domingo, 29 de abril de 2018

ALLISON JANNEY, buena actriz estadounidense ganadora del Oscar en 2018 a la mejor actriz de reparto.

miércoles, 25 de abril de 2018


SERGIO RAMÌREZ  O LO REAL MARAVILLOSO

Al saber que concedían al escritor nicaragüense Sergio Ramírez el Premio Cervantes, recuperé unas notas de 2014 cuando le otorgaron en México el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Español.
Al recibir la noticia de haber ganado el Cervantes afirmó que se trataba de un “encuentro con lo sobrenatural, con lo sorpresivo, con lo mágico” y que significaba “subir a este pedestal donde están los héroes literarios que yo he admirado toda mi vida”, y mencionaba a Borges, Onetti, Carpentier, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Dulce María Loynaz o Benet.
Como opositor a la Dictadura de Anastasio Somoza, se integró en el Grupo de los Doce que apoyó al Frente Sandinista y formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional después de la caída del régimen de Somoza y del triunfo de la Revolución Sandinista en julio de 1979.
Después de las elecciones de 1984 que ganaron los Sandinistas, un resultado que no reconoció Estados Unidos mientras se dedicaba a financiar a la Contra, Sergio Ramírez fue Vicepresidente del gobierno nicaragüense.
En la campaña de las elecciones de febrero de 1990, Ortega era “El Gallo ennavajado” y Sergio era presentado como el Dr. Ramírez. La coalición Unión Nacional Opositora (UNO) ganó las elecciones y doña Violeta Barrios de Chamorro accedió a la presidencia de Nicaragua, siendo el hombre fuerte del gobierno Antonio Lacayo. Les conocí en Managua en mayo de 1992 y volví a coincidir con Sergio Ramírez  en una reunión con la dirección sandinista en la Asamblea Nacional. Respondía a las características del intelectual comprometido, con ideas templadas y reservado cuando hablábamos del futuro del sandinismo.
Me encontré con él en octubre de 1996 cuando encabezaba el socialdemócrata Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), en unas elecciones que no ganó. Entre los promotores de aquel Movimiento de Renovación Sandinista figuraban protagonistas de la revolución nicaragüense que expulsó del poder a los Somoza. Poco después se retiró de la política activa.
La revolución sandinista gestionada por Daniel Ortega era la expresión de una “catástrofe ética”; un fracaso en el que influyeron la aplicación de esquemas económicos de inspiración castrista y las sanciones de los Gobiernos norteamericanos.
Estuve con Sergio Ramírez en 2004, cuando presentó en Santander “Mil y una muertes”, la ingeniosa historia de un fotógrafo que anduvo por el mundo dejando testimonio gráfico a cualquier precio de la realidad.
Es autor de la edición crítica de la biografía y el pensamiento de Augusto César Sandino (1895 – 1934): el General de hombres libres que acababa sus escritos con: “Patria y Libertad” o “Siempre más allá”. En la edición que compré en Managua incluye: “El muchacho de Niquinohomo”, un hermoso y dolorido resumen de la historia de Nicaragua entre 1821 y 1934, desde Niquinohomo donde nació Sandino.
