Notas después de leer “EL MONARCA DE LAS SOMBRAS” de JAVIER CERCAS.
Cercas cuenta la historia a los lectores, pero
también a su madre Blanca Mena que
había admirado al protagonista del que era sobrina; a los vecinos de su pueblo;
al cineasta y escritor David Trueba; a su abuelo Paco Cercas.
El autor escribe sobre un tema incómodo
para él, puesto que está dedicado a su tío abuelo, Manuel Mena, un héroe de la
causa franquista, que murió en la batalla del Ebro.
Según nos cuenta el propio Cercas, Juan
Mena, padre de Manuel, propietario de tierras y ganado, era el cacique del
pueblo. Su abuelo Francisco Cercas había sido concejal durante el Bienio Negro
y fue destituido en febrero del 36. Su abuelo Francisco Cercas, presidente de
la Sociedad de Agricultores, fue presidente de la gestora el 20 de julio del
36, jefe local de Falange y alcalde de Ibahernando entre 1937 y 1939. «En fecha
imprecisa, aunque supongo que sería en los meses del Frente Popular, ambos
fueron detenidos y pasaron por la cárcel «acusados de almacenar armas en una
finca».
Quizá esta novela —escribe Cercas— es el
verdadero final de la trama de Soldados de Salamina: un recuerdo que revive y se va
configurando como fábula moral. El monarca de las sombras es un tío abuelo del
autor: un joven falangista de 19 años, Manuel Mena, que murió en la batalla del
Ebro, el 21 septiembre de 1938, cuando era alférez provisional de un tabor
de Tiradores de Ifni, unidad de asalto en la que sirvió y recibió cinco
heridas, lo que le convirtió en el héroe de su familia.
Se entrelazan dos historias: la investigación
buscando los recuerdos del muerto y la reflexión sobre nuestra relación con el
pasado y la crónica de su actuación en la guerra hasta su muerte. Esa relación
minuciosa y conmovida de lugares y batallas, idas y vueltas al pueblo en los
contados permisos, ha encontrado una prosa narrativa ágil que se lee con
interés. La novela tiene sus mejores momentos en los encuentros con los
relatores del pasado y en la reconstrucción de la intrahistoria moral del
pueblo de Ibahernando. Al final del libro Cercas viaja a Bot, un pueblo cercano
a los lugares de la batalla del Ebro, donde estuvo el hospital de campaña que
vio los últimos momentos de Manuel Mena. Un vecino del lugar lo sabe todo, e
incluso vive todavía una mujer que cuando era adolescente trabajó como auxiliar
de las enfermeras. Estamos algo más cerca de la verdad, al conocer los
documentos que custodia Manolo Amarilla en Ibahernando, o al entrevistar al anciano
“El Pelaor”, hijo de un hombre fusilado por los nacionales.
Manuel Mena quizá llegó a intuir que “era
un soldado perdido en una guerra ajena”, porque fue uno más de aquella
burguesía rural que debió haber sido republicana, porque aquel régimen era el
suyo, pero a él, como a otros, les escandalizó el sectarismo sobrevenido,
fueron a una guerra que creyeron obligada, envejecieron en el combate y luego
volvieron a su mutismo histórico de antes. ¿Qué llevó a Manuel Mena a combatir
como voluntario con el ejército franquista, defendiendo en el bando equivocado
una causa que no era justa ni era la suya? ¿Qué
llevó en 1936 a miles de jóvenes a creer en el sueño fascista y entregar su
vida a cambio de nada?
Una muy buena novela, muy bien
escrita y muy interesante con dos historias entrelazadas: la de la
investigación en busca de recuerdos del fallecido y la reflexión sobre nuestra
relación con el pasado y la crónica de su actuación hasta su muerte.
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