportamiento ético exigente, Giner fue jurista de formación y profesión (Doctor en Derecho). Catedrático por oposición de filosofía del derecho y de derecho internacional en la Universidad Central de Madrid, renunció a la cátedra en solidaridad con los profesores expulsados de la Universidad (repuestos con La Gloriosa en 1868) por no respetarse la libertad de cátedra. No se sintió muy satisfecho con los resultados del sexenio democrático (1868-1874), quizá porque solo creía en “la revolución de las conciencias”.
En 1875 con La Restauración, el Gobierno vuelve a intentar controlar los programas educativos. Un grupo de profesores, entre ellos Giner, denuncian el ataque a la libertad de ciencia y de enseñanza y son detenidos, desterrados y expulsados, de nuevo, de sus cátedras.
Para Giner, educar era la mayor y más importante empresa nacional: “contribuir a crear lo único que nos hace falta: un pueblo adulto”. Pensaba que las reformas no las hacen únicamente las leyes, sino los maestros y los profesores.
En 1876, con amigos de diferentes profesiones (Augusto González de Linares, entre ellos) y con apoyo financiero de sectores de la burguesía liberal, funda la Institución Libre de Enseñanza, con el objetivo de enseñar a las nuevas generaciones a pensar y ser dueños de su proyecto de vida. Desde su compromiso cívico con la razón, con la ciencia, con la libertad de cátedra, con la tolerancia política y religiosa, con la integridad moral y con la libertad de las ideas, fue y sigue siendo un referente moral. Se opuso al dogmatismo,  al integrismo católico y a la zafiedad moral y cultural que impregnaban la vida española incluida la Universidad. “La Institución no pretende limitarse a instruir, sino cooperar a que se formen hombres útiles al servicio de la Humanidad y de la patria”.
La Institución Libre de Enseñanza fue escuela de innovación y promovió una intensa actividad de regeneración de la sociedad impulsando nuevas instituciones sociales, culturales, científicas, centros para la mujer, residencias de estudiantes, misiones pedagógicas…iniciativas anuladas con saña por la dictadura del General Franco, que condenó a personas, programas, métodos e instituciones que tuvieran relación con la Institución  Libre de Enseñanza. 
Ideas de Giner fueron las excursiones y colonias escolares; la defensa de una escuela educadora con maestros formados y reconocidos socialmente; la creación de centros que desarrollaran una formación completa del profesorado;  el fomento de la creatividad y de la educación en libertad y para la libertad, manteniendo la idea krausista de que el conocimiento es el fundamento de la libertad. Poco antes de su muerte se crean la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, con una importante política de ayudas y becas de estudio; el Centro de Estudios Históricos; la Residencia de Estudiantes; el Museo Pedagógico Nacional;  la Residencia de Señoritas… En Giner o con Giner se formaron los que serían los grandes reformadores de la España contemporánea.
El profesor Francisco Laporta hablaba en Santander sobre Giner invitado por el Ateneo hace unos días y he recordado algunas de sus ideas: que la catequesis religiosa debe ser ajena las escuelas; que es la ciencia la que enseña los caminos de la verdad; que en la enseñanza hay que inculcar el goce del estudio y el descubrimiento de las cosas; que las niñas deben educarse no como los niños, sino con los niños, para evitar discriminaciones erróneas y estúpidas.
“Allí el maestro un día, soñaba un nuevo florecer de España”, escribió Machado.



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