Sergio Ramírez nació en Masatepe en Nicaragua en 1942, pero sus tres hijos nacieron en San José de Costa Rica, donde vivía exiliado desde 1964 con su mujer. Estudió Derecho en la Universidad Nacional de León, la ciudad liberal de Nicaragua; la primera liberada por los sandinistas, donde visité la tumba de Rubén Darío.
En 1999 publica “Adiós Muchachos”. No son memorias políticas, sino la crónica y los recuerdos del ocaso de la utopía, donde dice adiós sin rencor a su activismo político, a un pasado vivido con lealtad a unas ideas. Un libro que guardo junto a “Sueños del corazón” de Violeta Barrios; “El país bajo mi piel. Memoria de amor y guerra” y “La mujer habitada” de Gioconda Belli; “La montaña es algo más que una inmensa estepa verde” de Omar Cabezas; “La difícil transición nicaragüense. En el Gobierno de doña Violeta” de Antonio Lacayo o “La marca del Zorro”,  conversaciones de Sergio Ramírez con el Comandante guerrillero Francisco Rivera “El  Zorro”.
En 1998 obtiene el Premio Alfaguara con “Margarita, está linda la mar”. Rubén Darío llega a León en 1907 y escribe en el abanico de una niña: “Margarita, está linda la mar”. Medio siglo después, aquella chiquilla y su hermana, se ven envueltas en una conjura para matar a Somoza.
También en León sitúa su novela “Castigo divino”, y con  la ironía como arma de denuncia, mezcla el encanto de las novelas por entregas, el reportaje periodístico, el florido lenguaje jurídico y las imágenes modernistas.
En “Charles Atlas también muere”, “Catalina y Catalina”, “El reino animal” o en “Flores oscuras”, constatamos que es uno de los grandes autores de relatos en lengua castellana.
En “Sombras nada más”, Alirio Martinica, Secretario privado de Somoza hasta 1976, es expulsado del círculo íntimo del Dictador y sometido a juicio popular cuando al huir es detenido por jóvenes sandinistas.
“El cielo llora por mí” se aproxima a la novela policiaca y crea al inspector Dolores Morales. En “Ya nadie llora por mí”, recupera al veterano policía y reflexiona sobre las sombras del poder en su país. 
En “La fugitiva” recorre la vida de la escritora costarricense Yolanda Oreamuno, (Amanda Solano, en la novela), a través de los recuerdos de tres amigas, personajes inspirados en mujeres reales; Manuela Torres, que sería Chavela Vargas; Gloria Tinoco que correspondería a Vera Tinoco, vinculada a un presidente de Costa Rica y Marina Carmona que sería la pedagoga y escritora Lilia Ramos Valverde.
Aprovechando de forma inteligente las posibilidades expresivas del lenguaje, manteniendo espacios para el humor y la ironía, Sergio Ramírez pertenece al grupo de escritores que ha hecho de América Latina y sus historias su patria literaria sin cerrar fronteras y, desde “lo real maravilloso” o realismo mágico, nos describe una época y el mundo cultural de un pueblo, que es nuestra época y nuestro pueblo.

