KOSOVO
La declaración de independencia de Kosovo y el retórico adiós de Castro son los dos únicos temas de política internacional que, de momento y de forma colateral, se han colado en la campaña electoral.
El Kosovo independiente comenzó quizá en 1913, cuando después de las guerras balcánicas fue entregado a Serbia y las sucesivas autoridades de Belgrado nunca tuvieron un plan para gobernar aquel territorio, salvo la consideración de que era una colonia incómoda por la composición de su población a la que había que someter a una permanente limpieza étnica. Kosovo nunca fue un Estado federado en la antigua Yugoslavia, sino que se trataba de una provincia serbia.
Desaparecido Tito y las vinculaciones políticas que hacían posible la permanencia de una Federación, llegaron las secesiones eslovena, croata y bosnia y en los Balcanes volvió el protagonismo de sangre y fuego inherente a todo esfuerzo que trata de resolver por la fuerza cualquier conflicto étnico o religioso.
En 1989 Slobodan Milosevic anuló la autonomía de Kosovo y al comenzar 1999 la policía y militares del propio Misolevic expulsaron a la mitad de la población kosovar hacia Albania y Macedonia en una diseñada limpieza étnica de una terrible crueldad, que solo se paró cuando la OTAN acudió en socorro de la población. Serbia se retiró de Kosovo que pasó a ser administrado por la ONU y detrás quedaron las fosas comunes.
Seguramente entonces, Kosovo se ganó el derecho moral a su libertad y a su independencia, pero no el derecho legal. “A veces la lengua no está preparada para describir momentos tan extraordinarios”, fue la expresión del escritor Ismail Kadaré cuando el Parlamento de Prístina, el pasado 17 de febrero, proclamó la independencia con el voto afirmativo de 109 diputados y la ausencia de los 11 representantes de las minorías, incluida la serbia y en presencia del Presidente y del Primer Ministro Hashim Thaçi, quien fuera un día jefe del Ejército de Liberación de Kosovo, la guerrilla que luchó contra las tropas serbias.
La declaración de independencia se ha producido fuera del marco de Naciones Unidas y ha puesto en cuestión el Acta Final de Helsinki, aunque haya tenido el inmediato reconocimiento de Estados Unidos y de un bloque importante de países de la Unión Europea. El reconocimiento de Kosovo por Francia, Alemania, Italia y Austria, entre otros países de la Unión Europea, va complicar las cosas a la política exterior de la Unión y a la diplomacia española.
La estabilidad, si se alcanza, recaerá en el esfuerzo complicado de la neutralidad de las tropas de la OTAN y con la ayuda internacional, incluida la de la Unión Europea, que en los próximos dos años aportará 1.000 millones de euros para, entre otros proyectos, financiar la puesta en marcha de un sistema funcionarial y judicial creíble, que haga frente a la corrupción y al crimen organizado. Kosovo es hoy un Estado por construir.
Kosovo (un territorio como Asturias) tiene una población de 2,3 millones de habitantes, de los que 100.000 son serbios que no admiten la secesión de Serbia y que viven, fundamentalmente en Strpces un pequeño enclave del sur y en poblaciones al norte de Mitrovica, a 40 kilómetros de Prístina, ciudad divida por el río Iber que es quien separa las dos comunidades. Los municipios del norte del río Iber esperan su permanencia en Serbia o, quien sabe, si no reclamarán su propia independencia como otra nueva República.
El precedente es peligroso para otros conflictos. En los Balcanes mismos no se han resuelto los problemas de las minorías serbias en la República Srpska o en la región croata de Trajina, de la minoría croata de Bosnia – Herzegovina o de la minoría albanesa en Macedonia.
En mi opinión, España hará bien en mantener su contingente militar en la misión KFOR de la OTAN por solidaridad con países aliados, y hará bien en insistir que la declaración unilateral de independencia es un acto ilegal, aunque Kosovo “constituya un caso sui géneris”. Si Kosovo se estabiliza, algo deseable pero que los hechos anuncian que no será de forma inmediata, será entonces el momento de que España reevalúe la situación y actúe en el marco, siempre deseable, de la política exterior común de la Unión Europea.
La declaración de independencia de Kosovo y el retórico adiós de Castro son los dos únicos temas de política internacional que, de momento y de forma colateral, se han colado en la campaña electoral.
