martes, 28 de enero de 2014

Leo “Nocturno de La Habana” de T. J. English:
Una monja llevó a un grupo de ‘girl scouts’ a conocer a su ídolo, Frank Sinatra, en la suite de un hotel cubano. Fue una visita breve. Terminó cuando las muchachas y su carabina salieron corriendo, al irrumpir desde el dormitorio cuatro mujeres desnudas entre risas. La Habana tenía ese punto a mediados del siglo XX. Allí, incluso un senador de Massachusetts podía pasarse una tarde de juerga con prostitutas tres años antes de gobernar en la Casa Blanca. Incidencias como éstas de Sinatra y Kennedy llenan el libro Nocturno de La Habana, una crónica de cuando la Mafia hizo de Cuba el garito más grande del planeta, con la complicidad del dictador Fulgencio Batista.
En la década de los cincuenta del pasado siglo, mientras el pueblo cubano se hallaba sometido a un régimen represivo y violento, los jefes mafiosos Meyer Lansky y Lucky Luciano, buscan en la isla un nuevo paraíso en el que ampliar sus turbios negocios. Cuba era para ellos un sueño dorado, la esperanza de la mafia americana en los años posteriores a la Ley Seca. “La idea que formularon Luciano, Lansky y otros era que La Habana sirviese de tapadera de un plan mucho más ambicioso: la creación de un Estado delincuente cuyo producto nacional bruto, fondos de jubilación sindicales, compañías de servicios públicos, bancos y otras instituciones financieras servirían para lanzar nuevas empresas delictivas en todo el mundo”, escribe el autor.
Lansky, el mafioso judío, gana la partida a Luciano y se hace con el control de la isla, después de haber cultivado estrechos lazos de amistad e interés con el dictador Fulgencio Batista. En poco tiempo, y con el gobierno corrupto en el bolsillo, consiguen los mayores hoteles y casinos de la ciudad y la convierten en un centro de turismo para extranjeros sin precedentes: las fiestas más lujosas, las mujeres más hermosas, juegos de azar y apuestas sin límite hasta que se desata la revolución de los jóvenes barbudos, decididos a recuperar el control del país, derrocar al gobierno corrupto y expulsar a los aliados extranjeros. La apoteosis se desarrolla entre 1952 y 1958, cuando los mafiosos regentaron casinos, hoteles y clubes nocturnos legendarios (tales como el Riviera, el Tropicana o el Habana Hilton), convirtiendo la ciudad en un centro de turismo para extranjeros sin precedentes, a cambio de un buen pellizco para el régimen.
El autor nos ofrece un relato de la realidad del crimen organizado, la corrupción política, la bulliciosa vida nocturna y los conflictos internacionales en los que se entretejen hábilmente las historias de la mafia y de la embrionaria revolución que terminará con ella; un vivo retrato de los capos de la mafia: Lucky Luciano, Albert Anastasia o Santo Trafficante, y principalmente Meyer Lansky, el amable pero gélido cerebro de la operación y de los líderes del movimiento 26 de Julio. Un libro para conocer los años dorados de la Mafia en Cuba.

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