“SANTA
MARINA”, de FRANCISCO DE ZURBARÁN (1598 - 1664)
Un espacio para reflexionar y compartir
Notas después de
leer la novela “TIEMPOS RECIOS” de MARIO VARGAS LLOSA.
La novela se divide
en dos partes: la primera, ‘Antes’, contiene todas las historias, reales o
imaginarias, que conforman esta novela; la segunda, ‘Después’, cuenta que uno
de los personajes que parecía de ficción pertenece al mundo real. La novela
arranca con un breve ensayo de historia política: el encuentro de los judíos
emigrados a Estados Unidos — Sam Zemurray el creador de
la empresa United Fruit y
Edward L. Bernays el inventor de las public
relations—, que fue la causa primera de que en 1954 el Gobierno de
Estados Unidos acabara con la presidencia progresista de Jacobo Árbenz en Guatemala. Y no mucho después, se eliminara al coronel Castillo
Armas que derrocó a Árbenz. A ello contribuyeron dictadores como Somoza, de Nicaragua, y Trujillo, de la República Dominicana, además del arzobispo guatemalteco Mariano
Rossell y Arellano. Era la época de Duvalier, Papa Doc en Haití; de Fulgencio
Batista en Cuba; de Marcos
Pérez Jiménez en Venezuela; de Gustavo Rojas Pinilla en Colombia; de Manuel
Odría en Perú. Y era embajador de Estados Unidos en Guatemala el mismo
“carnicero de Grecia” que decidió la guerra civil helena.
Joseph Goebbels, ministro de Propaganda
nacionalsocialista, aplicó con eficacia los principios de Bernays para el
control de las masas.
La política más importante que ejecutó Árbenz
en sus años de gobierno (1951-1954) fue la reforma agraria.
En la novela no
pasa inadvertida la entereza de Jacobo Árbenz, que no quiso armar unas
milicias populares que se opusieran al atrabiliario ejército “liberacionista”
financiado por la CIA, y prefirió renunciar a la presidencia, cuando recibió el
ultimátum de sus colegas. Pero también su enemigo Carlos Castillo Armas, a
quien llaman Caca y Cara de Hacha, feo, irascible y lleno de complejos,
comparte algo de la debilidad de su rival, y fracasa y muere a manos de quienes
creía los suyos.
Una vez en el poder, el coronel Castillo Armas
desató una caza de brujas sin precedentes en la historia del país.
Persiguió y encarceló a militantes de izquierda, ejecutó redadas, cerró
sindicatos y asociaciones obreras, eliminó el Instituto Indigenista Nacional,
clausuró las oficinas encargadas de administrar la reforma agraria y devolvió
las tierras confiscadas a la United
Fruit, torturó a presos políticos y no políticos, provocó que más
de doscientas mil personas huyeran hacia México y llevó adelante matanzas de
personas sin la menor sospecha de participar en actividades políticas.
En la novela se pone de manifiesto la gran mentira urdida por la United Fruit,
“La frutera”, para dar el golpe de Estado contra Árbenz. Fue
una enorme mentira, un gran fraude, echar a correr la mentira de que Jacobo
Árbenz era un comunista que pretendía introducir en Centroamérica el comunismo
soviético y convertir Guatemala en una cabeza de playa para luego invadir Panamá
y quedarse con el canal. Todo fue posible con la administración norteamericana
de la época, presidida por Eisenhower, con Nixon como segundo al mando, y la CIA, comandada por Allen Dulles, hermano de John Foster
Dulles, por esos años Secretario de Estado del gobierno norteamericano. La
CIA, puso en marcha una maquinaria de publicidad y propaganda que se
describe muy bien en la novela.