(Publicado en El Diario Montañés el 12 de diciembre de 2017)

lunes, 23 de abril de 2018


“EL VIAJE DEFINITIVO”

Juan Ramón Jiménez

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico...

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

jueves, 19 de abril de 2018

Fotografía de STEVE HIETT de 1996

domingo, 15 de abril de 2018


LAURA RAMOS,  actriz nacida en La Habana en 1978, ha trabajado en cine y TV en Argentina, en Cuba, en Colombia, en España.


miércoles, 11 de abril de 2018

LEOPOLDO POMÉS, nacido en Barcelona en 1931, es el fotógrafo que cambió la publicidad en España.

domingo, 8 de abril de 2018


Obra del pintor italiano Felice Casorati (1883 – 1963).
Fundó la revista “La Via Lattea” y formó parte del grupo de artistas italianos que después de las vanguardias y las guerras intentaron regresar a los cánones clásicos. Casorati impulsó el grupo Novecento con el que pretendía regresar al clasicismo del Renacimiento. En todas sus obras hay algo enigmático.

sábado, 7 de abril de 2018

MARTA ETURA. Me gusta esta actriz.

miércoles, 4 de abril de 2018


Comentario escrito después de leer en su momento, “PATRIA” de FERNANDO ARAMBURU
¿Hubiera existido ETA o hubiera actuado de otra manera si hubiera habido una reacción social contundente? No se pueden justificar los más de 838 asesinatos imputándo los mismos a una reacción ante determinados desmanes de las fuerzas de seguridad del Estado, como los que se produjeron en Rentería en 1978.
Hubo que esperar a 1985 para que el Gobierno Vasco con Ardanza, del PNV, rompiera con la tesis del conflicto e impulsara el Pacto de Ajuria  Enea en 1988. Ibarretxe, aunque no rompió con la legalidad, volvió a la tesis del conflicto. El lehendakari Urkullu parece que ha vuelto a las tesis de Ardanza.
“Patria” es una novela de víctimas y asesinos, de traiciones, de silencios cómplices, de perdones que se solicitan y no llegan, de familias que callaron ante lo que veían, de indiferentes, de amedrentadores. Aramburu nos retrata a unos personajes veraces, que existieron y existen. El autor nos acerca a los años de plomo de los ochenta y al final de la violencia terrorista de ETA en octubre de 2011.
Afortunadamente ETA no consiguió que todos fueran con ella, pero nadie podrá negar que esa historia existiera. Una historia que ensució la convivencia hasta la sordidez.
Una novela admirable, una novela que dice y nos habla de muchas cosas que sabíamos y necesitábamos que alguien no las contara con la maestría de Fernando Aramburu. Con muy buena literatura nos cuenta cómo el miedo y la amenaza condicionaron y cercenaron la libertad de expresión. La novela recupera el valor de la palabra para no olvidar que el gran enemigo de ETA era la democracia y el Estado de Derecho.
También hay que derrotar a ETA en el relato literario, en el relato cultural, para no blanquear la historia de los asesinos, para no glorificar o santificar a los agresores.
Las cosas ahora no serán igual, pero seguiremos esperando que BILDU, que sus diferentes marcas políticas, que los que acompañaron y defendieron a ETA, condenen sus acciones.
La trama de “Patria” se extiende a lo largo de tres décadas, en un paisaje cotidiano donde el autor nos cuenta las historias de gentes vascas y que esas historias fueron reales, no una ficción aunque estemos ante una novela y no ante un documento histórico. Es, como dice el autor, “una indagación humana y una mirada narrativa sobre nuestra época”.
Miren, una de las protagonistas, la madre del terrroristaa, es alguien que aceptó a unos amos en una determinada época (durante el franquismo) y después a otros (a los terroristas).
Ha habido demasiadas  escuelas de odio, tabernas de odio, iglesias donde se ha predicado y practicado el odio, familias de odio. No conviene pasar página tan rápido como algunos quisieran. Antes hay que construir un espacio de memoria donde se pueda acudir para conocer y encontrar respuestas.
“Patria” es la historia de dos familias vascas, en su día unidas por la amistad y rotas por el odio del terrorismo: dos mujeres, dos maridos y cinco hijos.
Aramburu, como escribe José Carlos Mainer “retrata las dos caras de una sociedad arcaica y patriarcal”. “Patria” es una gran novela, que no olvida lo sucedido en comisarias y cuartelillos, pero no equipara el dolor de las víctimas y los verdugos. Y no olvida la connivencia de algunos párrocos locales y defiende que no puede haber amnistía sin perdón y sin arrepentimiento. Le preocupa que el relato que pueda quedar en la historia sea el que glorifique a los asesinos.
Serán los testimonios lo que se impogan a la mentira y a la leyenda, para que al final exista un relato fiable.
El autor está comprometido con la derrota cultural de ETA, con que no se blanquee la historia para las próximas generaciones. Porque hay que cerrar con memoria las heridas abiertas en la convivencia como consecuencia del terror asesino.
Si al esfuerzo de autores como Aramburu se uniera el esfuerzo de la comunidad educativa, de la Iglesia católica y de las instituciones, sería una señal de que estamos más en el futuro que en el pasado.

lunes, 2 de abril de 2018


BEATRIZ ARGUELLO es actriz de TV y cine, pero fundamentalmente es actriz  de teatro. En febrero de 2017 obtuvo el premio Miguel Mihura de teatro, galardón a la Mejor Actriz del Año creado en 1978 por la SGAE y que regresaba tras su interrupción en 2007. 
Hace algunos días la vi en “Sueños”, un texto dramático a partir de textos de Quevedo, con dirección de Gerardo Vera.