GINER
DE LOS RÍOS, UN REFERENTE MORAL
(Artículo que hoy he publicado en El Diario Montañés)
El 18 de febrero
de 1915 fallecía en Madrid Francisco Giner de los Ríos, el “andaluz de fuego” nacido
en Ronda (Málaga) en 1839. “Un hombre bueno que soñaba con un mundo
mejor, a conseguir por medio de una educación impartida desde el conocimiento y
la libertad”, escribe la profesora María Nieves Gómez. Fue enterrado en el
cementerio civil de Madrid. Emilia Pardo Bazán depositó unas violetas, Juan
Ramón Jiménez unas flores silvestres y Antonio Machado escribió un hermoso
poema. A su lado, las tumbas de Julián Sanz del Río, el introductor de la
filosofía krausista en España, la de Manuel Bartolomé Cossío, el segundo
director de la Institución Libre de Enseñanza, la de Alberto Jiménez Fraud,
director de la Residencia de Estudiantes muerto en el exilio, la de Fernando de
Castro, sacerdote secularizado, Rector de la Universidad de Madrid e impulsor
de la educación de la mujer en España y la de Gumersindo de Azcárate, jurista e
introductor de la sociología en España.
Ese íntimo
paisaje del cementerio civil de Madrid refleja, como escribió José Carlos
Mainer, que: “En nuestro país, el
laicismo – que debería ser un comportamiento natural de Estado –sigue siendo,
en gran medida, una creencia privada”. No es el Panteón de la colina de
Sainte Géneviéve en París ni la abadía de Westminster en Londres. Se parece al
Cimitero Acattolico de Roma, pero sin su proyección cultural y turística.
Giner se movió
en el ámbito de los “krausistas españoles” impulsado por Sanz del Río, una
filosofía no apreciada salvo en círculos progresistas, porque, como ha escrito
Elías Díaz, frente a las ideologías carlistas, integristas y
tradicionalistas, “la filosofía krausista se mostrará desde su origen como una concepción
política y expresión ideológica de las tendencias progresistas de la burguesía
liberal”.
Innovador en la
pedagogía, con un comportamiento ético exigente, Giner fue jurista de formación
y profesión (Doctor en Derecho). Catedrático por oposición de filosofía del
derecho y de derecho internacional en la Universidad Central de Madrid,
renunció a la cátedra en solidaridad con los profesores expulsados de la
Universidad (repuestos con La Gloriosa en 1868) por no respetarse la libertad
de cátedra. No se sintió muy satisfecho con los resultados del sexenio
democrático (1868-1874), quizá porque solo creía en “la revolución de las conciencias”.
En 1875 con La
Restauración, el Gobierno vuelve a intentar controlar los programas educativos.
Un grupo de profesores, entre ellos Giner, denuncian el ataque a la libertad de
ciencia y de enseñanza y son detenidos, desterrados y expulsados, de nuevo, de
sus cátedras.
Para Giner,
educar era la mayor y más importante empresa nacional: “contribuir a crear lo único que nos hace falta: un pueblo adulto”.
Pensaba que las reformas no las hacen únicamente las leyes, sino los maestros y
los profesores.
En 1876, con
amigos de diferentes profesiones (Augusto González de Linares, entre ellos) y
con apoyo financiero de sectores de la burguesía liberal, funda la Institución
Libre de Enseñanza, con el objetivo de enseñar a las nuevas generaciones a
pensar y ser dueños de su proyecto de vida. Desde su compromiso cívico con la
razón, con la ciencia, con la libertad de cátedra, con la tolerancia política y
religiosa, con la integridad moral y con la libertad de las ideas, fue y sigue
siendo un referente moral. Se opuso al dogmatismo, al integrismo católico y a la zafiedad moral
y cultural que impregnaban la vida española incluida la Universidad. “La Institución no pretende limitarse a
instruir, sino cooperar a que se formen hombres útiles al servicio de la
Humanidad y de la patria”.
La Institución
Libre de Enseñanza fue escuela de innovación y promovió una intensa actividad
de regeneración de la sociedad impulsando nuevas instituciones sociales,
culturales, científicas, centros para la mujer, residencias de estudiantes, misiones
pedagógicas…iniciativas anuladas con saña por la dictadura del General Franco,
que condenó a personas, programas, métodos e instituciones que tuvieran
relación con la Institución Libre de
Enseñanza.
Ideas de Giner
fueron las excursiones y colonias escolares; la defensa de una escuela
educadora con maestros formados y reconocidos socialmente; la creación de
centros que desarrollaran una formación completa del profesorado; el fomento de la creatividad y de la educación
en libertad y para la libertad, manteniendo la idea krausista de que el
conocimiento es el fundamento de la libertad. Poco antes de su muerte se crean
la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, con una
importante política de ayudas y becas de estudio; el Centro de Estudios
Históricos; la Residencia de Estudiantes; el Museo Pedagógico Nacional; la Residencia de Señoritas… En Giner o con
Giner se formaron los que serían los grandes reformadores de la España
contemporánea.
El profesor
Francisco Laporta hablaba en Santander sobre Giner invitado por el Ateneo hace
unos días y he recordado algunas de sus ideas: que la catequesis religiosa debe
ser ajena las escuelas; que es la ciencia la que enseña los caminos de la
verdad; que en la enseñanza hay que inculcar el goce del estudio y el
descubrimiento de las cosas; que las niñas deben educarse no como los niños, sino
con los niños, para evitar discriminaciones erróneas y estúpidas.
“Allí el maestro un día, soñaba un nuevo florecer de
España”,
escribió Machado.
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