El Kosovo independiente comenzó quizá en 1913, cuando después de las guerras balcánicas fue entregado a Serbia y las sucesivas autoridades de Belgrado nunca tuvieron un plan para gobernar aquel territorio, salvo la consideración de que era una colonia incómoda por la composición de su población a la que había que someter a una permanente limpieza étnica. Kosovo nunca fue un Estado federado en la antigua Yugoslavia, sino que se trataba de una provincia serbia.
Desaparecido Tito y las vinculaciones políticas que hacían posible la permanencia de una Federación, llegaron las secesiones eslovena, croata y bosnia y en los Balcanes volvió el protagonismo de sangre y fuego inherente a todo esfuerzo que trata de resolver por la fuerza cualquier conflicto étnico o religioso.
En 1989 Slobodan Milosevic anuló la autonomía de Kosovo y al comenzar 1999 la policía y militares del propio Misolevic expulsaron a la mitad de la población kosovar hacia Albania y Macedonia en una diseñada limpieza étnica de una terrible crueldad, que solo se paró cuando la OTAN acudió en socorro de la población. Serbia se retiró de Kosovo que pasó a ser administrado por la ONU y detrás quedaron las fosas comunes.
Seguramente entonces, Kosovo se ganó el derecho moral a su libertad y a su independencia, pero no el derecho legal. “A veces la lengua no está preparada para describir momentos tan extraordinarios”, fue la expresión del escritor Ismail Kadaré cuando el Parlamento de Prístina, el pasado 17 de febrero, proclamó la independencia con el voto afirmativo de 109 diputados y la ausencia de los 11 representantes de las minorías, incluida la serbia y en presencia del Presidente y del Primer Ministro Hashim Thaçi, quien fuera un día jefe del Ejército de Liberación de Kosovo, la guerrilla que luchó contra las tropas serbias.
La declaración de independencia se ha producido fuera del marco de Naciones Unidas y ha puesto en cuestión el Acta Final de Helsinki, aunque haya tenido el inmediato reconocimiento de Estados Unidos y de un bloque importante de países de la Unión Europea. El reconocimiento de Kosovo por Francia, Alemania, Italia y Austria, entre otros países de la Unión Europea, va complicar las cosas a la política exterior de la Unión y a la diplomacia española.
La estabilidad, si se alcanza, recaerá en el esfuerzo complicado de la neutralidad de las tropas de la OTAN y con la ayuda internacional, incluida la de la Unión Europea, que en los próximos dos años aportará 1.000 millones de euros para, entre otros proyectos, financiar la puesta en marcha de un sistema funcionarial y judicial creíble, que haga frente a la corrupción y al crimen organizado. Kosovo es hoy un Estado por construir.
Kosovo (un territorio como Asturias) tiene una población de 2,3 millones de habitantes, de los que 100.000 son serbios que no admiten la secesión de Serbia y que viven, fundamentalmente en Strpces un pequeño enclave del sur y en poblaciones al norte de Mitrovica, a 40 kilómetros de Prístina, ciudad divida por el río Iber que es quien separa las dos comunidades. Los municipios del norte del río Iber esperan su permanencia en Serbia o, quien sabe, si no reclamarán su propia independencia como otra nueva República.
El precedente es peligroso para otros conflictos. En los Balcanes mismos no se han resuelto los problemas de las minorías serbias en la República Srpska o en la región croata de Trajina, de la minoría croata de Bosnia – Herzegovina o de la minoría albanesa en Macedonia.
En mi opinión, España hará bien en mantener su contingente militar en la misión KFOR de la OTAN por solidaridad con países aliados, y hará bien en insistir que la declaración unilateral de independencia es un acto ilegal, aunque Kosovo “constituya un caso sui géneris”. Si Kosovo se estabiliza, algo deseable pero que los hechos anuncian que no será de forma inmediata, será entonces el momento de que España reevalúe la situación y actúe en el marco, siempre deseable, de la política exterior común de la Unión Europea.
(comentario enviado para su publicación en "El Diario Montañés")
10 comentarios:
"Seguramente entonces, Kosovo se ganó el derecho moral a su libertad y a su independencia, pero no el derecho legal"
Desde luego escéptico cómo sois los jacobinos. Qué hay que hacer para conseguir salir de la opresión? Seguir la ley? Pedir permiso a la ONU?
Yo creo que la gente que está bien gobernada no quiere la independéncia. Es una opinión. Y pienso que en pleno siglo XXI no deberiamos dar legitimidad moral/legal a base de sufrir intentos de genocidio sino mucho antes. España se ha alineado con Rúsia y eso es un dato importante.
Un saludo.
España está por la legalidad internacional, y punto.
Rusia, en este caso, también, porque le conviene.
