Notas de cuando lei la novela de Berna González Harbour, “El sueño de la razón”, una nueva entrega de la comisaria María Ruiz, que ha vuelto a Madrid para preparar su defensa. El viejo jefe superior de la policía ha logrado su suspensión en venganza por una antigua investigación y María está temporalmente fuera del cuerpo. Es el mes de mayo en Madrid, tiempo de fiestas en torno al río Manzanares que se ven enturbiadas por el descubrimiento de unos animales muertos, que será el primer indicio de algo más grave. Pronto aparecerá muerta una joven becaria de Historia del Arte en uno de los puentes del río bajo unas circunstancias que parecen obedecer a una extraña ceremonia. No será la única víctima.
Los distintos sucesos empiezan a conformar una serie
de escenificaciones que llevarán a la comisaria Ruiz hasta el legado de Goya, y
se enfrenta esta vez a un ser de extrema inteligencia, marcado por una obsesión
y con gran capacidad de manipulación. Sin equipo, sin uniforme y sin pistola,
en su lucha contra el tiempo recorrerá casas okupas, túneles subterráneos y un
Madrid oculto y poco conocido. María, en ese
momento en suspensión de su cargo, comienza a tirar del hilo y busca la
conexión entre el pintor y el asesino.
En toda la novela sobrevuela una crítica social. Eloy el okupa y Sara la becaria son elementos de esa
crítica.
Berna González Harbour con “Verano en rojo”, y “Margen de error” dio
vida a este personaje cuya serie continúa con “Las
lágrimas de Claire Jones” y
con la novela que ahora comento.
La
autora, a quien se nota que domina el oficio de escribir, logra una perfecta
fusión entre una trama de intriga e investigación y un personaje de la
categoría histórica y artística de Goya, con un muy correcto acercamiento a los
escenarios y a todos los personajes que aparecen en la trama: Esteban y Martín,
miembros de su equipo; su amigo el periodista Luna.
La
personalidad de Goya y obras suyas como “Los
fusilamientos”, “La carga de los mamelucos”, la “Romería en la pradera de San Isidro” o “La casa de los locos” forman parte de esta trama y son
fundamentales dos cuadros de Goya: “La pradera de San Isidro” de1788
y “La romería de San Isidro” de 1823, dos pinturas
separadas por 35 años que reflejan dos Españas, la que intenta abrazarse a
Europa y a la Ilustración y el oscuro y violento país del garrotazo.
Goya,
que es el padre de la modernidad, tardó décadas en ser considerado un genio.
Una buena novela de Berna González Harbour, a quien se la nota que controla su “oficio”: sabe
escribir bien y eso el lector lo agradece.
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