CHINA, TIBET Y JUEGOS OLÍMPICOS

Steven Spielberg, a quien se le ofertó ser consejero artístico de los Juegos Olímpicos de Pekín ha renunciado al cargo. “Mi conciencia no me permite seguir”. Con su testimonio ha denunciado la posición cómplice, política y económica, del gobierno chino en la crisis humanitaria de Darfur en Sudán, crisis que ha ocasionado la muerte de 200.000 personas y el desplazamiento de 2,5 millones de personas en esa zona de Sudán.
Amnistía Internacional y Reporteros sin fronteras han reiterado sus críticas a la falta de libertades y de respeto a los derechos humanos en China.
La contaminación y los riesgos de la comida han inquietado a diferentes países, que establecerán la sede de sus delegaciones deportivas en Japón. El atleta etíope Haile Sebrselaisse ha renunciado por la contaminación a correr el maratón, prueba en la que sería favorito. En Taiwán se convocan manifestaciones para protestar contra la Ley Antisecesión promulgada por China en 2005, que legaliza la invasión militar de esa isla de 22 millones de habitantes.
El Partido Comunista Chino ya ha puesto en marcha su campaña para proclamar que todo es una conspiración para desestabilizar el país, en un intento de salvar la imagen de unos Juegos Olímpicos en los que se están invirtiendo miles de millones de dólares para presentar una imagen de modernidad ante el mundo.
Las protestas de los monjes y civiles tibetanos para protestar contra lo que consideran la ocupación china del Tibet, es el penúltimo problema grave al que se enfrentan las autoridades chinas, una protesta que coincide con el 49º aniversario del fracasado levantamiento popular en la región del Himalaya que obligó a exiliarse al Dalai Lama en 1959 en la India.
Las protestas se han extendido a las principales ciudades del Tibet y el gobierno chino ha respondido con gases lacrimógenos y fuego real del ejército y de la policía. Las tropas chinas han tomado la capital Lhasa, después de los graves incidentes, ha decretado el estado de excepción y ha sellado la entrada a los más importantes monasterios del Tibet.
El esfuerzo de Pekín por invertir en el Tibet y desarrollar una política de inmigración de chinos en un proceso calculado de integración, ha desplazado a la población local de su posición tradicional en el trabajo, la universidad y los negocios y no ha evitado que esa población local se sienta discriminada y empobrecida.
El control de los monasterios, los procesos de reeducación, las detenciones, la marginación de la población autóctona, los favores selectivos, la censura y el control de las actividades culturales y religiosas, no han podido con la voluntad de la mayoría de los tibetanos que apoyan la política de resistencia del Dalai Lama que reitera la petición de autogobierno para el Tibet y califica a la actitud del gobierno chino de genocidio cultural.
El gobierno chino ha exigido a los manifestantes tibetanos, monjes y civiles, a que depongan su actitud de rechazo a lo que consideran la ocupación china de la región, cuando en 1950 el Ejército de Liberación Popular entró en el Tibet.
Todo esto ocurría mientras las Asamblea Popular Nacional celebraba su sesión anual, que ha reelegido a Hu Jintao, quien fuera a finales de los ochenta responsable del Partido Comunista Chino en la región del Tibet, por otros cinco años como Presidente del País y de la Comisión Militar Central.
China es una país de 1.300 millones de habitantes, con 56 grupos étnicos, algunos de los cuales rechaza el ferreo control de la mayoría, como es el caso de la minoría musulmana nigur en la provincia de Xinjiang, y es creciente la voz de disidentes, activistas y organizaciones no gubernamentales, a pesar de los controles y censuras sistemáticas.
El 8 de agosto de 2008 está próximo y el gobierno de Pekín quiere ganar la batalla de las relaciones públicas ante el mundo y seguir vendiendo la imagen de un país rojo por dentro y verde por fuera. Los Juegos Olímpicos son un negocio económico, pero son un escaparate con una significativa carga política y China estará expuesta al exterior, entre otras porque más de 15.000 periodistas estarán siguiendo ese acontecimiento y serán testigos de las graves contradicciones de la China actual, aunque el gobierno se esfuerce por ofrecer los intereses de su influyente economía en el mundo y una imagen de estabilidad, modernidad y armonía.
Algunas voces, hoy todavía muy individualizadas, comienzan a pedir el boicoteo de los Juegos Olímpicos. Si la posición del gobierno chino no cambia, esa corriente puede ir en aumento.
China tendrá que aceptar, más pronto que tarde, que la democracia, los derechos humanos, el respeto al medio ambiente, la diversidad cultural y religiosa, la aceptación de las normas usuales en el comercio internacional y los derechos sindicales, son valores universales compartidos sobre los que no caben excepciones, aunque vengan trufadas de intereses económicos.

(Publicado en El Diario Montañés; 21.03.08)