Notas después de leer “LOCURA NUCLEAR: LA CRISIS DE LOS MISILES EN CUBA” de SERHII PLOKTY, considerado el mejor libro escrito sobre aquellos acontecimientos.
Todo empezó en 1961, con la
fracasada invasión estadounidense de bahía de Cochinos en Cuba. En octubre de
1962 el mundo atravesó una crisis que puso en riesgo su propia existencia. Al
descubrir la presencia de misiles atómicos en suelo cubano, John F. Kennedy se
enfrentó a la Unión Soviética en un pulso que estuvo a punto de ocasionar la
Tercera Guerra Mundial. Serhii Plokhy analiza a fondo con rigor y detalle el
contexto en que se desarrolló la crisis y las decisiones de sus protagonistas.
Se ponen de manifiesto los errores de la inteligencia americana y de los
espicas soviéticos. El libro es, también, un retrato de la revolución cubana,
del clan Kennedy y del ascenso y caída de Jruschov dentro del Politburó. The
Wall Street Journal lo ha llamado “uno de los libros más importantes jamás
escritos sobre la crisis de los misiles y las relaciones internacionales del
siglo XX”.
Quizá dos de los hechos más inquietantes
del libro son: que Castro deseaba de veras que se produjera un ataque nuclear contra
Estados Unidos para acabar de una vez con el imperio,
aunque eso supusiera el fin de Cuba, y que John Kennedy y Nikita Jrushchov, los
líderes estadounidense y soviético, en realidad no sabían muy bien lo que
estaban haciendo al intercambiar amenazas y mensajes confusos, quizá porque
ambos querían ganar tiempo y solucionar el problema sin que nadie les pudiera
acusar de haber sufrido un derrota.
Jrushchov despreciaba a Kennedy. Le
parecía un joven
inexperto al que podría abrumar en los múltiples frentes
que entonces estaban a punto de convertir la Guerra Fría en una
guerra caliente: por la existencia de un Berlín Occidental capitalista en mitad
de la Alemania comunista y por el despliegue de misiles estadounidenses en
Europa que apuntaban a la Unión Soviética. El líder
soviético decidió colocar
misiles nucleares en Cuba: por un lado, eso evitaría una
nueva invasión, pero sobre todo Jrushchov quería que Estados Unidos sintiera la
inquietante sensación de tener
misiles cerca de casa apuntando a sus ciudades. Castro
se mostró encantado, aunque poco a poco se fue dando cuenta de que él pintaba más bien poco en esa batalla entre
los dos gigantes.
Plokhii cuenta cómo, a partir de julio de 1962,
las armas nucleares fueron llegando a escondidas a Cuba en barcos soviéticos,
cómo los operarios soviéticos empezaron a montarlas en unas precarias condiciones que
incluían un calor agobiante e insoportable para gente acostumbrada a
temperaturas bajas, las incomodidades de instalar ese equipamiento extremadamente
peligroso en la selva tropical con el mal estado de
las comunicaciones y la mala comida, todo lo cual produjo enfermedades y una
generalizada caída de la moral soviética. También explica
con detalle cómo los vuelos de reconocimiento estadounidenses acabaron descubriendo lo que estaba pasando.
La Unión Soviética desplegó en Cuba a unos 43.000 soldados en la isla
durante el verano y el otoño de 1962.
Los equipos que rodeaban a los dos líderes intercambiaban mensajes,
amenazas y promesas: si la URSS desmontaba sus misiles en Cuba,
Estados Unidos retiraría los que apuntaban a Moscú desde Turquía. Pero costaba entender qué quería
realmente el otro.
Kennedy secundó la estrategia propuesta
por McNamara y ordenó un bloqueo sobre Cuba para evitar la llegada de más
misiles, las defensas antiaéreas soviéticas derribaron un avión espía
estadounidense en el llamado "sábado negro" y al final, tras
intensísimas negociaciones diplomáticas Jrushchov dio marcha atrás.
Kennedy le había ganado la partida:
todo el entorno moscovita sintió que su actitud al desplegar los misiles había sido temeraria y
que, al final, no había sabido salir del embrollo que él mismo había creado.
Jrushchov nunca se recuperó de esa sensación de derrota, aunque lo cierto
es que también logró algunos de sus objetivos: Cuba no fue invadida y siguió
siendo comunista, a pesar de que Castro siempre lamentaría con ira que le hubieran dejado de lado en todas
las negociaciones.
Se trata de: “Un minucioso ensayo del
historiador Serhii Plokhy reconstruye los entresijos de la crisis de los
misiles que enfrentó a Kennedy y Jrushchov y recuerda lo cerca que estuvo el
mundo de una dimensión destructiva desconocida”.