sábado, 31 de octubre de 2020
domingo, 25 de octubre de 2020
“ANTES DE LOS AÑOS TERRIBLES” de VICTOR DEL ÁRBOL
Cuando Isaías Yoweri,
el protagonista de la novela, llegó a Barcelona siendo casi un niño, dejó atrás un pasado que ahora
vuelve a él cuando recibe en su tienda de reparación de bicicletas a Enmaunelle
K, un viejo conocido que le pide que regrese a Uganda para participar en unas
jornadas sobre la reconciliación en su país, porque es importante su aportación
y su testimonio.
Isaías regresa y vuelven a hacerse presentes todos sus
fantasmas; toda aquella realidad de la que huyó. Resurge un pasado que Isaías creía haber superado.
Desde que llegó a Barcelona, después de un
viaje desde Uganda, ha construido una nueva vida junto a su pareja, mientras
intenta abrirse camino con un negocio de restauración de bicicletas.
La
novela nos hace viajar desde Barcelona hasta Uganda para tratar un tema
terrible: los niños soldados, esos niños secuestrados y adiestrados para
convertirlos en armas de matar, en soldados sin sentimientos.
Los hechos en los que se basa la historia son reales.
Joseph Kony, el líder de la LRA (Ejército de Resistencia del Señor), fue un
grupo armado que tuvo en jaque muchos años al ejército de Uganda, con su mezcla
de misticismo, nacionalismo y fundamentalismo bíblico. Joseph Kony es un
personaje real, por más disparatado que pueda parecer. Él fue el responsable de
la captura de miles de niños para adoctrinarlos y convertirlos en su ejército.
La
novela es, también, una historia de amor: el de Isaías con Lucía. Una historia contracorriente,
porque ella es blanca y además procede de una familia adinerada. Él es negro y
además no puede ofrecerle el nivel de vida al que está acostumbrada. Pero están
juntos y se han comprometido a superar juntos las dificultades.
Hay muchos personajes inolvidables en esta novela,
todas con su pequeño o gran papel, por lo que aunque Isaías sea el personaje
principal, no es el único.
La
novela de Víctor del Árbol, trata de hacer "justicia" a esos seres
humanos a los que les robaron la infancia. La novela está escrita en primera
persona para darle fuerza a la narración y para que, a través del personaje,
sintamos en carne propia lo que él padece. Es una novela valiente, dura y muy
bien escrita.
miércoles, 21 de octubre de 2020
viernes, 16 de octubre de 2020
lunes, 12 de octubre de 2020
Notas de cuando lei “El espía inglés” una novela de espías de Daniel Silva, con despliegue de personajes, escenarios, tramas, intrigas, mercenarios y mucha acción. El protagonista vuelve a ser Gabriel Allon y la novela arranca con el asesinato de una princesa británica, amada por su belleza y su labor humanitaria y detestada por su exmarido y su exsuegra, la reina de Inglaterra y todos comenzamos a imaginar a Lady Di, aunque ese no sea el personaje de la novela. El asesino es Eammon Quinn, un terrorista internacional entrenado en Libia e Irán, experto en fabricación de explosivos, que tras su paso por el IRA termina vendiéndose al mejor postor y que es un viejo conocido de Gabriell Allon, el legendario espía israelí experto en arte y es, también, un ser despreciado por Christopher Keller, desertor de las fuerzas de élite del Ejército británico, asesino profesional, amigo de Allon y que conoce de primera mano la mortífera eficacia de Quinn.
El listado de personajes se completa con Katerina, una
agente rusa y con los dos jefes del espionaje británico, Graham Seymour del MI6
y Amanda Wallace del MI5.
El asesinato y la búsqueda del asesino nos llevan a
Rusia, Irán, Israel, EE. UU. y Reino Unido; el autor toca temas como el acuerdo
nuclear con el régimen iraní o la pervivencia de la violencia en el Ulster y la
acción se sitúa en Londres, Lisboa, Irlanda, Viena o Jerusalén.
La novela mantiene al lector enganchado desde sus
primeros pasajes hasta su conclusión.
