martes, 3 de diciembre de 2013

De Noemí Sabugal (1979) he leído su novela “Al Acecho” con la que ha conseguido la XXI edición del Premio de Novela Felipe Trigo. El título alude al poemario de Miguel Hernández “El hombre acecha”.
La acción de “Al acecho” discurre en marzo de 1936, cuando Madrid es una ciudad convulsa tras la victoria en las elecciones del Frente Popular. En un callejón aparece una niña de catorce años estrangulada. No será la última niña que aparece muerta. Julián Fierro, inspector del cuerpo de Investigación y Vigilancia, un tipo nihilista, atormentado por la muerte de su padre y el desamor y que ahoga sus penas en el alcohol, se enfrentará a estos casos de asesinato en una ciudad donde los atentados son el preludio de un inminente golpe militar. “Al acecho” es una novela sobre el compromiso con los otros y la deserción egoísta, sobre el hombre al acecho del hombre. El inspector Julián Fierro, de vuelta de todo, apolítico, que percibe cómo entre unos y otros van a terminar poniendo patas arriba a España, intentará dar caza al asesino. Su olfato policíaco no le dejará descansar hasta que encuentre al autor de esos horribles crímenes. La mayor parte de la novela se centra en reflejar la vida social y política de Madrid, en la antesala de la guerra civil española. La autora utiliza documentación histórica para hacernos partícipes del ambiente agitado y extraño que se vivió en ese periodo de tiempo.
Como dice la autora, “el protagonista Julián Fierro es un tipo muy perdido, que tiene muchos conflictos personales, muchas contradicciones. Es un descreído, una persona que no quiere implicarse en un momento complicado; no quiere comprometerse. No quiere comprometerse en su vida personal con Adela, la mujer con la que tiene una relación. Le cuesta comprometerse con su madre enferma porque es una carga de la que no puede escapar. Le gustaría no comprometerse con lo que está ocurriendo, porque el compromiso es duro y puede costarte la vida. En el caso de las niñas que él investiga, la parte de novela negra que tiene la historia, ahí sí que se compromete, pero intenta olvidar lo que ocurre en España”.
“Las niñas que mueren son un poco un símbolo de esa España que desaparece, las niñas pierden la oportunidad de tener una vida”.
En la novela, además de otros datos históricos, aparecen acontecimientos como la detención de José Antonio Primo de Rivera, el atentado en Castellana durante la celebración del quinto aniversario de la República, los asesinatos de Calvo Sotelo y del Teniente Castillo. La portada de novela también tiene su historia. La autora encontró una foto en el Archivo Rojo de Madrid, de autor desconocido, en la que se ve a dos niñas escondidas y mirando hacia el cielo, hacia un supuesto ataque aéreo. Dos niñas acechadas y tan asustadas como las que mueren en la novela.

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