domingo, 23 de diciembre de 2007

El pasado viernes estuve viendo en el Palacio de Festivales "Dos caballeros de Verona" (otros traducen la obra como "Los dos hidalgos de Verona") obra de W. Shakespeare escrita en 1591, puesta en escena por la Compañía UR, en versión y dirección de Helena Pimenta.
Según Luis Pastrana Marín el argumento de la obra pudiera estar inspirado en gran parte de la obra "Diana" de Jorge de Montemayor, aunque no es posible sostener esa afirmación porque no hay certeza de que Shakespeare conociera la obra del español antes de ser traducida al inglés, algo que ocurrió con posterioridad a 1591.
Siempre me han interesado las versiones teatrales de los clásicos, porque es el mayor desafío que puede aceptar un director de teatro. La puesta en escena de un clásico siempre necesita una lectura dramática exigente. No es fácil encontrarse con puestas en escena originales y atractivas. En ocasiones los intentos derivan en fracasos por exceso de pretenciosidad, por falta de respecto al autor, por errores en la concepción de la dramaturgia adecuada o por traiciones imperdonables al texto original.
Tampoco es fácil encontrar buenas interpretaciones de los textos clásicos, porque se necesita una determinada formación o porque se requieren esfuerzos de vocalización que no siempre tienen los actores y actrices más jóvenes.
No entiendo bien a los directores que no evitan que los intérpretes hablen de espaldas al público, salvo que la acción así lo exija necesariamente. Cuando los intérpretes tienen una experiencia limitada debe cuidarse que hablen hacia los espectadores, máxime si la vocalización no es la mejor o las condiciones del teatro no son perfectas. En el teatro importa siempre el texto, pero en el teatro clásico el texto importa más aun.
La puesta en escena de Helena Pimenta es discreta, pero honesta en sus intenciones. Una escenografía excesivamente elemental, con poca utilización del potencial que en el teatro tienen los objetos, el vestuario o las luces. Afortunadamente respeta bastante el texto original, lo que es de agradecer.
No acierto a comprender por qué situa la acción en los años veinte y no en otra distinta o por qué no respeta la época que quiso el autor. En la interpretación se notaba el estreno y de ahí los altibajos. Quizá el rodaje de la obra haga posible que mejoren los resultados de este estreno. En todo caso, se agradece que una Compañía independiente formada por gente joven se atrava al desafío de un texto de Shakespeare muy poco conocido.
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La firma Cartier ha rescatado la colección Inde Mystérieuse, las espectaculares joyas que diseñó en 1928 para el Sir Bhupindar Singh, maharajá de Patiala. Para lucir alguna de aquellas espectaculares joyas se ha escogido a Monica Belucci. Os podeis imaginar el resultado: im -presionante.
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INSISTO: que seais felices; no permitais que nadie os de el coñazo

5 comentarios:

Rukaegos dijo...

No pude acercarme al Shakespeare, aunque reconozco que mis anteriores "visitas" a Ur Teatro no me habían despertado precisamente entusiasmo. En parte, todavía no me había repuesto del sopor que me produjo el bolo-gospel del jueves. Yo estaba pensando en hacerme baptista pero con aburrimientos corales tales, casi que al fina optaré por ingresar en los cuáqueros.
Eso sí, lo de Monica Bellucci es la gran noticia del ya casi fenecido 2007: Pero ¿en qué han estado pensando todos estos años? ¿Por qué no lo han hecho primero?

Feliz y Contestatario Solsticio de Invierno.

PD. Que me pregunta Glenda si puede venir con nosotros a Madrid el día 30, que tiene ganas de morder corvejones.

Anónimo dijo...

El día 30 que no falte nadie en Madrid. Pasaremos lista. Que Glenda se encargue de avisar a los rezagados.

Anónimo dijo...

A mí sí me gustó el montaje de Ur, aun con los altibajos debidos a los nervios del estreno (es de suponer que la obra vaya puliéndose progresivamente) y... lo peor, que fue sin duda la precipitada (y oscura) dicción de los actores, como si tuvieran prisa por terminar la representación; una lástima, porque su trabajo en líneas generales sí me resultó interesante. Creo que Pimenta quiso incidir en el carácter burlesco de un texto que, de otro modo, resulta insostenible, porque se trata de un Shakespeare flojísimo, tan malo como el de Las Alegres Comadres de Windsor. La puesta en escena me pareció sencilla pero suficiente; los años 20... ¿por qué no? No, decididamente no me pareció genial, pero creo que es un trabajo muy digno.
Esa Monica... :-))
Besos.

Anónimo dijo...

Ana: a mi no me disgustó el montaje de UR, pero cuando una compañía de teatro se atreve con un clásico, incluso si es menor, yo suelo ser bastante exigente.
He leido tu crítica en El Diario y puedo coincidir bastante contigo. La diferencia es esa: soy muy pejiguero con la puesta en escena de los clásicos.
Mónica no te expulsará de mi corazón.
Un beso

Anónimo dijo...

:-)
Besote de navidad.