“1945. Cómo el mundo descubrió el horror”, un
texto de Anette Wieviorka, historiadora y
especialista en el Holocausto.
El descubrimiento de los campos de
concentración nazis, Buchenwald, Dachau, Bergen-Belsen..., se hizo a medida que
avanzaban las tropas aliadas en abril y mayo de 1945. El 3 de abril de 1945, montados en el jeep que compartían, el periodista
estadounidense Meyer Levin corresponsal de dos
agencias: la Jewish Telegraphic Agency y Overseas News Agency y Éric Schwab fotógrafo
francés de la agencia France Presse, ambos judíos,
llegaron a la ciudad alemana de Ohrdruf y
se cruzaron con lo que para ellos era aún un "espectáculo inédito": "Cadáveres vivientes, esqueletos con el cráneo rapado y los ojos
febriles hundidos en las órbitas", vestidos con uniformes a rayas. Uno
de ellos se les acercó, les guio por el campo donde habían estado prisioneros y
les mostró un gran agujero lleno de cadáveres. Los dos se adentran
junto a los soldados americanos, cada uno guiado por una obsesión: el primero
rastrea lo que queda de la comunidad judía en Europa; el segundo busca a su
madre deportada de la que no ha tenido noticias desde 1943.
La historia se
inició en ese campo de Ohrdruf, que
visitaron los generales Patton, Bradley y Eisenhower. Patton vomitó y Eisenhower palideció y guardó silencio. Ambos quisieron
que el mundo viera aquello y que sus soldados "supieran por qué luchaban”. Vamos a seguir paso a paso el
descubrimiento de los campos entre el 5 de abril y finales del mes de mayo de
1945.
Meyer Levin
escribe y envía centenares de comunicados a Estados Unidos y a través de los
destinos de los supervivientes, cuenta la destrucción de los judíos de Europa. Pretende
relatar su persecución y su supervivencia.
Éric Schwab
fotografía a los supervivientes del universo concentracionario, en particular a
sus compatriotas resistentes. Fija también en la película los rostros de los
supervivientes descarnados, las imágenes de las fosas. Algunas de sus fotos se
han convertido en iconos universales de los que nadie recuerda el autor. Las
fotos de Schwab pertenecen al acervo de la agencia AFP.
Liberar a los deportados no era, en
realidad, un objetivo de guerra: casi nada se había previsto para ellos. Este
libro muestra la perplejidad ante la amplitud de los crímenes, la
incomprensión, la lenta toma de conciencia de los primeros testigos y el
desafío mediático que supuso semejante descubrimiento.
El libro se apoya en la mirada y en la
pesadilla de los dos corresponsales.
“Lo sabíamos. El mundo había oído hablar de ello.
Pero hasta ahora ninguno de nosotros lo había visto. Fue como si al fin
penetráramos en el lado oscuro del corazón, en el más despreciable interior del
corazón maléfico (the vicious heart)”, escribe Meyer Levin.
El libro nos acerca a esa realidad de lo que
ocurrió inmediatamente después del Holocausto, los supervivientes que, como un ejército de zombies, inundaron las
poblaciones cercanas a los campos, y que a menudo sufrieron el rechazo
de los lugareños.