Notas de cuando leí “EL ASESINATO DE LAURA OLVIDO”, novela del peruano JORGE EDUARDO BENAVIDES.
Apolinario Larrazábal, conocido como “Colorado”, es un
expolicía peruano negro, de origen vasco por parte de su padre, que ha
abandonado su Lima natal tras enfrentarse a un caso de corrupción en la época
de Fujimori. Sobrevive en Madrid en el barrio de Lavapiés donde le gusta vivir,
haciendo trabajos ocasionales para su compadre, el abogado peruano Tejada,
también expatriado, y mantiene una relación sentimental con una “morita” joven
marroquí, Fátima. Tras resolver el secuestro del padre de Fátima Rasul Tarik
dedicado al trapicheo, por unos delincuentes de poca monta, su casera le
encomienda ocuparse del caso de su sobrina, una joven periodista, Lucía Luján,
a la que todos los indicios señalan como sospechosa de la muerte de una célebre
agente literaria, Laura Olivo, con la que la sobrina estaba viviendo un tórrido
romance.
Al
mismo tiempo, el abogado Tejada es asesinado en su bufete.
Mientras
Larrazabal se adentra para su investigación en el mundo de las agencias
literarias, el lector se asoma a un entretenido fresco de escritores
reconocibles y desencantados, novelas perdidas y ambiciones frustradas.
Larrazabal es un buen policía y sufre la perplejidad que le causa un mundo
complejo en el que se siente desplazado. La novela nos
acerca a las miserias del mundo editorial, a las relaciones entre escritores de muy diferentes estilos y talantes y
sus agentes literarios. Larrazabal descubre, junto con el lector, toda
la trastienda del mundillo editorial español.
En la novela aparece un entretenido fresco
de escritores reales –como Jorge Edwards-, y de otros inventados o prestados de
otras ficciones, como el exitoso y frívolo Albert Cremades que rescata de su novela
anterior “Un asunto sentimental” o Marcelo Chiriboga, autor
del boom inventado por José Donoso y Carlos Fuentes. Para
sorpresa de todos, Chiriboga dejó en vida unos manuscritos que contienen su
última obra maestra, los mismos que después de mucho indagar, llevarán a
Larrazabal a la resolución de un homicidio.
Personajes verosímiles, referencias a temas como la
identidad o la migración, diálogos ágiles, ambientes reconocibles, ironía,
parodia y una estructura muy bien construida, con sorpresas y reflexiones; una
muy buena novela con todos los ingredientes del género de novela negra.
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