Comentario escrito después de leer en su momento, “PATRIA”
de FERNANDO ARAMBURU
¿Hubiera
existido ETA o hubiera actuado de otra manera si hubiera habido una reacción
social contundente? No se pueden justificar los más de 838 asesinatos imputándo
los mismos a una reacción ante determinados desmanes de las fuerzas de
seguridad del Estado, como los que se produjeron en Rentería en 1978.
Hubo que esperar
a 1985 para que el Gobierno Vasco con Ardanza, del PNV, rompiera con la tesis
del conflicto e impulsara el Pacto de Ajuria
Enea en 1988. Ibarretxe, aunque no rompió con la legalidad, volvió a la
tesis del conflicto. El lehendakari Urkullu parece que ha vuelto a las tesis de
Ardanza.
“Patria” es una novela
de víctimas y asesinos, de traiciones, de silencios cómplices, de perdones que
se solicitan y no llegan, de familias que callaron ante lo que veían, de
indiferentes, de amedrentadores. Aramburu nos retrata a unos personajes
veraces, que existieron y existen. El autor nos acerca a los años de plomo de
los ochenta y al final de la violencia terrorista de ETA en octubre de 2011.
Afortunadamente
ETA no consiguió que todos fueran con ella, pero nadie podrá negar que esa
historia existiera. Una historia que ensució la convivencia hasta la sordidez.
Una novela
admirable, una novela que dice y nos habla de muchas cosas que sabíamos y
necesitábamos que alguien no las contara con la maestría de Fernando Aramburu.
Con muy buena literatura nos cuenta cómo el miedo y la amenaza condicionaron y
cercenaron la libertad de expresión. La novela recupera el valor de la palabra
para no olvidar que el gran enemigo de ETA era la democracia y el Estado de
Derecho.
También hay que
derrotar a ETA en el relato literario, en el relato cultural, para no blanquear
la historia de los asesinos, para no glorificar o santificar a los agresores.
Las cosas ahora
no serán igual, pero seguiremos esperando que BILDU, que sus diferentes marcas
políticas, que los que acompañaron y defendieron a ETA, condenen sus acciones.
La trama de “Patria” se extiende a lo largo de tres
décadas, en un paisaje cotidiano donde el autor nos cuenta las historias de
gentes vascas y que esas historias fueron reales, no una ficción aunque estemos
ante una novela y no ante un documento histórico. Es, como dice el autor, “una indagación humana y una mirada
narrativa sobre nuestra época”.
Miren, una de
las protagonistas, la madre del terrroristaa, es alguien que aceptó a unos amos
en una determinada época (durante el franquismo) y después a otros (a los
terroristas).
Ha habido
demasiadas escuelas de odio, tabernas de
odio, iglesias donde se ha predicado y practicado el odio, familias de odio. No
conviene pasar página tan rápido como algunos quisieran. Antes hay que construir
un espacio de memoria donde se pueda acudir para conocer y encontrar
respuestas.
“Patria” es la historia
de dos familias vascas, en su día unidas por la amistad y rotas por el odio del
terrorismo: dos mujeres, dos maridos y cinco hijos.
Aramburu, como
escribe José Carlos Mainer “retrata las
dos caras de una sociedad arcaica y patriarcal”. “Patria” es una gran
novela, que no olvida lo sucedido en comisarias y cuartelillos, pero no
equipara el dolor de las víctimas y los verdugos. Y no olvida la connivencia de
algunos párrocos locales y defiende que no puede haber amnistía sin perdón y
sin arrepentimiento. Le preocupa que el relato que pueda quedar en la historia
sea el que glorifique a los asesinos.
Serán los
testimonios lo que se impogan a la mentira y a la leyenda, para que al final
exista un relato fiable.
El autor está
comprometido con la derrota cultural de ETA, con que no se blanquee la historia
para las próximas generaciones. Porque hay que cerrar con memoria las heridas
abiertas en la convivencia como consecuencia del terror asesino.
Si al esfuerzo
de autores como Aramburu se uniera el esfuerzo de la comunidad educativa, de la
Iglesia católica y de las instituciones, sería una señal de que estamos más en
el futuro que en el pasado.
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