VÍSPERAS
DE ELEGIR, VÍSPERAS DE DECIDIR
(Publicado el 16.06.16 en El Diario Montañés)
Fue María
Zambrano quien dijo, recordando días de tristeza, “España ha delirado” y que en
su delirio había ofrecido su sangre a cambio de un momento de luz, de
esperanza.
Pertenezco a una
generación que vivió una dictadura que agostó la vida española durante años y
nos marcó con miedos y golpes; que vivió la transición y la llegada de la
democracia, que algunos, desde su narcicismo, tratan de arrinconar con sus
prédicas y ensayos de cartabón.
Defiendo nuestra
Constitución, aunque deba ser actualizada, y creo en la democracia y en las
mayorías parlamentarias y en aquellos partidos políticos que tienen como
objetivo la construcción de Estado. No creo en quienes rapiñan sin escrúpulos
lo que nos es común, ni en la descalificación o el odio al adversario político.
Tiemblo cuando oigo lo del asalto al poder, porque temo a los totalitarismos
con nuevas palabras.
Creo en la
discrepancia que nos enriquece, en el diálogo y la concordia que construye y en
los acuerdos que no suponen rendición, pero reconociendo un perímetro
democrático donde se puede debatir y los conflictos se pueden afrontar, pero que
nadie puede saltar sin ser penalizado por ello.
Pertenezco a una
generación que sufrió el terrorismo más cruel e insano, al que venció la
democracia y el Estado de Derecho, sin escuchar todavía la petición de perdón
de quienes señalaban a las víctimas y confío en que España sea un espacio
compartido de culturas y lenguas. Creo en una educación pública, laica y
humanista, que nos ayude a avanzar en un mundo complejo y en las libertades
individuales y en sus derechos que nos hace ser mejores personas. Sobran
sermones de los Cañizares de turno sean curas o seglares con ideas y dogmas que
racionalmente nadie entiende.
En vísperas de
acudir a las urnas para elegir un Parlamento que investirá a un nuevo
Presidente, conviene saber qué estamos oyendo y de qué estamos hablando.
El Sr. Iglesias
escribió en New Left Rewiew (julio/agosto, 2015) sobre su estrategia política a
partir de la derrota en Europa de la izquierda en el siglo XX. No dudaba en
apropiarse de las movilizaciones del 15 M y de las protestas contra los
desahucios y los recortes y añadía cómo adquiere experiencia y confianza en su
carrera política trabajando con los gobiernos radicales de Venezuela, Bolivia y
Ecuador. (El descubrimiento de Dinamarca y Finlandia vendría después). España,
según el Sr. Iglesias, tuvo la fortuna de contar con un grupo de docentes e
investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, donde se gestó Podemos
y su estrategia de asalto al poder. A Ernesto Laclau, el teórico postmarxista
del populismo latinoamericano, que desde esa posición “dialogaba” con el
peronista, le elevaron a referente ideológico y con el bagaje político de
tertulianos habituales en televisión, llegaron al Parlamento y cuajaron ese
nuevo paradigma donde los politólogos (algunos) sustituyen a los políticos.
¿Eran docentes o
investigadores de la Complutense de Madrid, Camacho, Sánchez Montero, Ignacio
Gallego, o Pasionaria? ¿Qué pensarían de una política transversal, ambigua y
heterogénea?
Con esos
teóricos inanes ha pactado Izquierda Unida para sobrevivir, con el aplauso de
Anguita y las dudas de Cayo Lara. Y si los que han pactado dan una patada en el
trasero a los socialdemócratas del PSOE, doble éxito para quienes un día
integraban el PCE. (Al menos, los que quedan del PCE se mantienen fieles a Chávez
y a los hermanos Castro).
Después del 20
de diciembre, vimos la decisión de Pedro Sánchez de someterse a una investidura
que se vio después como un intento fallido, porque ni el PP ni Podemos
quisieron negociar, sino aceptar sumisiones y buscar nuevas elecciones, porque
se movían por mantenerse o buscar el poder sin atender a los intereses
generales.
Pasado poco
tiempo y convocadas nuevas elecciones, la memoria se manifiesta tan frágil que
pareciera que el único culpable de lo sucedido es Pedro Sánchez y los
beneficiados de la holganza y el desinterés son el Sr. Rajoy y el Sr. Iglesias,
los maestros del órdago y el bloqueo.
El PSOE, como
todos los partidos socialdemócratas, se mueve en una encrucijada de no fácil
solución. ¿Retorna a sus raíces de izquierda o consolida su viaje al centro
progresista?
La globalización
de los mercados, la competitividad, las economías abiertas, los flujos
migratorios y sus efectos en la cohesión social, los cambios sociales y
culturales, el papel del Estado en la redistribución de la renta y en la
corrección de las desigualdades, la modulación de la fiscalidad, son algunas de
las cuestiones a las que la socialdemocracia respondió en el pasado e intenta
responder ahora desde su responsabilidad de ser una ideología de gobierno y de
mayoría social. No sé si la respuesta está más cerca de las posiciones del
Partido Democrático de Renzi o del nuevo laborismo de Corbyn. ¿Y si la solución
estuviera en buscar el centro para unas cosas y retornos a la izquierda para
otras?
En todo caso, la
socialdemocracia española, el PSOE, es fiable y nada tiene que ver con el
pensamiento ideológico del Sr. Iglesias, obsesionado por asfixiar y batir al
PSOE.
El historiador
José Álvarez Junto recordaba cómo un día Joaquín Costa le dijo a Giner de los
Ríos “necesitamos un hombre” y Giner le respondió: “lo que necesitamos es un
pueblo”.
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