El Gobierno está siendo coherente, y de hecho, la oposición no ha dicho ni mú, porque las cosas están muy claras.
Permitir lo de Kosovo es una bofetada más a la ONU y a sus resoluciones. Es bailarle el agua a ese gran estratega de alta política que es George Bush (el de Afganistán e Irak).
La UE se ha cubierto de gloria, pone las pelas, pierde crédito internacional y encima queda dividida, aunque ya sé que nosotros y los rumanos no pintamos nada, pero somos tan miembros de la UE como Francia o Alemania.
Estoy de acuerdo con lo que dices.
No hablaba de esto..., qué quiere decir que permitir lo de Kososvo es una bofetada más a la ONU? Permitir el genocidio? Si no llega a ser por los americanos no queda ni un kososvar, y lo sabes muy bien. Eso sí ahora se mantendría la legalidad.
Y la UE queda dividida porque le dá la gana. Vamos con Putin porque nos dá la gana y por interés, no seamos hipócritas. No queremos que vascos y catalanes cojan ideas..., e ir con el asesino de Chechénia nos situa de lleno con la legalidad internacional. Verdad, Oscar?
Amigo Sotogrande:
La división de la Unión Europea en el tema de Kosovo no es una buena noticia, porque siempre se ha defendido una política exterior COMÚN.
La legalidad internacional es un valor que merece tenerse en cuenta.
Un abrazo
Siempre con palabras sabias, sabes bajarme la bilirrubina suavizando las opiniones.Gracis escéptico.
Pero mi pregunta principal es: Situarnos con Rúsia nos situa más cerca de la legalidad internacional?
Sí, esa que dices que es tan importante mantener.
A qué jugamos? Para no darles una alegría a vascos y catalanes, pobre alegría segun mi opinión, dejamos a nuestros socios, a los países a los que nos queremos parecer, con el culo al aire? Ya no vamos con Francia?
Que pasa, tanto le dolió lo de la reunión del G-8?
Habla con tu amigo Pepe Blanco que en este punto han hecho una cagada de primero de Maquiavelo. Tenían a huevo la pleitesía de CiU y ERC hasta después de votar los presupuestos y arrinconaban a los peperos en su intransigencia.
La idea de fondo hubiera sido más o menos:
(los del PP no quiere la independencia ni de las comunidades que sufren exterminio, suerte que el PSOE es mucho más moderado porque si vuelve la derecha son muy capaces de intentar un genocidio de los putos vascos y los cabrones de los polacos).
Que los militares estan muy inquietos y la cosa se puede desmadrar...
Llámame neurótico, pero creo que nos hemos equivocado como país, y que en el fondo, todavía les hemos dado más munición a los que argumentan que una secesión de España es rentable a todas luces. Es como aquello de excusatio non petita..., acusatio manifesta. Era así, no?
Si ahora Rúsia, arma bajo mano a Serbia para que vuelva a hacerse con el control de Kosovo y vuelvan los conflictos, qué haremos? Quedarnos quietos hasta que haya matado a 200.000 personas? Y luego llamar a los americanos implorando una solución?
Amigo Sotogrande:
La coincidencia de España con Rusia en el tema de Kosovo es algo coyuntural que hoy no invalida la posición de España. Nos crea algunos problemas con Francia y Alemania, entre otros paises, en el ámbito diplomático, pero esa actitud de defensa de la legalidad internacional también fortalece nuestra posición como pais.
De acuerdo escéptico, unirnos a los exterminadores de chechenos nos fortalece como país y nos situa más cerca de los países que luchan por el mantenimiento de una legalidad internacional.
Se me ha ido la pelota y por un momento pensé que Rúsia tenia intereses comerciales con Serbia y que por eso los apoyaban, pero como tú bien dices, los buenos rusos lo hacen porque al no existir mandato de la ONU la independéncia de Kosovo es algo malo mu malo. Y los españoles nos hemos puesto de parte de los países honrados, honrados como Serbia i como Rúsia. Seguramente el crédito ganado internacionalmente en países de nuestro entorno es espectacular y no de debe leer la decisión de la diplomacia española en clave interna.
Amigo Sotogrande:
Las claves internas valen, pero no son las determinantes en este caso.
La coincidencia con Rusia en lo de Kosovo te dije que era algo coyuntural y no por eso nos hace cómplices de las masacres en Chechenia.
Claro que los intereses de Rusia en Serbia son, también, de otra naturaleza.
Hoy España ha cumplido bien con su papel. El tiempo hará que esa posición evolucione, si así tiene que hacerse.
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