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A VOTAR NO ES EL FIN DEL MUNDO
(Publicado en "El Diario Montañés" (Santander) el 30.04.16)
Pablo Iglesias
renunció a su aspiración de ser Vicepresidente omnímodo del Gobierno de España,
con la misma solemnidad y petulancia con la que se había autoproclamado para
ese puesto que nadie le había ofrecido.
Para llegar a
formar un nuevo Gobierno y evitar nuevas elecciones, ni Rajoy ni Iglesias han
tenido iniciativa alguna salvo para decir no. No han sido capaces de quebrar el
acuerdo firmado por PSOE y Ciudadanos y no han ofrecido otra opción salvo la petición
de adhesión o sumisión a sus escasos planteamientos. Iglesias y Rajoy, con sus
tendencias al caudillismo, creen que ellos y solo ellos actualizan el denostado
bipartidismo.
Quien más votos
obtuvo el pasado 20 de diciembre, es quien menos ha trabajado para resolver la
situación creada por los resultados electorales que obligaban a negociar y
pactar. Rajoy se ha limitado a contemplar el paso del tiempo y esperar la
pleitesía de los demás o llegar a unas nuevas elecciones, convencido de que ni
la corrupción ni sus políticas de malestar social, le harán retroceder en
número de votos. Ha ejercido uno de sus principios: “a veces, la mejor decisión
es no tomar decisiones”.
Ha sabido Rajoy
repetir su mensaje de “gran coalición”, aunque nada haya hecho por conseguirla,
y ha limitado su escaso discurso a culpar a Pedro Sánchez de los males actuales
y de los que estén por llegar. Y Rajoy, en activa campaña preelectoral, ha
sentido el halago de los conservadores que le hacen la ola allá por donde
transita.
Constatado que no
era posible un gobierno reformista a tres, Rajoy volvió a camuflarse entre el
paisaje de los suyos, y evitar así dar un paso y asumir alguna de sus
responsabilidades. Fue Rajoy quien nos dijo que si Sánchez fracasaba en su
intento, él haría un último esfuerzo. Se nota que los esfuerzos cansan una
barbaridad. ¿Amnistiarán los ciudadanos en las urnas a Rajoy?
Iglesias, por su
parte, nunca quiso negociar y ha utilizado a sus bases para que en un
plebiscito doméstico y domesticado, con preguntas de respuesta inducida, le
reafirmaran en evitar cualquier posibilidad de acuerdo con otras fuerzas
políticas. Su objetivo era y son las elecciones y con su derecho a decidir, con
sus convicciones de salvadores del pueblo y con sus mareas, confluencias y
sumas de unos y otros, tratar de derrotar al PSOE, que es de lo que se trata.
Para el Sr. Iglesias, negociar es contemplar como los demás aceptan tus
condiciones.
¡Cuántas veces
hemos visto cómo estos activistas de pasillo y asamblea, prietas las filas y
sin mayor bagaje que las proclamas, han definido su objetivo político en uno
solo: derribar a la socialdemocracia por revisionista y vendida al Ibex! Eso
que llaman “sorpasso” y otros denominaban la teoría de las dos orillas. Todo ello condujo a Izquierda Unida a la irrelevancia
parlamentaria. Anguita lo recordará.
De la misma
forma que hemos visto y oído a determinados supuestos orientadores de la
opinión pública, repetir hasta la náusea que el único objetivo de Pedro Sánchez
era ser Presidente del Gobierno y que para ello, que nadie tuviera dudas,
pactaría con el separatismo. Seguramente es grave pactar con el separatismo,
pero no es menos peligroso aliarse con los amigos de la uniformidad impuesta.
La
intransigencia y el sectarismo de unos, el pasotismo y el reproche de otros,
las dudas y los miedos de los de más allá, han impedido la formación de un
nuevo gobierno. En estos meses, desde el 20 de diciembre, todos tienen
responsabilidad en la falta de resultados del diálogo, pero no todos lo han
intentado de la misma forma. Mientras algunos trabajaban para el acuerdo, otros
de dedicaban a colocar obstáculos insalvables.
Habrá elecciones.
Votar de nuevo no será el fin del mundo. Y cada ciudadano votará al Partido que
crea más conveniente, y conocidos los nuevos resultados se abrirá un periodo de
consultas para alcanzar la investidura y formar gobierno y espero que entonces,
arrinconados los esencialismos, los vetos y las líneas rojas, los grandes Partidos,
especialmente el PSOE y el PP, traten de entenderse, no para articular
imposibles grandes coaliciones sino para permitir formar gobierno.
¿Qué efectos
tendrá la abstención si se produce una cierta desmovilización del electorado? El
electorado del Partido Popular se manifiesta bastante estable pese a todo lo
que sucede. El electorado socialista parece que hoy el menos movilizado y el
menos activo. Aparentemente el electorado más motivado puede ser el de Podemos,
aunque habrá que descartar a los fatigados por la errática trayectoria de su
líder y sus modos de gestionar una organización. El electorado de ciudadanos
parece que no sufre alteraciones, si acaso puede beneficiarse de algunos
descontentos ajenos.
En ese
entendimiento deberán estar todos los partidos, insisto en que para ello
deberán abandonar líneas rojas y vetos, porque ese entendimiento era necesario
hoy y será necesario mañana, entre otras cosas para reunir mayorías en las
Cámaras que deben aprobar los proyectos de ley y para reunir los 176 votos que
son exigibles en el Congreso para aprobar leyes orgánicas.
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