Hace unos días estuve en Bilabo y aproveché para ver
esta exposición en el Bellas Artes. Borja Hermoso resumía muy bien el sentido y
contenido de esta exposición en un artículo que publicaba en El País el pasado
27 de julio. Una gran exposición.
Alicia Koplowitz: el
feminismo es todo un arte
La empresaria exhibe
por vez primera en España su fabulosa colección privada, expuesta en el Bellas
Artes de Bilbao
El desembarco de la colección
privada de Alicia Koplowitz en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, gracias a la habilidad de
su director, Miguel
Zugaza, sirve para
disfrutar de un paseo asombroso por la historia del arte en 90 piezas (desde la
cabeza de una reina griega del siglo III antes de Cristo hasta una enorme tela
de Anselm Kiefer de 2014). Pero también sirve como base de reflexión sobre dos
asuntos bien interesantes. Uno es la relación entre el arte y el dinero. El
otro, los inusitados formatos en que puede llegar a manifestarse el puñetazo
feminista.
Para engarzar esas dos conversaciones sirve de
perfecta bisagra esta
empresaria y filántropa nacida en Madrid en 1952. Sí: la excopropietaria del gigante
del ladrillo FCC
(Fomento de Construcciones y Contratas) y actual líder de Omega
Capital, el exitoso
fondo de inversión que fundó en 1998 tras dejar a su hermana Esther y abandonar
FCC, reúne una triple condición. Multimillonaria (2.328 millones de euros de
patrimonio neto según la Lista
Forbes 2017), amante y
compradora de arte (dueña de una de las colecciones privadas más importantes
del mundo). Y, a nada que uno contemple con un poco de atención esta exposición
de Bilbao, feminista en activo.
Alicia Koplowitz ha traído a Bilbao 90 obras, casi el
doble de las que llevó al museo
Jacquemart- André de París en lo que supuso —hasta hace apenas tres semanas— la primera
exhibición pública de su colección. Y una parte importante, por no decir la
inmensa mayoría, de este conjunto tiene al universo femenino como principio y
fin del discurso expositivo. No se trata aquí de una mera acumulación de
pinturas y esculturas con la mujer como tema. Se trata de que, en la selección
de obras que podrá verse en Bilbao desde el 28 de julio hasta el 23 de octubre,
comisariada por Almudena Ros, lo femenino es lo poderoso y, más allá de eso, lo
dominante, y no solo en número.
Igual dan las majas y las celestinas de Goya que las
vírgenes vestidas de gitanas de Luis de Morales. Las afroditas de la época
helenística que las dafnes de Julio González. Las pelirrojas de Modigliani que
las féminas poéticas y terribles de Schiele. La manaza enorme y poderosa
de Cabeza
y mano de mujer, un picasso de echarse a
temblar. La dignidad vertical de las mujeres desnudas de Giacometti. Y la
impronta aristocrática de esas duquesas y esas condesas deliciosamente
anacrónicas (como la de Haro, un goya que
Koplowitz hizo volver del exilio). O la Mari de Antonio
López, un óleo sobre tabla de 1961. O la atormentada lectora de
Toulouse-Lautrec, o las
bañistas de Gauguin (Mujeres
a la orilla del río, adquirida en
subasta por 10 millones de euros). O, definitivamente, ese Hércules enhebrando
una aguja a los pies de Ónfala (otra vez Goya). Incluso el Hombre clásico, de Willem de Kooning, o el triple
autorretrato de Francis Bacon aparecen como deconstruidos y desmejorados en la
sala donde se exponen...
A tenor de lo seleccionado por su propietaria para el
Bellas Artes de Bilbao, la mujer es la que manda. Consecuencia lógica, por otra
parte, de la propia realidad empresarial protagonizada por la interesada, que
preside fundaciones, compra arte desde hace 30 años y se sentó y se sienta en
sucesivos consejos de administración, desmintiendo así la triste realidad del
flagrante ninguneo femenino en la cúpula de las empresas españolas a manos de
tanto triunfante macho alfa con corbata.
“Esta
exposición es el resultado de emociones, pasiones y recuerdos inolvidables que
han formado parte y siguen formando parte de mi vida”, sostiene en un texto del
catálogo Alicia Koplowitz, que no quiso comparecer ante los medios de
comunicación para defender a sus mujeres y a sus diosas, pero que sí estará el
jueves en la inauguración de la exposición.
El otro tema de reflexión a que da pie la exposición
es la relación entre el dinero y el arte, relación en la que han tomado parte
por igual papas, reyes, nobles y mecenas de toda ley. La cuestión podría
resumirse así: una multimillonaria (Koplowitz) y una corporación (Omega
Capital) deciden gastarse gran parte de su dinero en comprar arte y ahora
deciden enseñarlo. Otra corporación a la que tampoco le va tan mal a fin de
mes, como es Petronor, decide hacer posible que la
hasta hace poco invisible colección Koplowitz se instale en Bilbao,
patrocinando la muestra (con un presupuesto de en torno a 400.000 euros). A
todo ello se suma la astucia y la rapidez innatas de Miguel Zugaza. Tras dejar
en diciembre la dirección del Prado, Zugaza volvió a coger las riendas del
Museo de Bellas Artes de Bilbao, que ya había dirigido entre 1996 y 2001. En
las reuniones del Patronato del Prado solía coincidir con Koplowitz. Cuando
supo que su colección iba a ser expuesta en París, le escribió un mensaje: “Qué
envidia, Alicia”. Ahora el tesoro de la empresaria aterriza en Bilbao. Para
tres meses y en versión megamix
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