Notas después de leer “ASALTO AL BANCO CENTRAL” de MAR PADILLA.
A
las 9:10 del sábado 23 de mayo de 1981, cuando solo habían pasado tres meses
del intento de golpe de Estado, un grupo de hombres armados con pistolas y metralletas
asaltaba el Banco Central de Barcelona. Exigían la liberación de Tejero y otros
implicados en el 23F bajo amenaza de dinamitar el banco con casi 300 personas
dentro. Comenzaba el secuestro con más rehenes de la historia de España y uno
de los misterios de la Transición.
¿Quién estaba detrás del golpe y cuál era su objetivo? ¿Fue una conspiración
desestabilizadora de la extrema derecha o un intento de robo a mano armada con
bastante imaginación?
La
periodista Mar Padilla, autora de este libro, ha hablado con el líder de la
banda de atracadores, José Juan Martínez, con fiscales, jueces, periodistas,
rehenes y espías de los servicios secretos, y de ese conjunto de testimonios,
no siempre coincidentes, surge este relato: “Asalto al Banco Central”.
José
Juan Martínez
Gómez
es el protagonista del relato. Desde joven
tiene claro que no quiere un trabajo normal. El libro retrata un momento de
vulnerabilidad de la democracia española. Los atracadores utilizaron a los condenados por el 23F y de forma más
particular la figura de Antonio Tejero, pero lo único que buscaban era el
dinero del banco.
Los
asaltantes llamaron al “Diario de Barcelona” para
avisar de que habían dejado una nota en una cabina telefónica con sus
peticiones. Entre ellas, "la libertad de cuatro militares héroes del 23 de
febrero", incluido "nuestro valiente teniente coronel Tejero". En el comunicado amenazan con que, si en 72
horas no disponen de dos aviones para que puedan huir los golpistas
encarcelados y ellos mismos a Argentina, comenzarán a ejecutar a los rehenes.
La autora nos acerca
a varios momentos surrealistas que se sucedieron en aquellas horas que duró el
asalto: el presidente del Gobierno, Leopoldo
Calvo-Sotelo, vincula el asalto con la extrema derecha; un rehén escucha: "Esto no es un atraco. Es un
movimiento político. No venimos a por dinero"; el vicepresidente, Rodolfo Martín Villa, propone disolver la
Guardia Civil;
el móvil militar fue alimentado por la
propia Guardia Civil pese a que algunas voces autorizadas comenzaron a
descartarlo con el paso de las horas.
Los
asaltantes fueron unos pícaros de la transición, porque supieron leer la
vulnerabilidad del Estado y colarse por esa grieta de desconfianza entre
algunos miembros de las fuerzas de seguridad y del Gobierno. Está muy claro que
eran ladrones y que iban a robar dinero.
Un relato bien escrito que se lee con
interés.
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