Las elecciones generales del pasado 9 de marzo han diseñado un mapa político con un bipartidismo casi absoluto, si exceptuamos los escaños nacionalistas de Convergencia, del Bloque y del PNV.
A falta de un partido estatal que tenga las características de “bisagra”, cuando no hay mayoría absoluta solo quedan los acuerdos estables o puntuales con esos Partidos, aunque ello no sea siempre lo más deseable.
El PSOE tendrá mayor margen de maniobra para gobernar y Zapatero deberá demostrar que se consolida como Presidente abandonando algunas improvisaciones del pasado.
Están pendientes temas importantes como la financiación autonómica, una política antiterrorista compartida en sus ejes fundamentales, el desarrollo del Estatuto de Cataluña y de otros Estatutos reformados, los anuncios del PNV de convocar un referéndum consultivo, la desaceleración económica que va a contrastar la capacidad de gestión del Gobierno y que requerirán algunos acuerdos con el principal Partido de la oposición, como van a ser necesarios los acuerdos institucionales para la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial o del Tribunal Constitucional.
Me gustaría que esta Legislatura fuera la del cambio: algunos cambios en la forma de gobernar y en las formas de hacer oposición; que acabara la tensión, la descalificación gruesa y la crispación para enfrentarse a los problemas ordinarios de los ciudadanos.
Ojalá la oposición rompa su dependencia con la extrema derecha mediática y que no sea esa derecha mediática la que intente marcar el ritmo y las pautas de la política del país.
Y me gustaría que esta legislatura fuera la de la educación, entendida en su concepto más amplio: educación reglada, formación permanente, lectura, idiomas, nuevas tecnologías, la cultura… educación en valores, en convivencia, en contenidos éticos, en respeto, en conciencia cívica.
Que Rouco y su Conferencia se dediquen a sus feligreses y acepten que este es un país laico y que la religión y las creencias pertenecen al ámbito de lo personal y no al ámbito de lo público.
Que España sea relevante en Europa y en la política internacional y particularmente influyente en América Latina.
Podría seguir, pero lo dejo aquí. Tiempo habrá de comentar estas y otras cosas, incluidos los resultados en Cantabria, aunque no me gusta utilizar este espacio para escribir de política.