jueves, 20 de noviembre de 2014

He visto en TV la película “EL QUINTO PODER”, dirigida por Bill Condon y el documental “WE STEAL SECRETS” dirigido por Alex Gibney. Ambos tienen como protagonista a Julian Assange y a Wikileaks y se retrata aquella organización que sacudió la actualidad a golpe de filtraciones de secretos de diferentes gobiernos, de forma especial del gobierno de los Estados Unidos, en el año 2010. En ambas obras no se manifiestan respuestas, sino que se reiteran los interrogantes y las dudas sobre el sentido ético que tuvo la actuación de Assange y su organización. Wikileaks mostró secretos de la diplomacia internacional y documentos sobre acciones de guerra. Lo que se planteó entonces y lo que se plantea hoy es la legalidad de aquellos hechos y la moralidad de las actuaciones y sus motivaciones.
Assange, el gran defensor de la transparencia, exigía pactos secretos de confidencialidad a sus colaboradores. La respuesta de la Casa Blanca fue rotunda: si las revelaciones de Wikileaks provocaban muertes en el terreno (muerte de los protagonistas no conocidos de las informaciones de los servicios secretos de inteligencia), Assange tendría las manos manchadas de sangre.

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