“El
verano que murió Chavela” de José Luis Correa
En un
callejón de la Isleta aparece el cuerpo sin vida de un extranjero con un
agujero de bala en la nuca. La policía de Las Palmas de Gran Canaria no sabe
por dónde empezar. El extranjero no es americano ni alemán ni inglés y nadie
reclama su cuerpo. Tras una cena en la que la mujer del inspector Álvarez le
lanza el guante, Ricardo Blanco regresa a la investigación de un crimen.
En esa
investigación se topará con los restos de una guerra que se remonta a veinte
años atrás entre bosnios y serbios, venganzas que se arrastran del conflicto
que desarticuló la antigua Yugoslavia. La identidad del extranjero muerto, la
extraña voladura en una obra en construcción, la aparición de un veterano del
sitio de Sarajevo y la desaparición de un poeta libanés que asiste a un
Congreso de Literatura, son los ingredientes con los que José Luis Correa
construye esta nueva novela con su protagonista habitual, el detective canario Ricardo
Blanco.
Ricardo
Blanco se muestra frágil: entrado en la cincuentena, con dudas sobre su
estabilidad sentimental y su capacidad profesional, todavía no termina por
asimilar la muerte de un personaje vital en su educación sentimental: su
abuelo Colacho.
Los
pueblos, barrios y calles de la isla de Gran Canaria vuelven a ser
protagonistas de la novela. Atractiva por la descripción de ambientes,
situaciones y personajes.
Una
novela agradable, una buena historia que se lee bien, de un tirón, sin falsos
artificios.
He
leído las novelas de Correa protagonizadas por Ricardo Blanco. Tengo pendiente
de leer las dos últimas que ha publicado.
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