¿NOS
VEMOS EN JUNIO?
(Publiqué el pasado 24 de febrero de 2016 en El
Diario Montañés. Me
ha parecido que hoy le podía traer este Blog)
Me siguen
preguntando por el panorama político español y sigo contestando: lo que veo no
me convence.
Rajoy, bloqueado
por el paisaje valenciano y por los entramados madrileños o porque ha perdido
toda esperanza en su futuro, se manifiesta más don Tancredo que nunca y,
después de haber renunciado a buscar la investidura, repite que es el único
capaz de ser Presidente en una coalición que ya le han dicho que es imposible y
porque no se puede regenerar la vida política española desde la acumulación de
corrupciones, trapicheos y pagos en negro.
Iglesias, el
gran maestre en repartir consejos que nadie le pide, insiste en que los malvados
socialistas no quieren acuerdos con él, porque son prepotentes y arrogantes.
Afirma Iglesias que ahora lo que toca es negociar, pero aceptando su programa y
sus propuestas y que los socialistas abandonen a Ciudadanos a su suerte.
Iglesias, él y sólo él, portador de la verdad absoluta, representa a la gente y
el resto a callar. Iglesias, gran gurú del presente y del futuro, no acepta que
quien ha recibido el encargo por el Jefe del Estado para intentar formar
gobierno es Pedro Sánchez y no él.
He tenido la
paciencia de leer las 98 páginas del documento presentado por Podemos, “Un país para la gente: bases para un
gobierno estable y con garantías”, y me he reafirmado en mi convicción de
que la única aspiración de Iglesias es llegar (asaltar) al poder y, en el más
puro estilo leninista, controlar ese poder desde dentro.
El documento
plasma la estrategia de Podemos para culpar a los socialistas de romper la
negociación. Su documento la hace imposible. Nada hay en ese documento de
Iglesias que propicie un acuerdo con los socialistas y sobrepasa, con creces,
lo acordado por el Comité Federal del PSOE.
El documento
define toda la estructura del Gobierno y describe una Vicepresidencia, que
ocuparía el propio Iglesias, con control del CIS (las encuestas), el CNI (los
espías), el BOE, la RTVE (la información), las Comunicaciones, las Relaciones
con las Cortes, la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, la
coordinación de las Comisiones Delegadas y algunas nuevas Secretarías de
Estado…Iglesias sería algo así como el Primer Ministro con galones de comisario
político, postergando al Presidente del Gobierno a Jefe de Negociado más o
menos cualificado.
En el programa
de Iglesias está prevista su intervención, incluso con derecho de veto, en el
nombramiento de 79 altos cargos estratégicos, exigiendo, como cuestión previa a
todos ellos, fidelidad sin fisuras.
En el documento
se propone la creación de un Ministerio de Plurinacionalidad, que inventa una
nueva o diferente España a la autonómica prevista en la Constitución y afirma
que “es imprescindible la convocatoria de
un referéndum con garantías en Cataluña” para decidir su futuro político,
es decir, un referéndum de autodeterminación.
Iglesias y sus
grupos de confluencia proponen auditar la deuda pública, sin concretar quién
sería el auditor y sin conocer la opinión de los acreedores, e incumplir el
objetivo de déficit previsto en el Programa de Estabilidad firmado por el
gobierno de España. Plantean aplazar tres años la senda de reducción del déficit
público pactado con Bruselas, una pretensión complicada cuando este año España
debe refinanciar 400.000 millones de euros. La mitad de la deuda española está
en manos de inversores extranjeros.
Proponen añadir
una dotación presupuestaria adicional de gasto público para la legislatura, de
96.000 millones de euros (el 9,2% del PIB). Ese incremento del gasto público se
financiaría con 12.000 millones por mayor recaudación del fraude fiscal; con
28.000 millones por más o nuevos impuestos; con 29.700 millones que se
generarían por el mayor crecimiento económico y con 26.300 millones de un
déficit adicional a negociar.
Insisten en
poner en marcha una banca pública, para lo que habría que negociar el “memorándum de entendimiento” firmado
por España con la Unión Europea, porque esa banca pública se armaría sobre la
base de Bankia, que ha recibido fondos del rescate bancario.
En la
acumulación de dislates y mala literatura del texto “Un país para la gente”, se describe un planteamiento en política
exterior y de defensa, muy diferente al que España ha mantenido en los
organismos internacionales y en sus relaciones multilaterales.
Aunque burda y
cínica, su maniobra está clara: Podemos no quiere pactar. Quiere el poder y si
no lo alcanza, llegar al 26 de junio para tratar de obtener mayor número de
votos que el PSOE, señalando que los culpable de no haber alcanzado un “gobierno para la gente” han sido los
socialistas.
A Iglesias le
puede ocurrir entonces, como a Rajoy ahora, que si no alcanza la mayoría
absoluta, nadie va a querer pactar con él.
Hoy ignoro si
Pedro Sánchez ganará o perderá la investidura, pero sí sé que ha trabajado para
gobernar España con un programa progresista y reformador.
Los socialistas
en Portugal, los liberales en Dinamarca, los socialdemócratas en Suecia
gobiernan en minoría con apoyos parlamentarios. Hay coaliciones de gobierno en
Luxemburgo, en Italia, en Alemania, en Grecia, en Holanda, en Bélgica. En
España, ¿nos vemos en junio?