El abanico de personajes que desfilan por la
novela es heterogéneo: Martita Borrero Parra, "la antigua Miss
Guatemala (que nunca lo fue)" amante de
Castillo Armas y luego del coronel dominicano Johnny
Abbes, un siniestro personaje masacrado por los tontons
macoutes haitianos, "jefe de la Seguridad del Generalísimo
Trujillo, asesino, torturador y encargado de varios asesinatos e intentos de
crímenes en el extranjero"; Arturo Borrero, el padre
de Martita, que a punto de morir de un cáncer se reconcilia con Efrén García
Ardiles,
un médico de ideas liberales, que sedujo a Marta cuando tenía apenas 15 años,
la hizo infeliz en un matrimonio forzado por el padre y la obligó a escapar
abandonando a su hijo de 5 años a principios de 1955, para convertirse en la
amante del dictador Castillo Armas. Marta Borrero cercana al
Partido Republicano y colaboradora de la CIA, se revela partidaria de las
políticas más extremas de los EE.UU. Sacrificó a quién se le puso por delante
para alcanzar una vida cómoda, rodeada de papagayos y de plantas en Estados
Unidos.
La novela es una
reflexión
sobre la libertad, la democracia, el honor, la dignidad política en un
escenario: la Guatemala de
Arévalo y Jacobo Árbenz,
dos presidentes que, admiradores del sistema político y social de los
Estados Unidos de América, buscaron con honestidad democrática sacar a su país
de la estructura feudal y colocarlo en el mapa del mundo moderno.
Estamos en plena guerra civil y
asistimos a las reflexiones de un sacerdote condenado a muerte por continuar
fiel al legítimo gobierno de la República como Capellán de un batallón del
Euzko Gudarostea (Ejército Vasco). En esos momentos sus pensamientos retroceden
hasta finales de 1931 cuando fue enviado a un pequeño pueblo vizcaíno a confesar
a un moribundo. El enfermo resulta ser Sabino Policarpo de Arana y Goiri,
fundador del PNV, que falleció a la temprana edad de 38 años. En su lecho de
muerte le cuenta al sacerdote una historia que le aconteció en Londres cuando
era todavía muy joven.
Tras la muerte de su madre en 1888,
Sabino Arana anda desorientado y a instancias de su hermano mayor viaja a Londres con
objeto de completar su formación y aprender el idioma. Allí estará bajo la
tutela de Sir Peter Kingsfield, miembro influyente de la Cámara de los Lores y un
próspero hombre de negocios amigo de su difunto padre.
Llega a Londres cuando un asesino
en 1888 está comenzando a aterrorizar a la ciudad. Charles, hijo de Sir
Kingsfield, lo recibe y se hacen amigos. Sabino, un joven muy religioso, ingenuo,
mojigato, abstemio y bastante pacato, se ofrece ayudarlo en lo que ya es una
obsesión, desenmascarar al asesino de Whitechapel. Sabino y su nuevo amigo
recorren callejones, tabernas y prostíbulos del popular barrio en busca de
pistas que puedan ayudar a identificar y detener a quien está detrás de esos macabros
asesinatos, que
posteriormente será conocido como Jack el Destripador, al que se le
atribuyeron cinco crímenes.
En “El juramento de Whitechapel” se
mezclan personajes reales (Conan Doyle o el inspector Abberline) con ficticios (los
Kingsfield, sus empleados y criados). Son dos las voces que nos narran la acción,
una la de Arana, y otra la del sacerdote, con saltos en el tiempo que ayudan a
contextualizar la historia y conocer a los protagonistas. El autor sitúa la
historia en tres momentos: uno en 1888, en el momento en el que se producen los
asesinatos, otro en 1903 con Sabino a punto de morir y un tercero con la Guerra
Civil española.
Un arriesgado relato policial del que
sale muy airoso el autor, que plantea una teoría sobre Jack el Destripador que bien
podría ser la real.
Con el desarrollo de la trama, el autor
nos aproxima a la sociedad de la época reflejando a una ciudadanía muy desigual
tanto social como cultural.
Como ha comentado uno de los lectores de
la novela: “Si combinamos a Sabino Arana, el fundador del
Partido Nacionalista Vasco,
y Jack el Destripador, lo
servimos sobre un Londres victoriano y
finalmente lo aderezamos con un puñado generoso de suspense, lo que obtenemos
sin duda es este plato de lujo elaborado por el gran chef, José Javier Abasolo,
que no solo deleitará los sentidos mientras lo degustas, sino que al terminar,
estarás deseando volver a probar otra de sus creaciones”.