Como
buena novela de espionaje se plantea una trama clásica del género: perseguir a
un malvado en diferentes escenarios, para evitar que siga cometiendo asesinatos
al amparo de grandes organizaciones o potencias internacionales.
lunes, 5 de octubre de 2020
Notas de cuando lei la novela de Berna González Harbour, “El sueño de la razón”, una nueva entrega de la comisaria María Ruiz, que ha vuelto a Madrid para preparar su defensa. El viejo jefe superior de la policía ha logrado su suspensión en venganza por una antigua investigación y María está temporalmente fuera del cuerpo. Es el mes de mayo en Madrid, tiempo de fiestas en torno al río Manzanares que se ven enturbiadas por el descubrimiento de unos animales muertos, que será el primer indicio de algo más grave. Pronto aparecerá muerta una joven becaria de Historia del Arte en uno de los puentes del río bajo unas circunstancias que parecen obedecer a una extraña ceremonia. No será la única víctima.
Los distintos sucesos empiezan a conformar una serie
de escenificaciones que llevarán a la comisaria Ruiz hasta el legado de Goya, y
se enfrenta esta vez a un ser de extrema inteligencia, marcado por una obsesión
y con gran capacidad de manipulación. Sin equipo, sin uniforme y sin pistola,
en su lucha contra el tiempo recorrerá casas okupas, túneles subterráneos y un
Madrid oculto y poco conocido. María, en ese
momento en suspensión de su cargo, comienza a tirar del hilo y busca la
conexión entre el pintor y el asesino.
En toda la novela sobrevuela una crítica social. Eloy el okupa y Sara la becaria son elementos de esa
crítica.
Berna González Harbour con “Verano en rojo”, y “Margen de error” dio
vida a este personaje cuya serie continúa con “Las
lágrimas de Claire Jones” y
con la novela que ahora comento.
La
autora, a quien se nota que domina el oficio de escribir, logra una perfecta
fusión entre una trama de intriga e investigación y un personaje de la
categoría histórica y artística de Goya, con un muy correcto acercamiento a los
escenarios y a todos los personajes que aparecen en la trama: Esteban y Martín,
miembros de su equipo; su amigo el periodista Luna.
La
personalidad de Goya y obras suyas como “Los
fusilamientos”, “La carga de los mamelucos”, la “Romería en la pradera de San Isidro” o “La casa de los locos” forman parte de esta trama y son
fundamentales dos cuadros de Goya: “La pradera de San Isidro” de1788
y “La romería de San Isidro” de 1823, dos pinturas
separadas por 35 años que reflejan dos Españas, la que intenta abrazarse a
Europa y a la Ilustración y el oscuro y violento país del garrotazo.
Goya,
que es el padre de la modernidad, tardó décadas en ser considerado un genio.
Una buena novela de Berna González Harbour, a quien se la nota que controla su “oficio”: sabe
escribir bien y eso el lector lo agradece.
viernes, 2 de octubre de 2020
“Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga”, obra de Antonio Gisbert, datado entre los años 1887 y 1888. Se conserva en el Museo del Prado.
Como ha dicho el director del Prado es “una pintura para una
nación libre, el único cuadro de la historia de la pintura española encargado
por un presidente del Gobierno”. Fue Mateo Sagasta quien encargó este lienzo
sobre el héroe liberal traicionado y asesinado junto a otros 52 compañeros. El
destino del cuadro era el Museo del Prado y se pagó por su realización 40.000
pesetas.
José María Torrijos participó en 1817 en el levantamiento del
Ejército en Andalucía para reclamar la vuelta a la Constitución. La
conspiración fracasó y fue detenido. La victoria de Riego le liberó el 23 de
marzo de 1820 y en el Trienio Liberal defendió la Constitución en Navarra y
Cataluña. Después de un exilio en Londres, en julio de 1830 regresó a España
para derrocar al absolutismo. Fue detenido el 5 de diciembre de 1831 junto a 52
hombres más. Seis días después fueron fusilados en la playa de San Andrés de
Málaga. Habían sido condenados a muerte por Fernando VII sin juicio.
En el cuadro aparecen amigos fieles a Torrijos, entre ellos
Manuel Flores expresidente de Las Cortes y Francisco Fernández exministro de la
Guerra.