miércoles, 14 de noviembre de 2007

EL MURO DE BERLÍN
Han pasado 18 años de la caida del Muro de Berlín. 18 años del aquel 9 de noviembre de 1989.
Seguramente alguien piensa que ya estoy otra vez con mis particulares viejas historias. Quizá no lo puedo evitar.
No es posible olvidar determinados hechos vividos de forma bastante directa.
Estuve en Berlín en aquellas fechas y en un pasaporte que guardo aparece un sello de la DDR. Aunque el Muro se había agrietado, aun era enecesario el pasaporte para pasar al Berlín Oriental. Recuerdo unos grandes almacenes con las estanterías vacías, muchos discos de música clásica de vinilo grabados por la Orquesta de Dresde, aquellos edificios simétricos y fríos, las avenidas tristes con coches iguales de una marca que no recuerdo, los solemnes edificios del Partido Comunista, la parte monumental que se conservaba en la ciudad y que en muchos sitios solo aceptaban dólares o marcos occidentales. Los marcos con los rostros de Lenin y Marx eran cromos a guardar como recuerdo.
Seguramente estas cosas, a los más jóvenes les suene a algo marginal.
Pero aquella noche de noviembre en la que se encendieron muchas velas en la Alemania del Este y muchos empujaron para derribar el Muro, fue un triunfo de una sociedad civil no resignada. Esa sociedad, en alianza con dirigentes políticos, medios de comunicación y fuerzas económicas, cambiaron una parte no menor de la última historia de Europa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, con las piedras del muro cayeron muchos símbolos. Por cierto, ¿qué han hecho allí con ellos? ¿conservan los símbolos de esa época, como Santander conserva al caudillo?

Anónimo dijo...

Recuerdo perfectamente la caída del Muro de Berlín. Hacía sólo un mes que había empezado a estudiar en Bilbao y cuando llegué a quinto de carrera ¡ya se estudiaba todo aquel fenómeno en la asignatura de Relaciones Internacionales!

Anónimo dijo...

El muro dejó sus huellas. Quien se fije en el entorno del Reichstag,la puerta de brandemburgo,etc. verá en el suelo adoquines de un color carnoso que sitúan exactamente el lugar en donde se erigía el muro de la verguenza. Pero también se encontrará en un parquecillo con carteles y fotos del casi centenar de personas que murieron absurdamente por querer cruzarlo. Como le chocará si va a la Friedichstrasse, cerca del barrio Judío, con la ridícula garita del Check Point Charly. Berlín está lleno de cosas así. El pasado como hito del presente. Los restos dela torre en el Ku'damm, en donde los grandes alamcenes conviven con los espeluznantes recordatorios del pasado nazi que ya quisieran tener el valor de coloca aquí nuestro próceres, el monumento al soldado soviético, erguido sobre 20.000 cadáveres, una pobre representación de la matanza que costó la toma de la capital alemana, los restos de la era bismark y de la unificación en 1871en el Tiergarten, el majestuoso parque en donde los posterioremente orgullosos ciudadanos alemanes iban a cultivar patatas para no morir de hambreen la agonía del nazismo... En fin, en Berlín hay que mirar hacia arriba, pero también las marcas que el pasado va dejando en el suelo como cicatrices. Dicho lo cual, me encanta esa ciudad, Escéptico!

Anónimo dijo...

"Las avenidas tristes con coches iguales de una marca que no recuerdo."

Probablemente fueran los Trabi

Anónimo dijo...

"las avenidas tristes con coches iguales de una marca que no recuerdo"

— Probablemente fueran los Trabi, unos automóviles muy curiosos :-)