Cosme Damián, personaje influyente en los medios de
comunicación en España y director de “El Diario”, aparece muerto
en su habitación de un hotel en Ámsterdam de un
disparo en la cabeza, la víspera de una de
las elitistas reuniones internacionales del Club Bilderberg a la que iba a
asistir. A su lado, igualmente muerta, aparece otra
persona.
La intriga de la novela se desarrolla en los escenarios
de las reuniones privadas del Club Bilderberg en los días previos a la guerra
de Iraq; en el París del tráfico de obras de arte; en el Berlín cuando todavía
operaba la Stasi, la temible policía política de la RDA (un periodista de “El Diario”, Mikel Azuera, tiene el encargo de investigar a personajes
españoles de relevancia que, en sus tiempos de estudiantes en Alemania,
colaboraron con la Stasi); o en Gibraltar, refugio
de negocios turbios y espías, paraíso fiscal,
lugar de paso de la droga a la Península y con más de un bufete de abogados
cuya ocupación primordial es el blanqueo de capitales. Conocemos a Walter de
Roux, un especialista del crimen organizado que realiza “encargos”,
solucionando problemas a unos y otros. Junto a él tenemos a Telmo Salcedo, un
político muy bien situado cuyo expediente, en principio, es intachable; a
Julián Santaeugenia, un empresario con bastante mala fama; a Valeria Ulloa una
periodista a la que solo mueve conocer la verdad de los hechos o a Francis
Hamilton, exsecretario norteamericano de Estado a quien le importa la
reputación y el control de la opinión pública.
Se nota la experiencia del autor como periodista que
construye un relato sobre la relación entre la prensa y el poder, con la
corrupción como telón de fondo en la España de nuestros días.
El autor diseña muy bien los diferentes escenarios,
personajes y tramas de la novela, pero no da solución a los casos que plantea,
quizá porque esa es la intención del autor: señalar temas, pero no aportar soluciones.
El final es
algo inesperado y muy poco esclarecedor, lo que no me deja de sorprender como
lector, porque se manifiesta el fracaso de las diferentes policías que
intervienen en las tramas de la novela. Todos los cabos quedan sueltos y sin resolver por el inspector de policía Gabriel Montañés.
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