lunes, 12 de septiembre de 2022


 Notas de cuando leí “ALGO VA MAL” novela de FERMÍN BOCOS

Cosme Damián, personaje influyente en los medios de comunicación en España y director de “El Diario”, aparece muerto en su habitación de un hotel en Ámsterdam de un disparo en la cabeza, la víspera de una de las elitistas reuniones internacionales del Club Bilderberg a la que iba a asistir. A su lado, igualmente muerta, aparece otra persona.

La intriga de la novela se desarrolla en los escenarios de las reuniones privadas del Club Bilderberg en los días previos a la guerra de Iraq; en el París del tráfico de obras de arte; en el Berlín cuando todavía operaba la Stasi, la temible policía política de la RDA (un periodista de El Diario”, Mikel Azuera, tiene el encargo de investigar a personajes españoles de relevancia que, en sus tiempos de estudiantes en Alemania, colaboraron con la Stasi); o en Gibraltar, refugio de negocios turbios y espías, paraíso fiscal, lugar de paso de la droga a la Península y con más de un bufete de abogados cuya ocupación primordial es el blanqueo de capitales. Conocemos a Walter de Roux, un especialista del crimen organizado que realiza “encargos”, solucionando problemas a unos y otros. Junto a él tenemos a Telmo Salcedo, un político muy bien situado cuyo expediente, en principio, es intachable; a Julián Santaeugenia, un empresario con bastante mala fama; a Valeria Ulloa una periodista a la que solo mueve conocer la verdad de los hechos o a Francis Hamilton, exsecretario norteamericano de Estado a quien le importa la reputación y el control de la opinión pública.  

Se nota la experiencia del autor como periodista que construye un relato sobre la relación entre la prensa y el poder, con la corrupción como telón de fondo en la España de nuestros días.

El autor diseña muy bien los diferentes escenarios, personajes y tramas de la novela, pero no da solución a los casos que plantea, quizá porque esa es la intención del autor: señalar temas, pero no aportar soluciones.

El final es algo inesperado y muy poco esclarecedor, lo que no me deja de sorprender como lector, porque se manifiesta el fracaso de las diferentes policías que intervienen en las tramas de la novela. Todos los cabos quedan sueltos y sin resolver por el inspector de policía Gabriel Montañés.

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