La historia de de Marta, que toca la viola y Rubén el pintor, dos jóvenes idealistas que se enamoran en el frente, que viven la tragedia de la guerra civil española y que argumentan con el arte como única arma para enfrentarse a la barbarie. Ambos son los protagonistas de la novela y junto a ellos se mueve el resto de los personajes, con historias que nos conmueven y que se convierten, también, en protagonistas del relato: los amigos Tena y Mangas, inseparables e irreconciliables en ideas; Camilo, el herrero, hombre de principios; Magro, sargento que requisa las vacas y las convierte en “las cien vacas comunistas”; Gema y Joao, el portugués que arriesga su vida por encontrarse con la mujer a la que ama; Luz, la hija del herrero, que sufre la crueldad de los vencedores; Viriato, el pastor, a punto de ser ajusticiado por conseguir comida para su familia; el enigmático Jerónimo de las Hoces, el aristócrata que había comprado un cuadro en la exposición de Rubén y en la misma puerta de la galería le prende fuego; el barbero y la hermosa Julia. Personajes de ficción la mayoría, aunque hay individuos reales, como el Caudillo Franco, cuya aparición crea momentos de tensión, pero igualmente los momentos más divertidos.
El pintor, que lucha como voluntario republicano, y el aristócrata volverán a encontrarse en Breda, donde Jerónimo de las Hoces ha levantado un monumental mausoleo en recuerdo de su esposa muerta. La novela concluirá con el presente en Francia de los vencidos, donde vive exilada Marta.
El autor vuelve a situar la acción, además de en Madrid, en Breda, ese espacio del norte de Extremadura que ya conocíamos de otras obras del autor y que en la novela se sitúa como un punto estratégico entre los avances de las fuerzas de Franco y las defensas republicanas.
Hay un guiño en la novela al detective de sus novelas policíacas en el personaje de Martín Cupido, abuelo dedicado al contrabando en tiempos difíciles.
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