Con
motivo del Día del Libro traigo hoy estas notas de cuando leí “TODO LOS QUE VINO DESPUÉS” novela de GABRIEL URZA, un autor estadounidense
de origen vasco.
Año 2004 en Muriga, un tranquilo pueblo
del País Vasco con más secretos que habitantes. Han pasado cinco años desde el
secuestro y asesinato de un político local del Partido Popular, padre de
familia, José Antonio Torres, ocurrido en 1998 y la vida en el pueblo casi ha
vuelto a la normalidad. Sin embargo, tras los atentados de Atocha en Madrid, el
pueblo se enfrenta a su pasado, porque todo el mundo sabe quién apretó el
gatillo en aquella ocasión, pero ¿es el joven que está ahora entre rejas el
único culpable?
En “Todo lo que vino después” se ven
todas las capas de un crimen en el que han intervenido la historia, el amor y
la traición. Narran la historia de tres habitantes del pueblo: la viuda del
concejal asesinado, Mariana Zelaia, una mujer atractiva de compleja
personalidad que se quedó sola con una niña pequeña; el adolescente radical
formado en la kale borroka, Iker Abanzuza, encarcelado por ser el imputado por el
crimen y un anciano profesor americano, Joni Garrett, que da clases en el
colegio elitista de San Jorge al que asistía Iker y que esconde su propio
pasado traumático. Los tres exploran las claves de lo que realmente sucedió y
enfrentarse a lo que puedan averiguar de la verdad.
Una novela inspirada en una historia
real, es un texto profundo, serio, escrita con un estilo directo, que indaga
sobre la violencia y sus razones, si es que las puede haber en algún momento.
El escenario de la novela: la historia contemporánea del País Vasco y su turbio
clima político que arranca desde la Guerra Civil.
Los personajes pueden leerse en clave
simbólica, representando cada uno una visión y una forma de sentir no sólo
sobre el País Vasco, sino en general sobre la actitud ante la vida. El
desenlace tiene una atractiva faceta intimista.
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