UNA
LEGISLATURA DE INCÓGNITAS
(Publicado
en El Diario Montañés: 30.10.16)
Después de un
año de “gobierno en funciones” y de “oposición en paréntesis”, comienza una
nueva legislatura en la que nadie podrá desarrollar en solitario su programa ni
aprobar sus iniciativas.
Pero los problemas que nos afectan: la sostenibilidad
futura de las pensiones, la financiación de las competencias gestionadas por
las Comunidades Autónomas, el nuevo anclaje de la articulación territorial, la
corrección de la deriva política en Cataluña, la necesaria cohesión social y
territorial, las cifras del paro, la precariedad laboral, la reforma fiscal, el
pacto en educación, la defensa de la sanidad pública, la presencia en el mundo…son
problemas que van a requerir respuestas, y esas respuestas sólo podrán llegar
desde acuerdos entre un gobierno sin mayoría y una oposición plural que
necesita definir perfiles políticos después de unos meses de mucho ruido y
escasas nueces.
El conservador Sr.
Rajoy ha vuelto a demostrarnos que nadie como él sabe gestionar las esperas,
los silencios y los tiempos. Siempre le ha dado buenos resultados esa peculiar
forma de actuar. Tengo para mí que su modelo es Giulio Andreotti. Aún le quedan
unos años para emparejarse con el político italiano, pero tiempo al tiempo.
La posición del
PSOE en la investidura del nuevo Presidente del Gobierno no es resignación, ni el
golpe palaciego que predica el retórico Sr. Iglesias, el mismo Sr. Iglesias que
ha vuelto a la retórica de los procesos constituyentes, a la búsqueda de una
huelga general, a la pretensión de ocupar determinados espacios públicos y que hace
unos meses votó en contra de que hubiera un Presidente del PSOE. No hubo un
Presidente socialista, porque no le interesó al cansino e inmovilista Sr.
Iglesias y a su holding.La posición del
PSOE, en una acertada rectificación, es un acto de coherencia y de responsabilidad
institucional; es la respuesta dolorosa pero lógica a unos resultados
electorales que no permiten otra alternativa; es la expresión de haber asumido
siempre un sentido de Estado, algo sustancial a un PSOE comprometido con los
problemas de España; es la posición crítica a los populismos y los
nacionalismos excluyentes e irredentos; es una manifestación de utilidad
política, dejando que reposen tensiones y trabajar para articular una respuesta
socialdemócrata a los problemas desde un PSOE que sea valorado como un
instrumento sólido para una mayoría social.
Optar en estas circunstancias por
la ética de la responsabilidad, no conlleva renunciar a la ética de las
convicciones.
Un PSOE que
viene perdiendo votos y apoyos desde las elecciones de 2011, que vive una
realidad triste en muchas Comunidades Autónomas, no puede mantener los mismos
liderazgos y el mismo discurso ante tanto destrozo. ¿Qué lógica tiene rechazar
que el Sr. Rajoy pueda ser Presidente del Gobierno y aceptar con normalidad el
pacto con un regionalismo local cuya ideología ni está ni se la espera?
Abandonar la
radicalidad artificiosa y pensar en ser útiles a la sociedad, no es un esfuerzo
vano en política. En política importa recuperar los valores éticos y morales de
una sociedad muy plural. Ser más radical con las palabras no es ser más útil,
porque no se puede responder con respuestas simples a preguntas complejas, como
no se puede sustituir a la democracia representativa con un régimen
asambleario.
El PSOE, como el
resto de la socialdemocracia europea, tiene que enfrentarse a una realidad poco
propicia: un crecimiento que no es sólido y que nadie sabe si será sostenible y
que, además, no es equitativo en el reparto de los beneficios.
La
socialdemocracia siempre apostó por el reformismo gradualista, por desarrollar
proyectos que equilibraran la relación entre el Estado y el mercado: “todo el
mercado posible y todo el Estado necesario”. Hoy no parecen estar activos esos
nuevos proyectos y se prefiere navegar por la gestión inmediata frente a la
estrategia del proyecto, y eso es hoy
una parte sustancial de la crisis de la socialdemocracia en Europa y en España.
En un Parlamento
fragmentado como el actual, sin mayorías claras, que va a ser el mejor
contrapeso al Ejecutivo, la oposición tendrá un protagonismo esencial y una
responsabilidad sustancial, si se quiere avanzar en la dirección de algo
similar a una agenda reformista y, en ese camino, la aportación del PSOE será
decisiva. Porque si no fuera así, como ha escrito Juan Claudio Ramón, la
derrota del PSOE sería también la derrota de España. Ojalá fuéramos la
Dinamarca de la etapa constructiva, eficaz y colaborativa de la
socialdemocracia entre 1993 y 2001, pero estamos en España.
Decía el Sr.
Rajoy que dada la situación política, tendría que hablar y dialogar mucho, que
tendría que ganarse los apoyos. Está bien como declaración de intenciones, pero
¿aprenderá el Sr. Rajoy a dejar de ser el Sr. Rajoy por una temporada? Se ha superado la investidura y Rajoy podrá formar
Gobierno, pero queda ahora que consiga lograr la gobernabilidad y la
estabilidad, y por ello comenzamos una legislatura de duración indeterminada y
cargada de incógnitas e interrogantes.
Es el tiempo de
la Política.
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